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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
El mensaje de Peña Nieto: no tiene amigos
Arturo Reyes Isidoro
11 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
¿Qué quiso decir ayer el Presidente electo Enrique Peña Nieto con eso de que un Presidente no tiene amigos?
 
“Tengo claro que un Presidente de México no tiene amigos, está comprometido con un único interés, el avance de la República, ese es el criterio que habrá de normar mi actuación”, afirmó en la comida de los “Los 300 Líderes”, según se leía por la tarde en los diversos portales informativos.
 
Tan contundente afirmación ofrece varias lecturas políticas y –pienso– para quien quiera y sepa leer entre líneas marca también una línea a seguir para el resto de la pirámide del poder, desde la punta de arriba hacia abajo hasta la base, incluyendo la estructura del propio gobierno federal, las bancadas en especial las priistas en el Congreso federal, en las Cámaras de Senadores y de Diputados, las gubernaturas de los estados, los congresos locales, las presidencias municipales y hasta las agencias municipales.
 
Marca una línea pero también, otra lectura, suena hasta advertencia, da a pensar que Peña Nieto está advirtiendo muy claramente a todos, sin excepción, a todas las autoridades del país, a todos los políticos, a todos los dirigentes, que en ese su interés de que avance la República no tendrá consideración con nadie si ofrecen o se constituyen un obstáculo para lograr su propósito.
 
¿Por qué desde un principio y antes de que rinda protesta constitucional y asuma el cargo y el mando está marcando un claro deslinde con todos al decir que no tiene amigos? Hacia adentro de su equipo corren versiones de que Peña Nieto pondrá orden en el país y eso implicaría que actuará contra quien tenga que actuar.
 
Pero, además, se entendería que le está diciendo a Pedro para que lo entienda Juan que es hora de hacer a un lado las camarillas de amigos, que implican un compromiso personal pero no necesariamente a favor de los gobernados.
 
No puede pasarse por alto el preciso momento en que marca muy claramente el criterio que habrá de normar su actuación, una vez que ha sido declarado Presidente electo, cuando prácticamente tiene el poder en sus manos, cuando un equipo suyo, de toda su confianza, está recibiendo el patrimonio de la nación y cuando el mando, de hecho, ya lo tiene, ya lo ejerce.
 
A mi juicio, Peña Nieto actúa con una gran inteligencia. En campaña una afirmación como la que acaba de hacer ayer le hubiera significado la derrota y le hubiera costado la falta de apoyos de los más diversos intereses que actúan en función del interés de a ver qué sacan a cambio de lo que dan.
 
Digo que actúa con inteligencia porque por haber hablado antes de tiempo, por haber anticipado lo que pensaba de la realidad del país y de lo que se proponía, en aquel histórico discurso del 6 de marzo de 1994 con motivo del 65 aniversario del PRI en el Monumento a la Revolución (entonces asistí como reportero invitado por el CEN tricolor), Luis Donaldo Colosio firmó su sentencia de muerte.
 
Actúa con inteligencia, porque por haberse sentido ya dueño de la Presidencia, por prácticamente amenazar y adelantar lo que haría con el grupo que –continúa afirmando– se ha adueñado y maneja el país, en 2006 a Andrés Manuel López Obrador las poderosas fuerzas económicas, oligopólicas del país le desataron una feroz campaña con el argumento de que era un peligro para México y lo desfondaron y le impidieron que llegara a Los Pinos.
 
Peña Nieto ha actuado al revés. Procuró asegurarse el apoyo de todos, asegurar su triunfo y lograr el reconocimiento legal como nuevo Presidente para salir a hablar y a marcar muy claramente que no actuará en función de amigos, de camarillas, de intereses particulares o de grupo, que eso y no otra cosa está diciendo con su afirmación de ayer.
 
Pero además, el mexiquense marcó también línea al enumerar las cualidades que debe tener un líder: claridad en el rumbo, disposición para formar equipos de excelencia, toma de decisiones, capacidad para lograr acuerdos e impulsar la participación social, y dar resultados.
 
Interesante, por demás interesante su definición de que un Gobierno se mide por los resultados que tenga, pero, además, también su afirmación de que un líder es alguien con la capacidad de convocar a personas de distintos pensamientos para transformar la realidad; que México no puede ser el país de la imposición, que no se puede imponer una visión única.
 
A principios de agosto pasado, una persona del círculo peñanietista, que participó en la administración del entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, me comentó en el altiplano algo que ahora me ha hecho recordar la declaración de ayer.
 
Para mi sorpresa, me dijo que alguna vez la prensa mexiquense publicó señalamientos que lo involucraban a él y a miembros de su familia, y que no obstante ser parte de ese equipo gobernante, lo llamaron a cuentas al Palacio de Gobierno en Toluca y le exigieron una explicación, la que tuvo que ofrecer con todo detalle, ante lo que se le exoneró, no sin antes recibir la advertencia de que no se le toleraría ninguna infracción, de ningún tipo, so pena de recibir un castigo. Y eso que era amigo, muy amigo, cercano al poderoso.
 
Ya me lo decía, cómo era el estilo de gobernar del ahora nuevo Presidente y esperaba que se reprodujera en el gobierno federal. Por lo que se ve, así va a ser.
 
Aparte pero en la misma reunión, ante el mismo Peña Nieto, Claudio X. González, presidente de Mexicanos Primero, dijo que si el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) quiere comisionados, que los pague; que la corrupción está enquistada en la educación en México y que es imperativo que se elimine el despilfarro. Urgió poner fin al abuso y a las comisiones sindicales.
 
Héctor, no para
 
Y sin embargo se mueve. Pero no, no nos referiremos a Galileo Galilei, a quien se atribuye la famosa frase. El que se mueve, y cómo se está moviendo, es el senador Héctor Yunes Landa, quien mientras está en el círculo de espera no deja de hacer ejercicios de calentamiento con el bat, según sus allegados, pa’ lo que se pudiera ofrecer. Ayer no dejó de llamarme la atención que en el portal del diario Milenio, en su sección “Firmas”, aparece como colaborador “invitado” y colocaron su artículo “La transición responsable” en lugar preferente incluso arriba de las firmas de Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva y Héctor Aguilar Camín. Óooorale.