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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Reflexión, no celebración de las fiestas patrias
Francisco L. Carranco
17 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
El protocolo de la ceremonia del grito, el último de Felipe Calderón, se llevó al cabo en Palacio Nacional bajo una pertinaz lluvia que sirvió de marco a varios miles de mexicanos en el zócalo, que esperaron con “jubilo” oír al mandatario en el ocaso de su mandato decir ¡Viva México!

En el resto de la república, seguramente, otros millones siguieron la celebración por las cadenas de televisión que, también, dieron cuenta del ritual, Felipe Calderón y todos los gobernadores, presidentes municipales, ministros, cónsules y embajadores que unieron si no su voz, el sentimiento para que todas las colonias de mexicanos en el mundo hiciéramos una reflexión sobre la patria que no patriotismo.

Por una noche el sentimiento patrio queda más allá de las efemérides, las banderitas, silbatos, papeles ornamentales, trajes ce charro y chinas poblanas, tequila, pulque, garnachas y antojitos, luces artificiales y discursos de regocijo y fervor por la mexicanidad ganada con sangre por nuestros antepasados que, finalmente, se traduce en las libertades que ganamos como mexicanos y que, eso si, disfrutamos. Tanto que las instituciones del estado se han puesto a prueba con el libertinaje político, económico y social provocado por los excesos de esa emancipación.


Por supuesto que he de aclarar el fondo de la reflexión del día de la patria, como toda guerra independentista, la mexicana tuvo una vocación de cambio en nuestro destino como país naciente dentro de la libertad y progreso prometedor que auguraba la libertad de los mexicanos.

Esta vocación fue mal interpretada y traicionada desde el principio por caudillos, mal interpretada por aquellos que ostentaron el gobierno, sólo para fines mezquinos de poder y pillaje, obviamente, con excepciones de algunas buenas voluntades, pero no fue suficiente, siempre, la voracidad y la soberbia pudo más que la buena conciencia.

Calderón desde el balcón central rodeado y regodeado por sus funcionarios, amigos, familiares, selectos invitados especiales y la elite política en turno reprodujo el grito de Dolores, al otro día desde ese mismo lugar a sus pies vio pasar el desfile militar de los cuerpos de elite que marcharon y demostraron la lealtad al Presidente de México.


Estos grupos militares, los mismos que están acuartelados, en espera de las ordenes supremas del máximo jefe de las fuerzas armadas, para salir a combatir a los criminales que tienen en crisis al país, minando las fuerzas progresistas de trabajo, empresa, industria y comercio ante las olas incontrolables de violencia e inseguridad,

En el entorno nacional, el eterno ausente de estas fiestas el pueblo mexicano, indigente y destinado a mirar desde lejos, por la tele, confundido de la celebración, porque saben que las promesas no se cumplieron, que el país quedará con compromisos sociales muy críticos para el pueblo común y corriente, que no sabe que hacer ante el inminente cambio de gobierno, qué pasará con nuestros destino.

Vivimos con un trauma colectivo de hechos delictivos sin precedentes, que han enlutado al país, pobreza, desempleo, y la cada vez más grande brecha entre los que tienen y los que no tienen para sobrevivir.


Sin embargo hay libertad, con ella una esperanza para México y sus habitantes, con profunda humildad esta reflexión en el último Grito de Calderón, para que el próximo sexenio sea mejor y tengamos algo que celebrar el Día de la Patria en 2013.

Suburbio1

Sea quien sea el responsable de la circulación vehicular, el transito y la vialidad en Xalapa, la verdad la verdad le está quedando muy grande la CHAMBA, pero muy grande.


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