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Columnas y artículos de opinión
Melate late poco
Angel Lara Platas
28 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
“El fraude a Melate no es considerado un delito grave ante el Código Penal Federal, por lo cual las personas involucradas no fueron detenidas cuando se detectaron las anomalías”, dijo Irving Barrios subprocurador de Investigación en Delitos Federales de la Procuraduría General de la República (PGR).

Este delito no grave –así pueda enriquecer vilmente a funcionarios públicos involucrados- no es motivo legal para retener a una persona y mucho menos arraigarlo.

Es la parte que cuando asoman casos como el del fraude con el Melate, no se comprenden de nuestras leyes.


Fueron cuatro los empleados de Pronósticos y dos de la empresa Just Marketing que se coludieron para simular un sorteo, grabándolo anticipadamente y en privado. El fraude que cometieron fue por 160 millones de pesos contra Melate. Sí claro, lo que todos sabemos: los hampones están en libertad.

El fraude cometido en perjuicio de Melate, no tan solo provocará desconfianza en los compradores de los boletos, sino que el hecho pone al descubierto que la empresa a todas luces carece no tan solo de ética, sino de mecanismos de control para garantizar la transparencia del sorteo.

Pero hay algo peor: el delincuencial hecho pega directo en el ejercicio primordial de las esperanzas y las ilusiones de los jodidos (desmoralizados, lastimados, estropeados) y los pobres. Sin descartar uno que otro afanoso.


Quienes albergaban expectativas al comprar billetes de lotería, con el propósito de mantener vivas las esperanzas para resolver algún problema de naturaleza económica, ahora ven aridez y lodo.

Un poco en broma otro tanto en serio, para el mexicano había (pasado reciente), dos figuras emblemáticas en los deseos de su corazón: la Virgen de Guadalupe y la Lotería Nacional. Ahora solo queda una.

En el ambiente de la alta burocracia, desde hace varios años se ha comentado en voz alta que la Lotería Nacional es la caja chica del gobierno federal.


De ahí -según esas versiones-, ha salido dinero para algunas campañas de los candidatos favoritos del gran poder. También ha servido para gastos imprevistos de altos funcionarios o para pagar favores por componendas pactadas en la oscuridad.

No es la primera vez que se sospecha que existen cuestiones turbias en la institución que pretendió ser uno de los principales apoyos para la asistencia pública.

Ha habido algo que por el sigilo con el que se desplaza pocos se han dado cuenta, excepto quienes se han puesto a analizar aquello que tiene que ver con la ley de las posibilidades.


Si bien es cierto que entran a sorteo solo las series vendidas, se ha especulado que hay algún salto en el camino de vuelta entre la devolución de los billetes no vendidos -supuestamente cancelados- y el sorteo. De tener veracidad lo que se afirma, se estaría hablando de una verdadera fábrica de millonarios, y no precisamente los esperanzados que participan motivados por apremios económicos.

No hay evidencia de esta práctica en particular, pero es un comentario que recurrentemente se escucha, incluso, de algunos que han trabajado para esa institución.

Pero esta especulación adquiere rasgos de realidad después de conocer lo que pasó con Melate.


De la Lotería Nacional, institución que debería ser incólume por sus fines altruistas, se dicen varias cosas que empañan su imagen. Por ejemplo, que es una de las instituciones públicas que más “aviadores” tiene en su nómina. Ahí van a dar buena parte de las facturas políticas por pagar de los colaboradores del Ejecutivo Federal.

En los dos últimos sexenios, la Lotería Nacional ha tenido como directores a personajes muy cercanos a la maestra Elba Esther Gordillo. Se ha dicho que para pagar los favores recibidos.

Coincide esta etapa con los fuertes escándalos que han envuelto a la mencionada institución.


La Lotería Nacional no ha quedado al margen de las leyendas urbanas. Unas creíbles, otras no tanto. Por ejemplo, se habla de un presidente de la República que ordenó al director en turno de esa institución, que quería sacarse la lotería como un auto pago de marcha. Inmediatamente después del siguiente sorteo el obediente -pero audaz- servidor público fue a Los Pinos, con la noticia para el presidente que la suerte lo había favorecido con el premio mayor. “Señor Presidente: se ha sacado usted el primer premio de la lotería, pero hay un detalle señor Presidente, que su suerte también a mi me alcanzó: me saqué el segundo premio”

También se ha especulado que ha habido políticos que han acudido a los afortunados ganadores, para justificar parte de sus fortunas al amparo del poder. Les compran los billetes premiados sumándoles lo que debían pagar por impuestos.

Lo que sea, pero el caso Melate obliga al Presidente de la República entrante, el Lic. Enrique Peña Nieto, a despejar las volutas de humo que han encubierto todas esas prácticas viciosas en instituciones donde la gente tiene depositadas todas sus esperanzas y toda su fe.


Transparentar los procedimientos y vigilar más de cerca la probidad y ética de los responsables del manejo de estos juegos de azar, hasta pudiera ser un asunto de seguridad nacional.

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