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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
¿Te lo lavo?
Benjamín Garcimarrero
6 de agosto de 2012
alcalorpolitico.com
Lavar dinero es una actividad tan vieja como la humanidad, digo, para no cometer la perogrullada de afirmar que el dinero se lava desde que se inventó la moneda.

Dicen que el cerrojo del infierno está confeccionado con oro, aseveración que no contradice el viejo proverbio de que el oro, es la caca del Diablo.

El orín, no tiene por casualidad ese nombre, sino que alude a la semejanza del color que adquiere esa excrecencia con el oro, elemento del que están hechas las custodias que guarda la transubstanciación que nos trajeron los pueblos conquistadores.


Antes que el dinero, el sistema de cambio y obtención de satisfactores, fue el trueque mediante el que se intercambiaban los excedentes del consumo. Se tiene referencia pictográfica de ese medio en Egipto hacia el año 4,500 antes de Cristo.

Los entendidos y estudiosos afirman que fue en Lidia, Asia Menor en el siglo VII a.C., cuando aparecen las primeras monedas hechas con bolitas de electro, (amalgama natural de oro y plata) que se recogía en el lecho de los ríos, a la usanza de los gambusinos del norte.

Esas bolitas se troquelaron con un sello y se les dio un determinado valor para agilizar su circulación y no tener que pesarlas al hacer transacciones.


De Lidia pasó a Grecia y durante más de mil años fueron de gran utilidad para el comercio.

En el siglo I, a. C. Publilius Syrus se recetó la frase: “El dinero mueve al mundo”; a pesar de que un siglo después, en una de las epístolas de Pedro a Timoteo, le dijera: “El amor por el dinero es la raíz de todo mal”.

Quevedo puso su cuarto de espadas al afirmar “Poderoso caballero es Don Dinero”


Las maledicencias dirigidas contra el dinero, aparecieron en el relato del nuevo testamento cuando se le imputa a Jesús el delito de sedición por conspirar para que no se pagaran los tributos al César, y cuando pide que le muestren la moneda consistente en el denario que tenía la efigie de Tiberio, salió airoso del trance con la frase evasiva: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Con lo que los centuriones que pretendían aprehenderlo se quedaron satisfechos pero en realidad hubiera sido lo mismo que si les hubiera cantado la petenera.

Ya resulta innecesario mencionar el precio de la traición del Iscariote, que fueron treinta monedas de plata, circunstancia que provocó que a partir de la edad media, el dinero fuera considerado maldito, pecaminoso, indigno y malvado, excepto cuando se haya lavado al pasar por el cepo de la Iglesia.

Influido el Derecho por la tradición Judeo-cristiana, lo que fue considerado pecado, degeneró en delito. La legislación penal actual le ha puesto diversos nombres aunque tenga la sustancia común de provenir de una actividad ilícita y destinar esos recursos a actividades aparentemente lícitas.


Si un narcotraficante, productor o especulador, pone una escuela, una tienda, una farmacia, una gasolinera o cualquier otro negocio de apariencia limpia, pero con recursos mal habidos, con eso es suficiente para que se le acuse y procese por el delito de lavado de dinero sobre el supuesto de que es de procedencia ilícita.

A pesar de todo, nadie dijo nada cuando Girolamo Prigione, el Nuncio Apostólico del Vaticano se quedó temporalmente esperando la remesa de dinero pecaminoso que llevaría a Roma, producto del lavado de almas y conciencias del crimen organizado, como óvolo para el perdón y venta de indulgencias a semejanza de la mas rancia tradición medieval, que en su momento provocó la protesta de Martín Lutero y el nacimiento del protestantismo.

Tiempos que creíamos idos y enterrados le costaron la vida al Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara en el año de 1993. Suceso que capitalizó Salinas para establecer relaciones diplomáticas con el Estado del Vaticano.


Ejemplos de lavado de dinero, cunden en la Banca a la que se le ha vendido la economía nacional, casos como el Melate, como el HSBC; la creación de escuelas confesionales de Maciel, las concesiones mineras, la entrega de la industria petrolera al mejor postor, los depósitos de dinero lavado hechos en la banca Alemana y provenientes del Banco Ambrosiano del Vaticano; y quien sabe cuantos negocios mas turbios y ocultos.

Así que para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo; rasgamos vestiduras por la morralla que da de comer a los más fregados y cerramos los ojos ante los estratosféricos negocios de los delincuentes de cuello blanco que cada día son más ricos.

Para mi gusto el delito de lavado de dinero, o como se etiquete, es tan absurdo que el día que haya un Congreso inteligente, lo va a hacer desaparecer…o sea: nunca.