5 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
Frenético ha sido el ritmo de los días recientes. En una apretadísima síntesis: el jueves el Trife desecha todas las impugnaciones presentadas por la izquierda y declara valida la elección del 1 de julio; apenas un día después proclama presidente electo a Enrique Peña Nieto, un resultado que no reconocen las dirigencias formales del Movimiento Progresista ni López Obrador ; el día 1 de septiembre se instala el Congreso y el presidente Felipe Calderón manda su sexto Informe por escrito; dos días después, en Palacio Nacional transmite un mensaje en el que pide apoyo para Peña Nieto; 24 horas más tarde, quien fuera candidato del PRI presenta a su equipo de transición; simultáneamente, se anuncia que el miércoles se reúnen formalmente entrante y saliente en Los Pinos y luego Peña se va de gira para entrevistarse con Kirchner en Buenos Aires, Roussef en Brasilia y Santos en Bogotá. ¡Uff! Hay que ir por partes:
—El Movimiento Progresista no pudo probar que las irregularidades denunciadas fueran causales de invalidez ni que hubiesen significado la compra de 5 millones de votos. En cuanto al rebase de topes de gastos de campaña, absolutamente todos los partidos aprobaron un plazo de auditoría del IFE que se extiende hasta enero. Por supuesto que es más que probable que el PRI o algún otro haya rebasado con mucho esos topes. Pero había que demostrarlo. Los casos de Monex y Soriana, a pesar de lo escandalosos, no estuvieron debidamente documentados. Es una discusión bizantina si quienes acusaron debían sustentar cada impugnación o si correspondía al tribunal investigar hasta el final haciendo uso de sus facultades constitucionales; lo malo para los demandantes es que esa es una atribución que puede o no ejercer el Trife según su criterio. En cambio, sí cabe señalar que los magistrados emitieron un fallo en el que parecieron más un órgano de refutación que un colegiado de valoración. Más que ponderar imparcialmente la calidad de la elección, actuaron como abogados defensores del conteo del IFE y por lo tanto detractores de todas las impugnaciones.
—Claro que las dirigencias de izquierda están en todo su derecho de criticar con la dureza que consideren necesaria un fallo como el emitido por el Trife, pero de ahí a la no aceptación hay una distancia. Primero tendrían que admitir algunos errores estratégicos antes y después de la elección: haber firmado un compromiso de reconocimiento del resultado unos días antes, cuando ya deberían haber sabido el cúmulo de irregularidades que denunciarían poco después; las largas lecturas públicas de acusaciones parciales que sí levantaban sospechas pero que no acababan de ser consistentes, pero, sobre todo, el error garrafal del montaje mediático de los chivos y las gallinas que redujo una acusación gravísima a un asunto de animales de corral. Olvidaron que en política no eres lo que eres, sino lo que pareces.
—No ha habido una respuesta razonable para una pregunta esencial: ¿cómo fue posible que la elección presidencial fuera fraudulenta y las del DF, Tabasco, Morelos y sobre todo las legislativas de senadores y diputados fueran impolutas? Otro indicador al que no han querido referirse es el hecho de que el PRI obtuvo prácticamente los mismos votos para su candidato a la Presidencia que para sus candidatos a senadores y diputados: 38.2% de votos para Peña Nieto; 40.6% que representan 52 priístas en la cámara alta y 41.4% con 207 escaños en San Lázaro. Parejo y consistente.
¿Será esto que, en la izquierda, ni los ganadores en entidades ni en el Congreso han cuestionado sus elecciones? Marcelo Ebrard parece haberlo resumido puntualmente: “No estoy de acuerdo con el contenido, insisto, el contenido, del fallo del Trife, pero lo acato y respeto la resolución del Tribunal y la ley”. La pregunta ahora es: ¿cuántos de los 28 senadores y 134 diputados del PRD, PT y Movimiento Ciudadano estarán con AMLO el domingo 9 en el Zócalo?
@RicardoRocha_MX
[email protected]
Periodista
—El Movimiento Progresista no pudo probar que las irregularidades denunciadas fueran causales de invalidez ni que hubiesen significado la compra de 5 millones de votos. En cuanto al rebase de topes de gastos de campaña, absolutamente todos los partidos aprobaron un plazo de auditoría del IFE que se extiende hasta enero. Por supuesto que es más que probable que el PRI o algún otro haya rebasado con mucho esos topes. Pero había que demostrarlo. Los casos de Monex y Soriana, a pesar de lo escandalosos, no estuvieron debidamente documentados. Es una discusión bizantina si quienes acusaron debían sustentar cada impugnación o si correspondía al tribunal investigar hasta el final haciendo uso de sus facultades constitucionales; lo malo para los demandantes es que esa es una atribución que puede o no ejercer el Trife según su criterio. En cambio, sí cabe señalar que los magistrados emitieron un fallo en el que parecieron más un órgano de refutación que un colegiado de valoración. Más que ponderar imparcialmente la calidad de la elección, actuaron como abogados defensores del conteo del IFE y por lo tanto detractores de todas las impugnaciones.
—Claro que las dirigencias de izquierda están en todo su derecho de criticar con la dureza que consideren necesaria un fallo como el emitido por el Trife, pero de ahí a la no aceptación hay una distancia. Primero tendrían que admitir algunos errores estratégicos antes y después de la elección: haber firmado un compromiso de reconocimiento del resultado unos días antes, cuando ya deberían haber sabido el cúmulo de irregularidades que denunciarían poco después; las largas lecturas públicas de acusaciones parciales que sí levantaban sospechas pero que no acababan de ser consistentes, pero, sobre todo, el error garrafal del montaje mediático de los chivos y las gallinas que redujo una acusación gravísima a un asunto de animales de corral. Olvidaron que en política no eres lo que eres, sino lo que pareces.
—No ha habido una respuesta razonable para una pregunta esencial: ¿cómo fue posible que la elección presidencial fuera fraudulenta y las del DF, Tabasco, Morelos y sobre todo las legislativas de senadores y diputados fueran impolutas? Otro indicador al que no han querido referirse es el hecho de que el PRI obtuvo prácticamente los mismos votos para su candidato a la Presidencia que para sus candidatos a senadores y diputados: 38.2% de votos para Peña Nieto; 40.6% que representan 52 priístas en la cámara alta y 41.4% con 207 escaños en San Lázaro. Parejo y consistente.
¿Será esto que, en la izquierda, ni los ganadores en entidades ni en el Congreso han cuestionado sus elecciones? Marcelo Ebrard parece haberlo resumido puntualmente: “No estoy de acuerdo con el contenido, insisto, el contenido, del fallo del Trife, pero lo acato y respeto la resolución del Tribunal y la ley”. La pregunta ahora es: ¿cuántos de los 28 senadores y 134 diputados del PRD, PT y Movimiento Ciudadano estarán con AMLO el domingo 9 en el Zócalo?
@RicardoRocha_MX
[email protected]
Periodista