icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Los retos de Peña Nieto. Drogas
Luciano Blanco González
8 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
Desde nuestra prudente y sensata cobardía, pretendemos avizorar muy pronto, un México pacífico y tranquilo en el que podremos disfrutar de una paradisíaca convivencia social, sin la lastimosa violencia, sin los lamentables secuestros, sin las forzosas extorsiones, sin los criminales levantones, sin angustias ni sobresaltos. Ello, debido a que todas nuestras infrustables esperanzas, están puestas en el próximo presidente de la nación, don Enrique Peña Nieto de quien equivocadamente creemos que posee un poder mágico para detener esta cruel masacre que sacude y conmociona a la población en general.

Ingenuos, pretendemos desconocer la magnitud del problema que enfrentamos, su dimensión nos permite predecir que éste, no tiene un fin inmediato, porque los multimillonarios intereses económicos que se interponen, son de una magnitud inimaginable, armas y drogas aparecen en un primer escenario, como la visible causa de todos los males. De las drogas, no tan solo preocupa la producción y tráfico sino el desenfrenado consumo en que ha caído la población nacional, principalmente en la juventud, sector en el que alcoholismo y drogadicción corren parejos. En este atípico escenario en que los carteles de la droga abrevan en el alma maligna del programa de desestabilización internacional que en México se bautiza como Rápido y Furioso, quien les proporciona, armamento bélico y dólares en abundancia, mientras no se paralice, la tragedia continuará.

Peña para enfrentar este problema y detener esta cruel carnicería humana que lastima a toda la población civil, inclusive a la militar y para lograr la anhelada pacificación, solo tiene 4 opciones visibles, 1,- Volver legítimo lo actualmente ilegítimo, legalizando la producción, uso, consumo, transporte y comercialización de, o de algunas drogas. 2,- Pactar con los carteles de la droga al precio que sea, una política de tolerancia para controlar los excesos operativos de estas organizaciones en su actuar militar y financiero. 3.- Continuar con la política de persecución Calderonista contra el crimen organizado, exponiendo prestigio, capacidad, recursos multimillonarios y vidas humanas. Cueste lo que cueste. 4.- Acceder a los caprichos del imperialismo norteamericano, origen y causa de todos estos males con sus millones de consumidores, con sus millones de dólares y con su ambiciosa y perversa política que pretende seguir saqueando indiscriminadamente los recursos naturales del país, para lo que se vale de sus programas encubiertos en el cinismo, en el doble discurso de amistad y colaboración, en la hipocresía como el de Rápido y Furioso, cuyos fines por inmorales, truculentos y enmierdados no dan a conocer.


En cuanto a la primera opción, una decisión de esta naturaleza, chocaría con el templo milenario de nuestro moralismo medieval, cuyos fuertes, torres y torreones, son baluartes de una decadente y bidiestra moralidad, extraviada, escondida, agazapada entre la intimidad, la libertad y el libertinaje, que adora la inmaculada concepción del salvador por un imaginario ángel y oculta en una supuesta santidad y pureza sus lujuriosos desenfrenos.

Países altamente civilizados como Holanda, reconocen la existencia de los vicios humanos y los aceptan como parte de su naturaleza, mis ojos se han recreado en los miles de escaparates tras de cuyos atractivos cristales se ofertan para hombres y mujeres, lesbianas y gay, los placeres mas mundanos, saber que en los cafés del Barrio Rojo de Ámsterdam, se fuma la marihuana, como se fuma el tabaco sin ninguna restricción y que drogas de todos calibres están al alcance de quien las pueda pagar, sin que nadie sea perturbado por sirenas policíacas, chicharras, o bastones eléctricos, esposas o gas pimienta, o las terroríficas pistolas, rifles y metralletas. Tiene el licenciado Enrique Peña, escuchar la opción que plantea Vicente Fox, a los presidentes de Guatemala, Uruguay y Bolivia, voltear al oeste Americano que en este camino anda a largos pasos, tendría que escapar astutamente a los acosos moralinos de la mitra, del Tío Sam, que voraz, espía todos los movimientos nuestros, ansioso de engullir lo que todavía nos queda. Esquivar al endino animal del demonio de cuya cartera fluyen los corruptores dólares para sobornar la autoridad nacional, para que a través del Plan Mérida, sigamos siendo los custodios de sus fronteras y evitar que de Centro y Sudamérica sigan fluyendo los torrentes de droga hacia su territorio.

Debe de hacerse sin perder de vista en el juego de los valores éticos y de las acciones del Gobierno, que quienes hayan elegido el camino de las drogas y de la drogadicción, como vendedores o como consumidores, si se quieren meter en su cuerpo lo que quieran, es su derecho y esto también tiene que respetarlo el Estado Mexicano. Este más que un problema de seguridad, debemos de verlo como un problema de salud, en el que ya estamos muy rebasados.


Legalizar las drogas en todas sus fases no quiere decir que las compre cualquiera y en cada esquina, no, obviamente que no, se reglamenta, qué clase de drogas son lícitas, quién las puede producir, quién las distribuye, quiénes y de qué edades las pueden comprar, en Holanda por ejemplo la Heroína la compra y distribuye el mismo gobierno por considerarla adictiva y de alta peligrosidad y solo la vende a determinados ciudadanos, en esta materia podemos dar un paso adelante, no nos neguemos a nosotros mismos, no escondamos la realidad, controlémoslas mediante una reglamentación adecuada. Nuestros muchachos están en manos de distribuidores malandrines que son capaces de aventarlos al abismo y ellos capaces de hacerlo con tal de tener un buen conecte.

En cuanto a la segunda opción, nuestra cineculesca y telenovelera imaginación concibe que los comerciantes de la droga, que los narcotraficantes para lograr su objetivo de producir, transportar y comerciar los enervantes gustan de vivir en una constante guerra de unos contra otros, en lucha por el control de las plazas y de autoridades que solapen sus ilícitas actividades, creemos que su pasión es enfrentar a balazos a soldados, policías y marinos; Estamos testarudamente equivocados, lo que menos desean los carteles, los mini cartel o los menudistas es tener problemas con la autoridad a la que actualmente para controlar y someter lo hacen mediante métodos terroríficos de intimidación personal y familiar así como con jugosos sobornos, con lo que mantienen paralizados, a la policía y algunas áreas del gobierno, cuyos elementos no ven, no oyen, solo encubren en su uniforme oficial la protección al crimen y una vergonzante institucionalidad que hace sentir pequeño e indefenso al ciudadano común que cree que encontrará apoyo y protección en los uniformados. Si los pactos se hicieran y funcionaran, ¿habría necesidad de todo esto?. ¿Habría necesidad de exponer nuestros mandos y personal civil al exterminio en una guerra sin sentido y que realmente no es nuestra, si no de Estados Unidos?

De todas maneras la autoridad tiene el deber de cumplir una serie de funciones que le impone la Ley, como es vigilar el respeto por la vida, la salud, el patrimonio, el decoro y la dignidad de las personas, nada impide que lo siga cumpliendo con pacto o sin pacto. Lo lamentable es que por terror al Cartel, han crecido, bandas, banditas y bandotas dedicadas al secuestro, la extorsión por el piso, por la vida, por la seguridad, estas nada tienen que ver con los carteles.


En cuanto a la tercera opción. Sería muy triste y decepcionante para el país que un estadista como Peña Nieto, se entrampara en la política de exterminio que hereda de Felipe El Grande, cuya guerra duele porque la patria sufre un desangramiento horrendo que llena de un dolor intenso y de amargas lágrimas a miles de hogares en México, cuyos deudos viven la pasión irredenta, sin salvación y sin gloria. Ojalá con Peña se desactive la espoleta, ojalá que no haya quien jale el gatillo en ninguno de los 2 bandos, ojalá que la sangre y las lágrimas derramadas sean suficientes para mojar la pólvora de ambos frentes de guerra y pronto no tengamos por esta guerra insulsa, ni un tiro más, ni un muerto más, ni un secuestrado más, ¡Ya, apláquense ¡será la consigna de Peña y a la desobediencia quizás, ¡Ya apláquenlos! pero esto tiene que terminar. Actuando si es necesario, dentro de un tiempo prudente.

En cuanto a la cuarta opción quizás no sea necesario utilizarla, un error político de Calderón fue su alianza estratégica con la economía Europea, desplazando a los vecinos de jugosos negocios en telefonía, comunicaciones, electrónica, turismo, minería, petróleo y armamento, esto le pegó en el estomago y en los testículos al buen Tío, quien como siempre, aparentemente generoso y desinteresado para que se enmendaran las facilidades, comenzó a poner obstáculos y a desestabilizar la administración pública Calderonista mediante fuertes apoyos en armas y en dinero a los cartel de la droga y al crimen organizado, dóciles instrumentos de dominación a cuyos miembros abre sus puertas sin problemas. Su actitud es la misma que cuando apoyaron con armas y dinero a nuestro invicto Juárez contra el imperio europeo de Maximiliano, es lo mismo que cuando ayudaron a Flores Magón y a Francisco I. Madero contra Porfirio Díaz que se había entregado a Europa, en minería, petróleo, ferrocarriles y comercio. Es lo mismo que cuando apoyaron a Villa y a Emiliano Zapata contra Venustiano Carranza para ponerlo a sus pies, es lo mismo que cuando apoyaron a Lázaro Cárdenas en la expropiación petrolera de las compañías: inglesas, españolas, belgas, holandesas, alemanas, heredadas por Don Porfirio. No hay diferencia en el escarmiento a Díaz Ordaz, mediante el movimiento del 68, para evitar en la guerra fría que el gobierno se inclinara hacia el bloque socialista, los errores calderonianos han tenido un elevado costo, cuya pesadilla quedará inscrita en la página más negra de la historia de México.

Al pueblo Mexicano ante los tortuosos embates de una política subterránea y agresiva de nuestros codiciosos vecinos, lo preservará la astucia y la diplomacia que en lo personal sabrá ejercer Peña Nieto, para salvar a este país del constante acoso político y militar de nuestros vecinos. No hacerlo será el riesgo de que en lugar de dos secretarios de Gobernación emboscados militarmente por los aliados del Zar, durante el presente sexenio, tendremos en su lugar, en el sexenio por venir, una masacre generalizada en el pueblo y en todo el gabinete. Será el trato civilizado, que de Peña Nieto a nuestros primos, lo que contenga el mortal flujo de armamento bélico a nuestra territorio, la única manera de detener la proliferación por todos lados de la violencia salvaje que vivimos.


Ojalá y el nuevo Gobierno sea capaz de analizar las aristas de este problema y tomar las medidas adecuadas, las drogas hay que enfocarlas primero como un problema de salud, luego como una de las fuentes económicas mas fuertes, cuyo alcance viene siendo superior al petróleo y por cuya magnitud si esta fuera del control del Estado es motivo de Seguridad Nacional. Salvemos a nuestra juventud, la hemos aventado a las manos de la delincuencia que les provee de satisfactores y placeres de alto riesgo por la mala calidad y porque para conectar (comprar) por el vicio exponen sus mismas vidas.