icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
El Ejército en la historia
Angel Lara Platas
10 de octubre de 2012
alcalorpolitico.com
Las instituciones militares hispanas se implantaron en las Colonias, pero adaptadas a la realidad de la Nueva España. Durante casi dos siglos, las únicas tropas fueron las escoltas de alabarderos del virrey y las compañías de Palacio, con aproximadamente 300 soldados.

Antes de 1700, los comerciantes de México y Puebla habían organizado regimientos que cumplían la función policiaca y de protección al comercio.

Hacia 1765 surgió la necesidad de integrar un organismo de defensa de los reinos americanos. Por eso aparece el primer ejército de Nueva España, pequeño y muy pobre porque España temía que el gremio se convirtiera en un foco de agitación.


Al principio lo integraron los campesinos; más tarde el gobierno virreinal llamó al pueblo a alistarse en los cuerpos militares, pero la gente se negó argumentando que necesitaban trabajar las tierras para pagar los tributos.

Entonces, los artesanos y los campesinos fueron obligados por los alcaldes mayores y los terratenientes a convertirse en soldados. Indiscriminadamente se echó mano también de delincuentes y de forajidos, así que, en consecuencia, los cuerpos del ejército se desarrollaban en una atmósfera de relajamiento e indisciplina.

En ausencia de campañas militares –para defender la frontera norte de indios bravos, como chichimecas y apaches-, la tropa se mantenía ociosa y muchas veces dedicada al pillaje.


El ejército colonial nunca combatió a un agresor externo. Aunque abundaron las revueltas de indígenas y hubo constantes preparativos de defensa, la Colonia jamás fue invadida ni se sufrieron estragos de la guerra. A pesar de todo, las fuerzas armadas se organizaron y cuando el geógrafo y naturalista alemán Alexander von Humboldt visitó la Nueva España, dejó constancia de la existencia de un ejército integrado por 32,000 hombres.

En el México independiente, el ejército siguió siendo la base de la organización militar formal. En 1823 se dispuso la existencia de un Colegio Militar que formara oficiales leales a los intereses del país. Por la confusión que siguió a la Guerra de Independencia, la organización del ejército fue deficiente.

El Colegio Militar surgió en condiciones poco favorables. Primero se instaló en la Fortaleza de Perote. En el ejército permanente reinaba la corrupción. Por ello, en 1827 se decidió crear la Milicia Cívica o Guardia Nacional, en la que debía servir todo mexicano cuando la nación lo requiriera.


El ejército se regía por un código que era prácticamente la misma Ordenanza del Ejército Español, o sea casi una copia del código militar prusiano. Semejante normatividad era inadaptable para el ejército mexicano de 1830, pues no compaginaba con la realidad del nuevo país.

Hacia 1856, tras los enfrentamientos de Ayutla, quedaron abolidos los fueros y privilegios militares, y también se inició la lucha contra el dominio de la iglesia católica sobre la vida civil. Los terratenientes conservadores se unieron a la iglesia en defensa de intereses mutuos. Sin embargo, los liberales lograron atraer a varios jefes militares que, aunque eran grandes señores en sus localidades, diferían de la política santannista.

Abogados y sacristanes improvisaron entonces una oficialidad militar y, en contraparte, los liberales recurrieron a la leva para reclutar fuerzas contra los conservadores.


En la sociedad porfiriana, las tareas del ejército federal fueron más bien policiacas, vigilaba la permanencia de una estabilidad social y política que favoreciera el arraigo de la naciente industria. Como la Reforma había eliminado fueros y privilegios, los grupos económicamente poderosos perdieron el interés por pertenecer al ejército; solo eran codiciados los más altos puestos, por la posibilidad de ejercer el poder.

Cuando Obregón era ministro de guerra de Carranza, se inauguró la Academia del Estado Mayor y en febrero de 1920 se reabrió el Colegio Militar. Habían sido resueltas las luchas de facciones y estaba en camino la despolitización del ejército.

Joaquín Amaro, Ministro de Guerra y Marina del General Plutarco Elías Calles, mostró preocupación especial por la educación técnica de los cuadros de soldados y oficiales. Se crearon la escuela Médico Militar y la Militar de Ingenieros. Hasta la fecha, los egresados de esas instituciones han gozado de merecidos reconocimientos.


El Ejército Mexicano había logrado una organización moderna y eficiente, que sirvió de ejemplo para América Latina. El Presidente Miguel Alemán eliminó la tradición de otorgar los altos puestos a los viejos generales, así que jóvenes oficiales de preclara inteligencia fueron ascendidos a los más altos rangos.

En la actualidad, el presidente de la República ejerce un control real y total de las fuerzas armadas del país. En opinión de varios especialistas, el ejército ha asumido su papel histórico en la vida nacional, y ha contribuido sustantivamente en la modernización de México.

En el actual combate contra la delincuencia el Ejército Mexicano no ha fallado, al contrario. Lo que urge es reconsiderar las estrategias, que, por cierto, no depende de los militares.