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Columnas y artículos de opinión
Espacio Ciudadano
¡No abusen de nuestra inteligencia y paciencia!
Jorge E. Lara de la Fraga
6 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
“En la desigualdad tan grande que prevalece en nuestro país, la democracia encuentra enormes dificultades”.

Para los venerables jueces electorales todo fue impecable con respecto a los comicios presidenciales del 2012, estuvieron “rechinando de limpios” y se cumplió a plenitud con el artículo 41, fracción tercera, de nuestra Carta Magna, porque en el proceso –según ellos- se hicieron evidentes los principios rectores de la certeza, la legalidad, la independencia, la imparcialidad y la legalidad. Es más, en su valoración augusta, únicamente fueron rumores y mitos las triangulaciones financieras, las empresas fantasmas, los prestanombres, las tarjetas Soriana y Monex, así como la entrega de obsequios, de materiales y dinero para la compra de sufragios. Su supremo veredicto dejó de lado la perversidad televisiva, la avalancha mediática y la presencia múltiple de promocionales, el rebase amplísimo del tope de campaña estipulado, los sondeos sesgados de las encuestas y la campaña de desprestigio y odio contra un candidato específico.

Como es del conocimiento de todos, por unanimidad, el Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declaró totalmente infundado el juicio de nulidad presentado por el Movimiento Progresista. Según el órgano dictaminador, las fuerzas opositoras de la izquierda no lograron acreditar ni una sola de sus diez denuncias. Indican los jueces que el Movimiento pretendió, con afirmaciones subjetivas, abstractas y dogmáticas, anular el proceso. Determinaron finalmente que los quejosos no aportaron pruebas o evidencias suficientes en ninguno de los agravios. El magistrado Salvador Olimpo Nava Gomar, externó con satisfacción: “México tiene un Presidente legítimo, electo por el pueblo, el señor Enrique Peña y el proceso no debe mancharse; la elección no debe invalidarse, debe prevalecer el respeto al voto de 50 millones de mexicanos…”ya encarrerado adicionó: “México tiene un Tribunal Constitucional en materia electoral, tuvo una elección transparente que no debe invalidarse y tenemos un marco normativo que se apega a cualquier estándar internacional democrático…”


No cabe duda, nada es más vergonzoso que aprobar la simulación y la mentira. Los jueces vieron otra película, una cinta color de rosa donde todo transcurrió de manera limpia, normal y los protagonistas ofrecieron lo más digno de sí mismos. Para esos señores magistrados no hubo trapacerías, irregularidades ni financiamiento ilícito. Es más, están en el entendido de que Televisa y Televisión Azteca no hicieron campaña encubierta a favor de nadie y que las encuestas orientaron a la gente para proceder con libertad a emitir su voluntad ciudadana. Asimilan los ínclitos jurisconsultos que su sabio dictamen llevará la paz y la concordia a todo el país. Por su parte, la clase detentadora del poder anhela y demanda que todos los compatriotas acepten pasivamente el dictamen, que brillen por su ausencia las protestas y los enojos de los ofendidos, de las victimas de la contienda. Ahora sólo resta que se les premie con distinciones áureas a los fascineros y se remita al exilio o a la guillotina a los que se atrevan a disentir y a inconformarse contra el resolutivo electoral.

Querámoslo o no, ese fallo del Tribunal Electoral nos viene a fracturar –una vez más- a los mexicanos; casi 15 millones sufragamos por un cambio verdadero y el resultado oficial de los comicios del 2012 nos parece indigno y atentatorio al lento avance democrático del país. Si el proceso se hubiera desarrollado con normalidad se aceptaría el fallo, lo que incomoda es la forma ruin en que procedieron los supuestos triunfadores. Por otra parte, el éxito del mexiquense representa un retroceso histórico, porque se atisba en el futuro inmediato la instrumentación de las mismas estrategias neoliberales para favorecer a los pocos y hundir en la pobreza y en la miseria a más de 55 millones de compatriotas. Seguiremos padeciendo el tráfico de influencias, el derroche de los recursos públicos, la afectación de nuestras riquezas energéticas, las políticas clientelares, el fortalecimiento de duopolio televisivo, la devaluación educativa, el deterioro ecológico, la violencia y la inseguridad.

Por mi parte, mientras siga teniendo energías y optimismo, proseguiré en la lucha de una manera pacífica e inteligente. No me sumiré ni en las desesperanza ni en el conformismo. Espero que otros más asuman actitudes de oposición crítica y constructiva. Como elemento de la tercera edad me rebelo por lo que veo venir: detecto a un individuo acotado, envestido con la banda presidencial, con muchos compromisos o facturas por pagar y rodeado de acreedores que invirtieron jugosas cantidades para obtener a fin de cuentas un rico bono sexenal. Los costos serán a cargo del pueblo y del patrimonio común.