icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
La delgada línea…
Jorge Arturo Rodríguez
23 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
En este mundo de simulaciones que se acrecienta cada día más, donde parece que todos somos lo que somos o hacemos como que hacemos y en realidad es todo lo contrario, ya no sabemos ni qué pex ni en quién confiar. Tan temerosos estamos que no sabemos ni por dónde nos llegará la desgracia o, mínimo, el desengaño. Porque caras vemos…

Comento esto porque hace unos días Ernesto López Portillo, siguiendo a David Packman, se preguntó en uno de sus artículos: ¿Usted le tiene miedo a la policía? Y apuntó: “Alguien debería hacer una encuesta nacional del miedo a la policía. Anticipo que el resultado sería desolador. Vaya a donde vaya, personas de todos los estratos socioeconómicos, ciudadanos de a pie o conspicuos líderes independientes, altos funcionarios y servidores públicos de jerarquías menores expresan el miedo a la policía. Con especial intensidad lo he atestiguado entre poblaciones en situación de vulnerabilidad extrema, como los grupos indígenas o los migrantes”.

No sé ustedes, pero yo sí le tengo miedo a los y las policías, y más ahora, porque ya no sé de qué pie cojean, de qué lado están, y no sólo ellos, sino todos los que me rodean, en este mundo de simulación y traiciones –ah caray, me salió de telenovela.


Dijera Napoleón Bonaparte, la policía a veces inventa más de lo que descubre. Como aquel chiste que dice que la policía detiene a un presunto ladrón, y para hacerlo declarar lo cuelga de los pies y le introduce la cabeza por varios segundos en una pileta con agua, inquiriéndole: ¿Dónde está el dinero? ¿Dime dónde está el dinero? Y así repiten esta acción varias veces, hasta que el detenido les dice a gritos: ¡Busquen a otro buzo porque yo no lo encuentro!

Bueno, el caso es que hace unos días, el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Óscar Vega Marín, sostuvo que “al menos 40 mil agentes de los cuerpos policíacos estatales no son aptos para desempeñar esa labor, ya sea por vinculación directa con el crimen organizado, consumo de drogas o deficiencias físicas o intelectuales”, y llamó a los gobiernos estatales para que le den seguimiento a tales elementos, a efecto de consignarlos o rehabilitarlos en los casos que proceda. (La Jornada/12 de julio/2012).

Y el pasado 16 de julio, la SSP del Estado informó de un avance de casi 40% en certificación de policías veracruzanos. Incluso, la presidenta de la organización no gubernamental Causa en común, María Elena Morera Mitre, señaló que “Veracruz avanza en el desarrollo de la carrera policial de sus más de 22 mil elementos, una de las fuerzas policíacas más grandes del país”.


Y mi Gober Javier Duarte subrayó la necesidad apremiante de mejorar las corporaciones policíacas dotándolas de más equipo y, sobre todo, de un componente humano de excelencia, como son los nuevos policías veracruzanos.

Bien por eso. Porque hay una delgada línea de pasar de policía a delincuente. Como dijo el agente federal Bogar Felipe Lugo de León, detenido por su presunta implicación en la balacera del aeropuerto capitalino: “Hay una línea yo creo muy delgada en pasar de ser un policía a un delincuente y todo tiene que ver con lo económico, con lo que te aportan esas personas, y que simplemente ocurre, con esto echas a perder tu vida”.

Ojo con eso. Aunque también creo que hay una delgada línea de pasar de ser servidor público, líder sindical, empresario y demás a rata de dos patas o rata de cuello blanco. Mucho más ojo con eso.


Ahí se ven.

Hasta la próxima
[email protected]