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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Obama, el electorero
Rebeca Ramos Rella
20 de agosto de 2012
alcalorpolitico.com
Simulación. Maniobra electorera. Inequidad. Acusaciones que le espetaría AMLO a Barack Obama, toda proporción guardada si fuera su contendiente y en referencia al novedoso e inusitado Programa de suspensión de Deportaciones de Migrantes indocumentados. Y es que la otra elección, a la que el mundo sigue con interés, ya está cerca, será el próximo noviembre y será la casi segura reelección del Presidente en funciones de los Estados Unidos de América, aunque a los republicanos y ultras les duela.

Obama estratega consumado y bastante pragmático recicla las promesas del 2008 –las incumplidas, por supuesto- y desde la Oficina Oval pavimenta la garantía de su reelección, seduciendo con acciones concretas a la población hispana o latina, que hoy ya es la primera minoría en su país con cerca de 50 millones de personas, una sexta parte de la población –los niños latinos son la cuarta parte de la población infantil- y que definirá la votación en estados donde se registran mayores aumentos poblacionales –Alabama, Luisiana y Carolina del Norte- además de los estados clave con mayoría de concentración hispana como California, Nuevo México, Florida que suelen ser cambiantes en el respaldo electoral.

Un estudio poblacional reciente de la Universidad de California arroja datos remarcables sobre la supremacía en crecimiento de la comunidad latina en el vecino norteño. Veamos:
El mayor se registra en Carolina del Sur, con un 148%; Alabama con 145%; Tennessee con 134% y Arkansas con 114%, aunque el 50% de latinos radican en California -14 millones-, Texas y Florida. La capacidad adquisitiva hispana se incrementó entre 1990 y 2011 a 457%, frente al 267% de los de origen asiático; del 173% de los nativos estadounidenses; del 151% de los afroamericanos y del 114% de los blancos no hispanos.


Según este reporte, cada hora, nacen 131 latinos en Estados Unidos, con una proyección de aumento del 167% entre 2010 y 2050, frente al 142% de los asiáticos; del 56% de los afroamericanos y el 1% de los blancos no hispanos. Con una población promedio de 27 años sobre los 37 años de los nativos, la población latina en EUA, se ha convertido en la duodécima mayor economía del mundo y dentro de tres años, se situará en el noveno lugar global.

De manera que quiéranlo o no, los hispanos en el norte son hoy una base sustancial de la economía nacional estadunidense, un estrato poblacional significativo en términos sociales y culturales y también, un universo social atractivo y determinante en lo electoral.

Hace 4 años Obama ganó con cerca del 70% de votos latinos –de 12 millones de electores latinos registrados, 10 millones votaron por él-, con el discurso del cambio y con el compromiso de concretar la Reforma Migratoria.


Como sabemos ésta como otras promesas quedaron pendientes por la crisis financiera del 2008 y el desempleo; por la falta de apoyo mayoritario en el Congreso y la negativa en el Senado estadunidense -bastión republicano- para aprobar la reforma y luego la Dream Act, que favorecía a jóvenes hijos de migrantes para acceder a universidades y terminar sus carreras; también por el recrudecimiento de las leyes antiinmigrantes; asimismo por los efectos de la guerra contra el crimen organizado en México, que elevaron las acciones de seguridad fronteriza y el clásico miedo chauvinista antimigrante y en el colmo, porque Obama arreció el número de deportaciones de migrantes indocumentados, a 400 mil anuales, cifra record en la historia de su país, que lastimó y partió a familias enteras.

En el transcurso de estos 4 años, Obama bajó en simpatías latinas al 57%, en una reacción de desilusión y protesta ante cambios frustrados para favorecer a la población latina. No obstante, Obama está consciente de que el voto latino es el “factor decisivo” en 9 estados - Colorado, Nevada, Florida, Virginia, Carolina del Norte, Iowa, Arizona, Nuevo México y Connecticut-, que concentran 101 de los 270 votos del Colegio Electoral, indispensables para ganar. Según diversos analistas hoy, Obama cuenta con 247 electores y su rival republicano Mitt Romney, con 191, pero no hay que confiarse, sobretodo en los primeros tres, pues solitos, representan 34 votos del Colegio Electoral y son en mayoría de hispanos.

Con el ánimo de reconquistar votos latinos y restaurar la esperanza fallida de estos 4 años, el pasado 15 de junio, frente a la quijada al suelo de sus opositores, Obama decidió la suspensión inmediata de las deportaciones de jóvenes, hijos de migrantes indocumentados, menores de 30 años, que hayan llegado a su país antes de cumplir los 16 y que no presenten antecedentes penales.


Este programa denominado Sistema de Acciones Diferidas, según el Pew Hispanic Center, podrá beneficiar a casi el millón y medio de hijos de migrantes –alrededor del 70% de origen mexicano-. Y pese al debate conceptual entre sus adversarios de si esta medida electorera a todas luces, es “amnistía o inmunidad” encubiertas, palabras despreciables para los ultras y conservadores antinmigrantes, la realidad es que Obama en acto temerario y estratégico, va por lo suyo y los latinos lo van a ayudar, pues anticipó que no será permanente, pero “permitirá utilizar nuestros recursos de una forma más sabia y ofrecerles a estos jóvenes esforzados, talentosos y patrióticos, un alivio. Es una decisión correcta”. Parafraseó Obama el populista y en todo su derecho. Y México aplaudió. Pero analizamos que esta determinación ejecutiva y administrativa del Presidente confronta al Congreso renuente y puede allanar más el camino hacia la plena Reforma Migratoria prometida, otros 4 años más.

Ya en vigor a dos meses de su anuncio, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos comenzó a aceptar solicitudes de miles de jóvenes estudiantes o pasantes, que han servido en las fuerzas armadas y que carecen de historial criminal. Los “dreamers” están felices y sus familias festejan. Bien.

Obama se ha saltado al Congreso, ha consentido en un acto de eminente justicia y de derechos humanos y ha asegurado los votos necesarios para arrasar a sus adversarios. Vuelve a utilizar el tema migratorio como bandera de campaña, pero hay que trascenderlo desde el gobierno. Ese es el reclamo.


La pregunta es si una vez reinstalado en su misma silla de su misma oficina, renovará su voluntad política y trabajará para lograr los apoyos necesarios en el Legislativo, para consolidar la demanda añeja y la acción inteligente de regular la migración indocumentada a su país.

Ojalá Obama y su partido vencieran la inercia de una sociedad que se autoerige como la más democrática y moderna del mundo, pero que exhibe su conservadurismo y su racismo, retrógradas, cuando se trata de reconocerse y aceptarse como una nación formada, fortalecida y exitosa por las migraciones que la distinguen y la sostienen.

En la reelección, la comunidad latina tiene la palabra. Tal vez vuelvan a creer y apoyen. Esperemos que Obama el electorero, ya reelecto, recobre su nivel de estadista, cumpla la suya y no les falle otra vez.


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