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Columnas y artículos de opinión
La diplomacia de fabela
Angel Lara Platas
31 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
Venustiano Carranza pensaba que el país debía vivir democráticamente y regir sus relaciones por el derecho.

Para ello inició una serie de reformas que más tarde incorporó a la constitución. De igual manera, concebía las relaciones internas de la sociedad normadas por el derecho; también pensaba que el derecho de las naciones a su propia existencia debía prevalecer sobre la fuerza.

Para llevar a la realidad este principio, Carranza nombró como Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores a Isidro Fabela.


Fabela, joven abogado originario de Atlacomulco, Estado de México, tenía una amplia trayectoria en política y gozaba de reconocimiento. Cuando el dictador Victoriano Huerta se apoderó del gobierno, Fabela decidió abandonar un congreso que avalaba las acciones del usurpador y se marchó a Coahuila, a las órdenes de Carranza, quien había sido nombrado por los legistas primer jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del poder ejecutivo.

A Isidro Fabela lo preocupaba la nueva relación que habría de establecerse entre México y su vecino del norte. Estaba convencido de que solo asumiendo una actitud cautelosa de la integridad y de la soberanía del país podía garantizarse la existencia de México como nación. No proponía una política exterior suicida, ni aspavientos de fuerza bruta, sino la búsqueda de la prevalencia de los derechos, la autonomía sobre asuntos internos y el trato igualitario entre las naciones.

El estilo diplomático de Fabela supo resolver atinadamente el conflicto que la muerte de William Benton hubiera podido desatar. Benton -ciudadano inglés-, había sido fusilado por las fuerzas villistas y ello dio lugar fuerte crítica de la opinión pública mundial.


A manera de explicación, Villa envió un telegrama a Carranza explicándole que Benton había intentado asesinarlo y que él logró desarmarlo. Para hacer justicia, había enviado al frustrado homicida a un consejo de guerra, mismo que lo encontró culpable y lo mandó ejecutar.

Pero en los hechos no habían ocurrido así. Fabela averiguó que el ciudadano ingles le había reclamado a Villa ciertos abusos contra sus propiedades y que el General ni siquiera se había disculpado, y menos aún le había ofrecido explicaciones.

El inglés se enfureció y vociferó frente al Centauro del Norte para desahogar su enojo por la arbitrariedad sufrida. Como la ecuanimidad no era virtud de Villa, respondió a las agresiones verbales de Benton con unas bofetadas y una orden de fusilamiento.


El asunto era grave y el reclamo del gobierno inglés no se hizo esperar. La protesta fue secundada por varios ciudadanos estadounidenses que ansiaban una intervención armada en México. Los cónsules norteamericanos de Nogales y El Paso exigieron una explicación satisfactoria de los hechos al Primer Jefe Constitucional don Venustiano Carranza.

Hábilmente, Isidro Fabela cuestionó la injerencia de Estados Unidos en el asunto, a lo que el Departamento de Estado contestó que lo hacía a petición de la Embajada Británica. Fabela encabezaba la Secretaría de Relaciones Exteriores y no aceptó la representación estadounidense, que parecía oficiosa, en un asunto ajeno a la competencia estadounidense. Informó cortésmente que daría satisfacciones solamente al gobierno inglés.

Además solicitó que todo asunto internacional se le remitiera a él en su carácter de representante del poder ejecutivo en el país.


Con esa sutil táctica, la habilidad diplomática de Fabela logró imponerse, pues supo, “sin gritos ni sombrerazos”, manifestar la firmeza de los constitucionalistas en materia de la autodeterminación de México y, a la vez, obtuvo en cierto modo el reconocimiento del gobierno de Carranza por parte de naciones extranjeras.

Isidro Fabela, diplomático durante el periodo presidencial de Carranza, y por muchos años más miembro de academias y sociedades de internacionalistas, logró reafirmar los vínculos de México con Latinoamérica y el reconocimiento de las grandes potencias para el gobierno constitucionalista.

Además de su carrera como diplomático, Fabela fue gobernador de su estado natal (1942-1945). También es considerado como fundador en su entidad del Grupo Atlacomulco, con gran influencia en la política nacional.


Las inquietudes revolucionarias de Isidro Fabela estuvieron Influenciadas por su maestro de Derecho Constitucional Rodolfo Reyes.

Al escribir el libro Mis Memorias de la Revolución Mexicana, Fabela manifestó que estudiar la Constitución de 1857 le había hecho comprender que “el estado de injusticia creado por el régimen porfirista tenía que llegar a su término en plazo perentorio”.

En 1910, una vez definido su interés por participar en la política, Fabela se sumó a la causa de Francisco I. Madero participando en la fundación del Club Liberal
Progresista y asistiendo a las reuniones de la Casa del Obrero Mundial, proscritas en aquellos días.


Fue contemporáneo y amigo de José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Genaro Fernández McGregor, entre otros muchos intelectuales.