90-60-90... Con la orden estricta del primer priista del estado, aspirantes a una alcaldía o diputación, se andan muestreando sigilosamente en los municipios y distritos electorales de Veracruz, para posicionarse entre los votantes.

 

La idea de quien les dio la orden, es que se manejen entre los priistas “de confianza”, para que sin mayores aspavientos, comiencen a identificarse primero con los de su partido y luego, mediante el trabajo de su equipo de confianza, logren afianzarse en sus respectivas comunidades o distritos.

 

Lo que olvidan los jorocones del PRI en el estado, es que muchos de estos actores políticos que pretenden impulsar como abanderados del tricolor a las presidencias municipales o diputaciones locales, son los mismos a los cuales se les responsabilizó del proceso electoral de julio pasado, en donde perdieron la elección presidencial para el priista Enrique Peña Nieto, ahora presidente electo.

 

Por si fuera poco y no bastara su ineficiencia en materia electoral, también debe de ponderarse el hecho de que muchos de éstos aspirantes que dicen contar con la venía del “patrón”, carecen de presencia ya no entre el electorado mismo, sino entre sus propios compañeros de partido y sabido es que en materia de procesos electorales, en elecciones locales “el abanderado a la alcaldía arrastra las simpatías u odios del abanderado a la diputación local y viceversa”.

 

Unos y otros permean en las urnas los afectos y desafectos que han logrado construir entre sus propios compañeros de partido y entre los votantes.

 

Por lo que el hecho de colocar a un antipático en la candidatura a una alcaldía, provocará también la caída del abanderado a la diputación local.

 

De equivocarse el primer priista en el estado con los hombres y mujeres que habrá de dedodesignar para la elección del año entrante, se corre el riesgo de que muchas alcaldías pasen a manos de la oposición y el gobernante en turno se encuentre también ante un congreso local opositor, tal y como lo encontró en su momento el innombrable, cuando arribó a la gubernatura.

 

Además del riesgo que existe en perder el congreso local con la posible equivocación en la dedodesignación, también se arriesga la próxima sucesión estatal, la del 2016, pues sabido es que los alcaldes, sobretodo estos que estarán cuatro años en el poder municipal, resultarán vitales a la hora de la contienda electoral estatal, la madre de todas las batallas.

 

Por todo ello, la decisión que asuma el primer priista del estado al dedodesignar a sus mejores hombres y mujeres no es nada sencilla, si se toma en cuenta que no cuenta con expertos electorales que lo acuerpen.

 

Si la esperanza es el trabajo del gerente del PRI en el estado, Erick Lagos, habría que mencionar que además de las acostumbradas declaraciones mediáticas que realiza, no ha hecho ni siquiera un recorrido por los distritos, mucho menos ha evaluado los resultados catastróficos para el PRI de julio pasado. Vaya, ni siquiera ha preguntado a sus flamantes delegados del proceso electoral pasado, o bien a los miembros del tricolor para saber ¿Qué sucedió en julio pasado?, ¿por qué no trabajaron por Enrique Peña Nieto?, ¿Qué les impidió realizar el trabajo electoral que se les encomendó?

 

En una palabra, no hay liderazgo en el tricolor estatal y mucho menos expertos en lides electorales.

 

De inicio se observa que funcionan los mismos delegados en los distritos, que fueron designados desde la elección presidencial pasada.

 

Ahora que si se trata de evaluar el trabajo de Erick Lagos como gerente del PRI, bastaría tan solo citar la declaración mediática que hizo exhortando al Congreso Local a lanzar una convocatoria para elegir al nuevo titular del ORFIS en sustitución de Mauricio Audirac, el cual ni siquiera se lo esperaba. Exhorto que fue atendido de inmediato por los diputados locales, quienes no tan sólo emitieron la convocatoria para designar nuevo titular de ese órgano de fiscalización, sino que además sacaron de sus oficinas a Audirac Murillo.

 

UN OJO AL GATO ... Para abundar en lo anterior, en los municipios de la conurbación VeraBoca, los neo priistas que se mueven con el mayor sigilo para las alcaldías de Boca del Río y Veracruz, son el funcionario de Comunicaciones en el estado, Raúl Zarrabal Ferat y en el puerto, el titular de SAS metropolitano, José “Pepín” Ruíz Carmona.

 

Otra cosa son Ainara Rementería y Ana Guadalupe “Anilù” Ingram Ballines.

 

Por si hubiera alguna duda de parte del dedodesignador al momento de ungir abanderados, existen las llamadas encuestas como “traje a la medida”, ya que permiten desechar aspirantes con el cuento ese de que los sondeos mandados a hacer no le favorecen, por lo que habrá de dedodesignarse a otro, u otra, con mayor “jale” en las urnas.

 

Lo que molestaría al electorado es que las precampañas pretendieran pagarse con recursos provenientes de los impuestos.

 

CERO Y VAN... Otro de los que se mueven con el mayor sigilo, pero en el municipio de Córdoba, es Juan Manuel del Castillo, fracasado operador electoral del distrito durante el pasado proceso electoral federal. Quizá porque no se le conoce en la llamada ciudad de los Treinta Caballeros, en donde no logra subir ni con levadura, es que desde “el más allá” se alienta la participación del ex panista y secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, toda vez que el municipio es crucial, además de ser la cabecera distrital desde donde fue impulsado el actual gobernante estatal.

AHÍ LA LLEVA ... Luego de que concluyó la fase de entrevista de los aspirantes a dirigir el ORFIS y los diputados miembros de la Comisión Permanente de Vigilancia decidan cual es la mejor opción, es justo destacar la participación del abogado y contador público, Arnulfo Rueda Martínez, ex presidente del Colegio de Contadores Públicos de Veracruz, quien propone la creación de una comisión evaluadora de los despachos externos, misma que debe integrarse por la Comisión de Vigilancia del Congreso, representantes del ORFIS y de los colegios profesionales reconocidos en el estado.

 

Dentro de su propuesta también contempla la actualización del convenio de coordinación entre la Contraloría y ORFIS, de tal forma que mientras la primera ejerce su función en el ámbito del presente, conforme van sucediendo los eventos en cada ente, el ORFIS lleve a cabo sus funciones de fiscalización a hecho posterior.