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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Obama: la segunda oportunidad
Rebeca Ramos Rella
8 de octubre de 2012
alcalorpolitico.com
En unas cuatro semanas, habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos. El 6 de noviembre próximo sabremos cómo y por cuánto, logrará Barack Obama reelegirse. Y es que en la primera democracia del mundo, la competencia tampoco es pan comido. Obama, en funciones, con todo el apoyo y herramientas que el aparato le facilita, no la tiene fácil, sobre todo después del saldo desafortunado del reciente debate con su adversario, el ex gobernador republicano de Massachusetts, Mitt Romney.

Para sorpresa del mundo y de sus correligionarios y simpatizantes, las encuestas y opiniones, no le favorecieron. Lo criticaron por poco combativo; lo percibieron nervioso, molesto, cansado y hasta algo enredado en tecnicismos. Obama el magnánimo orador, derrapó. Las tendencias de porcentajes bajaron para él y subieron para el indigesto Romney. Esa fue la nota cardiaca para el orbe.

Hace cuatro años, Obama desató una ola de cambio y esperanza en su país y en el planeta. Su candidatura ya era en sí, un parteaguas histórico; la posibilidad de su triunfo, significaba la ruptura de mitos y prejuicios. Y su liderazgo arrasador, su carisma y propuestas sembraron en las naciones, en las mayorías progresistas y en las minorías étnicas de su país, la posibilidad de un gobierno con menos garrote y más negociación; un gobierno menos militarista y más pacifista; un gobierno más cercano a los estratos medios y balanceado con las elites; un gobierno que modernizaría las inercias del establishment para tornarse en espacio de equilibrio efectivamente democrático, más equitativo y más productivo.


Pero de las propuestas a los procesos, se ensombrecieron los horizontes de los compromisos hechos en campaña con vehemencia y también el plan de gobierno. De entrada Obama enfrentó la oposición conservadora, resentida y racista en el Congreso. La crisis financiera a unos meses de la toma de posesión, reveló la fragilidad de la economía estadunidense y su efecto sobre la confianza social en Obama, casi devastó su liderazgo, que llegó al 53% del voto popular en las elecciones.

Los estragos de la recesión apenas tienen visos de recuperación. Hoy hay casi 23 millones de estadunidenses desempleados. Pero la curva baja gracias a su plan de creación de empleos. Este mes pasado, la tasa de desempleo regresó al nivel de 2009, de 7.8%, después de 43 meses de alza lamentable. Y es que independientemente de que los estadunidenses hayan visto a su presidente errático, rígido y enojado en el debate, ha acentuado labor en la política interna para menguar los golpes económicos, sobre todo, contra los estratos medios.

No obstante, las prioridades de los electores han cambiado a cuatro años: lo imperativo para las mayorías, según encuesta reciente del Centro de Investigaciones Pew son: la economía con 87%; el empleo con 80% y la salud con 74%.


Siguen la educación con 69% y el déficit presupuestario con el 68%. Temas como la energía y el terrorismo dejaron de ser prioridades para el pueblo; los bajaron al décimo y al octavo lugar, respectivamente. Lo más grave es que si en 2008, la migración era asunto de gran interés, al 52%, este año bajó al doceavo lugar con 41%.

De manera que propuestas, compromisos y discursos de ambos candidatos han sufrido varios ajustes para aterrizarlos a las demandas sociales más importantes. Por esto, en el debate, los temas de los impuestos, la salud y los empleos dominaron, aunque en verdad, Romney no logró convencer con críticas sin planteamientos alternos y viables y Obama tampoco, pues tropezó en el arte de la seducción, defendiéndose.

Sin duda, el ejercicio del mando desgasta y las complicaciones del entorno global en lo económico y en lo político tampoco han ayudado mucho para que Obama haya podido hacer realidad la esperanza que detonó.


Por ejemplo. Impulsó una política exterior renovada con su estrategia de “power intelligent”, echando mano del carisma y talento de su ex adversaria y la mejor Secretaria de Estado que EUA ha tenido, la Señora Hillary Clinton. Obama quiso modificar la concepción imperialista y excepcionalista de su país como el guardián del universo y asentar la negociación y el respeto, por encima de la prepotencia intervencionista del hegemón. Pero ha tenido que moldear y en casos hasta desdecirse o contradecirse.

Fue tal la expectativa de su liderazgo global para resolver conflictos y disparidades, que le otorgaron el Premio Nobel de la Paz en 2009, sin haber remediado nada. Una de sus rocas ha sido el conflicto en Medio Oriente.

Pese a que promovió la paz y la coexistencia efectivas, entre Israel y Palestina; el regreso a las fronteras de 1967; la posibilidad del reconocimiento del estado Palestino y la declinación de las armas de ambos, la comunidad judía internacional y la que controla la economía estadunidense han sido obstáculos para cumplir con esa aspiración.


Tampoco han apoyado mucho los extremismos entre las contrapartes: hay antisemitismo y anti-islamismo o islamofobia en el globo; hay demasiada sangre derramada en la historia de vida de estos pueblos y de millones de familias, por generaciones.

Pero hay que reconocer que Obama puso fin a la absurda y costosa guerra en Irak; desactivó a Al Qaeda y mató a su líder decaído y está retirando tropas de Afganistán.

Con un discurso memorable en El Cairo incubó los anhelos de libertad y democracia en los pueblos árabes y en los jóvenes oprimidos por décadas. Es claro que de alguna forma, su nueva propuesta de reconciliación con el mundo musulmán coadyuvó a las revoluciones populares en Egipto, Túnez, Libia y Yemen; y sigue inspirando en Jordania y Marruecos. Aún no sabemos cómo terminará el capítulo criminal de Siria, pero los procesos democráticos y de cambio ya están en movimiento, inexorablemente.


Hoy, sin embargo, la escalada regional se enreda peligrosamente con las amenazas nucleares de Irán contra Israel y los ataques sirios, deleznables y provocadores, contra Turquía, un aliado estratégico en la zona y miembro de la OTAN. El Parlamento turco ya aprobó respuesta armada contra Siria, en caso de más agresiones y muertes inocentes de civiles. Esto pronostica la posibilidad de una intervención armada multinacional, como sucedió en Libia.
Esperemos que no.

Pero Romney ha atacado a Obama por una supuesta “debilidad” en la política exterior frente a Medio Oriente, queriendo vender la idea de que una guerra es necesaria y Obama, le está sacando la vuelta. Y la guerra para los estadunidenses siempre es un asunto de seguridad y de interés nacional que mueve el sentimiento nacionalista.

La economía global sigue recuperándose, aún y la crisis del euro y los salvavidas arrojados a Grecia y a España, donde hay que remarcarle a Obama, su capacidad de negociación y de convencimiento a la canciller de hierro en Alemania. Europa y EUA han optado por caminar juntos para restablecer balance en la economía global y contener de alguna forma al dragón rojo chino que viene trabajando fuerte como futura potencia, como futuro rival.


De este lado, Obama ha intentado ser justo y amistoso con México, en la aceptación de EUA como corresponsable en la batalla contra el crimen organizado. Pero nos sigue debiendo la reforma migratoria, la campaña antidrogas, eficaz en su territorio y la regulación en la venta de armas en la franja fronteriza.

La relación obligada con EUA nos exige estar atentos al desarrollo de las campañas, de las propuestas y de las elecciones en nuestro vecino. Lo que pasa allá, necesariamente nos afecta para bien o para mal. Hay que enterarnos y observar.

En síntesis Romney, el republicano lengua floja, ha externado sus planteamientos en cinco pilares sin abundar en detalles: acabar con la dependencia energética, crear cuatro millones de empleos; ampliar el comercio, en particular con Latinoamérica; mejorar el desempeño educativo; equilibrar el presupuesto e impulsar a los pequeños negocios.


De su lado, Obama, ya nos confesó que nos ha fallado con la reforma migratoria, pero decretó la “Acción Diferida”, una especie de amnistía de deportaciones a jóvenes estudiantes, por dos años, que incluso les permitirá trabajar aún sin documentos, lo que tersó el descontento de los votantes latinos, quienes pese a la decepción, a las deportaciones masivas, a las leyes antinmigrantes en varios estados, al racismo y persecución, al desempleo y pobreza que padecen allá, aún confían en Obama para un segundo periodo, por arriba del 73%, arrojan algunos sondeos.

Según el censo de 2010, hay en EUA, 50.5 millones de hispanos, que representan a 16% de la población. De este universo, unos 23.3 millones podrían votar y seguro lo harán 12.2 millones. Electores que Obama requiere para separar su porcentaje de Romney que hoy ha acortado su distancia.

Acorde a la Universidad de Denver y con un margen de error de 4 puntos, Obama supera con 47% los 43% de Romney tras el debate fallido. Lo que significa elecciones muy competidas a un mes de la elección, en estados clave como Arizona, Colorado, Florida, Iowa, Missouri, Carolina del Norte, Nueva Hampshire, Nevada, Ohio y Virginia.


Gracias al despotismo y al desprecio que el candidato republicano ha dejado sentir hacia la comunidad latina, al grado de que le impidieron entrar a un restaurante de algún paisano y a sus declaraciones engreídas, cuando afirmó en un acto en Florida, que el 47% de posibles votantes por Obama, son los que dependen de la beneficencia social y de los vales de despensa, es decir los amolados son los que le creen a aquél y no a él, Obama ganará la elección, con márgenes cerrados, con carga de decepción y con el beneficio de la duda a cuestas.

Por lo pronto, ha resumido sus propuestas: más esfuerzo para sacar la reforma migratoria confiando en que pasando lo electoral, los republicanos estén dispuestos a negociar; dar mayor impulso a la educación, mantener bajos los costos de préstamos educativos; sostener incentivos para empresas y sus operaciones y reducir la dependencia energética, con el aliento al desarrollo de fuentes alternas, lo que es buena noticia para retomar acciones contra el cambio climático.

Como sucedió en México, en meses pasados, el puntero estadunidense es la mejor opción para su país y para el mundo; no hay adversario de nivel que le dispute y tampoco alternativa viable, segura y congruente que pudiese arrebatarle a Obama la victoria.


Pero esta vez, la población desfavorecida y la comunidad internacional esperamos resultados.

Y como en México, allá tampoco el liderazgo, el carisma, las buenas intenciones y las virtudes del estratega son suficientes. Se requiere voluntad política de la oposición para culminar compromisos y concretar reformas y mejoras.

Ya veremos si con otro periodo Obama logra vencer y convencer y trascender más allá de la historia. Tendrá la segunda oportunidad para demostrarlo.



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