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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Un PRI de vida cotidiana
Arturo Reyes Isidoro
12 de octubre de 2012
alcalorpolitico.com
El sábado mañana hará una semana, en Colima, el dirigente nacional priista, Pedro Joaquín Coldwell, planteó: “Si estamos pensando en construir un nuevo país, también tenemos que erigir un PRI renovado, que corresponda a la nación que estamos imaginando”. La verdad, quién sabe qué país está o están imaginando. Pero agregó: “Debemos reformar nuestro Partido para agilizar las estructuras partidistas, abrirlas a la sociedad, porque es necesario formar un PRI de vida cotidiana, no solamente una instancia para ganar las elecciones”.

¿Un nuevo PRI?

Eso me hizo recordar la declaración que hizo el 14 de septiembre pasado el presidente del Comité Directivo Estatal tricolor, Erick Lagos Hernández, de que “la gente está contenta”, afirmación que utilizó para ayudar a tratar de desmentir que no era cierto que existiera o estuviera en formación un grupo civil armado para defenderse de la delincuencia en la huasteca veracruzana.


Esa declaración y lo que ha propuesto recientemente el señor Coldwell dan pie para plantear cómo debe ser en la actualidad o cómo debe actuar el presidente de una organización política, si se debe replantear el papel que han venido jugando hasta ahora los dirigentes del partido mayoritario (en sus instancias nacional, estatal y municipal) en nuestro país.

Es indudable que un partido político es el brazo electoral de sus hombres en el poder, y en nuestro sistema es impensable, por lo menos hasta la fecha, que su dirigencia decida contradecir o confrontar a la autoridad emanada de sus filas porque no esté de acuerdo con sus acciones o con sus decisiones como ocurre en países con una cultura y una democracia altamente desarrolladas, de primer mundo, pero entonces es ahí donde se entra en una zona nebulosa en la que se pierde la marca, la frontera, los límites virtuales que deberían existir para no confundir la misión, el propósito de uno y otro, gobierno y partido.

En diversas épocas ha sido motivo de debate si debe haber una “sana distancia” entre el PRI, su dirigencia, con el gobierno surgido de sus filas, o bien si debe prevalecer la cercanía “no vergonzante” entre ellos. Unos han dicho que sí y otros han opinado en sentido contrario, aunque en los hechos el partido oficial ha terminado por ser una dependencia más del gobierno, ya sea presidencial, estatal o municipal, y por lo mismo sujeto a los dictados que se le marquen desde el poder, alejándose muchas veces de las causas sociales que debería encabezar.


En el caso de Erick Lagos, tal vez debió haber dejado que asunto tan delicado como el rumor de la conformación de un grupo ciudadano para defenderse de la delincuencia organizada lo aclarara o desmintiera la autoridad competente. En cambio, dado que ya había la declaración y confirmación de dos diputadas locales del distrito y de su partido de que sí hay temor en la zona, debió haber apoyado al gobierno surgido de su militancia escuchando e incluso encabezando la inquietud, la preocupación, la inconformidad, el reclamo de sus militantes políticos, de sus simpatizantes o adherentes, encausando el sentir popular por las vías legales, institucionales y constitucionales, para evitar precisamente una solución apartada del orden legal constituido, lo que de paso le redituaría favorablemente a sus colores.

Porque con su afirmación de que “la gente está contenta”, quién sabe qué tanto favor le hizo a su causa y de paso al gobierno priista mismo ya que es indudable que su punto de vista no lo comparten todos, como lo demuestran las declaraciones de sus compañeras de militancia y vecinas del área de interés, las diputadas locales Olga Lidia Robles Arévalo y Anabel Ponce Calderón, ambas de Pánuco, quienes “reconocieron la inconformidad total” en los ciudadanos del norte del estado ante la ola delictiva que los azota, según reportó la prensa.

“Hay inconformidad total, a mi me lo han manifestado”, recogieron los medios la declaración de Ponce Calderón, quien apuntó también que los ciudadanos de la región norte han “hecho hasta misas para pedir que la inseguridad cese en ese punto del estado” y que hay hartazgo de la sociedad, “hay manifestaciones de diferentes puntos de la sociedad también”, mientras que Robles Arévalo expresó que “se debe poner especial atención a la inconformidad ciudadana del norte de la entidad”.


Con su actitud, ellas salvaron el compromiso de su partido de escuchar y hacerse eco de la inconformidad ciudadana como representantes populares que son, pero también de la militancia huasteca tricolor, y de alguna forma le estaban señalando a su dirigente estatal por donde se debía y se podía fortalecer la militancia priista, pues si hay “inconformidad total” y la gente hace hasta misas para rogar a Dios que los ponga a salvo, entonces no es cierto que esté contenta; acaso le estaban sugiriendo que él debía ser quien se pusiera al frente de sus representados ya que si su afirmación choca con la realidad que viven entonces pueden perder simpatías, adherencia o militancia.

¿Acaso un presidente del PRI no debiera confundir su papel con el de un miembro más del gobierno y tomar las banderas de inconformidad dado que se supone que su formación política es una organización de masas, encausarlas, evitar que crezcan, que se vayan por caminos equivocados, convertirse en un verdadero líder como en este caso de los huastecos, pues además si él no lo hace le está dejando la oportunidad a la oposición de que lo capitalice? Recientemente, en cambio, el joven senador panista Fernando Yunes Márquez ha ido a la zona y ha cubierto ese vacío. Algo le ha de redituar.

Los tiempos han cambiado, los mexicanos, los veracruzanos ya son otros. Ahora hay más competencia electoral y el ciudadano también ha evolucionado. ¿El dirigente de cualquier organización política, del partido político que sea, no debería cambiar también y con él sus prácticas?


Ayer mismo, al asumir la presidencia de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), Pedro Joaquín Colwell afirmó: “Los partidos deben ser formadores de ciudadanía y esforzarse por ser más eficaces en procesar los problemas sociales para ofrecer respuestas al electorado”.

Además, en el caso concreto del presidente tricolor de Veracruz, no debiera pasar por alto, en ningún momento y por ningún motivo, que en menos de un mes iniciará formalmente el proceso electoral local y municipal que desembocará en 2013 y que no será fácil para su partido ganar, como desde hace tiempo ya no lo viendo siendo, por lo que, si así lo quisiera ver, lo que se presentó en el norte, en la huasteca, no fue más que una gran oportunidad para sumar como lo son todas las inconformidades ciudadanas, que atenderlas es una forma de procesar esos problemas sociales, como lo está proponiendo su dirigente nacional.