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Columnas y artículos de opinión
Al Pie de la Letra
2013: lealtades a prueba
Raymundo Jiménez
12 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
Apenas pasó la elección federal del pasado 1 de julio, el gobernador Javier Duarte de Ochoa –en su calidad de jefe nato del priismo veracruzano– concentró su mirada en el tablero del ajedrez municipal, donde su gobierno y su partido serán puestos en jaque por la oposición en los comicios locales de 2013.

Hasta ahora, ningún proceso electoral en Veracruz ha sido semejante al inmediato anterior. Varían los factores y las circunstancias. Un candidato presidencial y su campaña tienen un impacto muy superior al efecto de un aspirante a gobernador, diputado o presidente municipal.

En Xalapa, por ejemplo, no cabe la menor duda de que los 71 mil votos que hace dos meses obtuvo el flamante diputado federal Uriel Flores Aguayo, del PRD, le fueron endosados por el abanderado del Movimiento Progresista a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.


Pero si Flores Aguayo fuese postulado el año entrante a la alcaldía xalapeña, ¿obtendría por sí solo la mitad al menos de esos mismos sufragios? Muchos dudan que el líder fundador del Movimiento Popular Independiente (MOPI) pudiera repetir esa hazaña.

En la sucesión presidencial de 2006, el PRI en Veracruz fue la tercera fuerza electoral. No sólo fue aplastado Roberto Madrazo sino que por primera vez el priismo de la entidad se quedó sin representantes ante el Senado de la República y sólo consiguió 6 de las 21 diputaciones federales.

No obstante, al año siguiente, el partido tricolor arrasó en las elecciones locales. Ganó la mayoría de las 212 presidencias municipales y recuperó el control del Congreso del estado que le había cedido al PAN en el 2004.


En el avasallante triunfo del PRI en 2007 incidieron dos factores: la efectiva operación política del gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien asumió el control absoluto del proceso electoral, y la elevada aceptación popular que en ese momento gozaba su administración gubernamental.

Ahora el PRI mejoró en la elección federal –le sumó 1.2 millones de votos a Enrique Peña Nieto, ganó las dos senadurías de mayoría relativa y 15 de las 21 diputaciones–, sin embargo los escenarios de la elección municipal de 2013 no son tan optimistas como los de seis años atrás.

Y es que la administración del gobernador Duarte de Ochoa, a diferencia de la de Herrera Beltrán en 2007, ha sido sometida a un intenso desgaste por la escasez de recursos financieros y por el combate al crimen organizado arraigado en la entidad, lo que seguramente gravitará en la próxima elección local.


Pero también existe otro factor más: el proceso municipal que viene podría ser determinante para la sucesión estatal de 2016, ya que el ejercicio de las próximas administraciones municipales durará 4 años, por lo que los siguientes ediles no se elegirán simultáneamente con el nuevo gobernador sino que serán relevados hasta el 2017.

Los presidentes municipales de filiación priista que se elijan en esta hornada estarán identificados políticamente con el gobernador Duarte de Ochoa, y continuarán en funciones hasta un año después de haber sido electo el sucesor del ex diputado federal cordobés.

De los 212 municipios del estado, obviamente el priismo y sus líderes tienen marcado interés por ganar las 30 principales ciudades, en las cuales se concentra el 60 por ciento del electorado, aproximadamente.


Sin embargo, de acuerdo con el saldo de la reciente elección federal, hay municipios de gran relevancia política y económica para el grupo en el poder, donde se prevén contiendas muy competidas aparte de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.

Uno de esos casos es el de la capital veracruzana, donde el PRI, con el candidato a diputado federal Reynaldo Escobar, quedó relegado como la tercera fuerza electoral.

El otro municipio que el partido gobernante estaría obligado a ganar es el de Córdoba, por ser la cabecera distrital que el mandatario veracruzano representó como diputado ante el Congreso de la Unión y en cuya elección de 2009 obtuvo la más alta votación de todo el estado.


Para retener el gobierno municipal de Xalapa, Duarte y la dirigencia del partido tricolor aún ponderan las dos opciones más viables: postular al ex alcalde y ex diputado federal Ricardo Ahued Bardahuil o bien al legislador local Américo Zúñiga Martínez si es que el popular comerciante xalapeño aceptara ser nominado al Congreso del estado.

En Córdoba el priismo no cuenta hasta el momento con un candidato fuerte. El secretario particular del gobernador, Juan Manuel del Castillo González, se perfilaba como el prospecto natural para la alcaldía pero fracasó como operador en la elección federal pese a que la abanderada del PAN a la diputación, Leticia López Landero –una candidata a modo, la cual es hermana del diputado Tomás López, un ex panista que contendió por el PRI en el distrito de Zongolica–, sólo hizo campaña 15 días antes de la elección.

En la Ciudad de los Treinta Caballeros el partido a vencer en 2013 será nuevamente Acción Nacional, que presuntamente pretende postular al ex alcalde y ex diputado federal Tomás Ríos Bernal, un empresario hotelero muy conocido y estimado por la sociedad cordobesa.


De acuerdo a los sondeos preelectorales, para competir contra Ríos Bernal el PRI sólo podría dar batalla al panismo nominando a un personaje de la talla política del secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, quien a pesar de haber renunciado al PAN en 2010 aún mantiene buena aceptación entre algunos grupos locales del partido blanquiazul.

La gran interrogante, sin embargo, es si el gobernador Javier Duarte estaría decidido a sacrificar a su operador político estrella para competir por la presidencial municipal, y si Buganza, en una muestra de lealtad a su amigo y jefe, estaría dispuesto a dejar la comodidad de su despacho en Palacio de Gobierno a cambio de írsela a rifar en esta cruenta reyerta electoral.