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Columnas y artículos de opinión
Desde Zimpizahua
El despojo del patrimonio familiar continúa
Joaquín Alcántara Hernández
29 de octubre de 2012
alcalorpolitico.com
En pleno siglo XXI sigue el cáncer maligno de la usura oficial y particular destruyendo hogares. Sabido es que la usura es el doble cobro de intereses sobre intereses y el Poder Legislativo ciego, sordo e insolente no ha sabido equilibrar. Ahí vemos a la tal Layda Sansores jugando su aparatito en lugar de estar atenta a lo que es su obligación; (y estos ejemplos abundan) Vergonzosamente tenemos un gobierno que ha solapado y protegido la usura barnizándola de legalidad. Desde luego que el anatocismo, (nombre legal de la usura) no por ser legal quiere decir que sea justo. Menos mal que ya hay formas legales de combatir el agiotaje.
 
Por otro lado, la paciencia de un pueblo explotado tiene su límite. Hoy, el movimiento del Barzón cuyo líder en Chihuahua fue asesinado junto con su esposa la semana pasada, otra vez esta resurgiendo. Pero cuidado con los fraudes y abusos cometidos por farsantes del derecho que cínicamente se autonombran defensores de los deudores. ¡Tenga cuidado con ellos! El Barzón Coatepecano no cobra un solo centavo. Leyó usted bien, el verdadero movimiento del Barzón no es para lucrar ni vivir de él; y quienes lo hagan, son ¡viles estafadores, vividores y oportunistas! No se deje sorprender. Abundan los tramoyistas.
 
Bien, desde hace más de medio siglo cuando existía la explotación de los campesinos, se popularizó un corrido que se llamó El Barzón; éste es un anillo de hierro, madera o cuero por donde pasa el timón de arado en el yugo y de ahí se desprende su letra: “… se me reventó el barzón y sigue la yunta andando” El corrido narraba las desventuras de un agricultor explotado por el patrón que en cada cosecha se llevaba “… todo el maíz para su maldita troje….”
 
Así las cosas, hoy se repite la historia, solo han cambiado los actores. Los explotadores son ahora los banqueros, las financieras, casas de empeño, prestamistas, etc. quienes son peores que hienas hambrientas devorando a miles de familias por todo México. Todos ellos son usureros de la peor calaña, se han echado encima a campesinos, ganaderos, industriales del campo, amas de casa, tarjetahabientes y, sobre todo, pobre de aquel que les deba un centavo porque se lo cobrarán al mil por uno. Por algo hasta el libro sagrado que es la Biblia, los vomita.
 
Todo esto viene al caso porque leí en un artículo pasado donde se publicó que lo más asombroso era ver en pantalla de los cajeros automáticos el aviso de que por cada disposición de dinero que se haga se debería pagar un 16 por ciento mensual de interés, o sea, un 192 por ciento anual. ¡Qué chulada! Al pequeño ahorrador el banco solo le paga el 35.20 por ciento de interés al año, lo que representa poco menos de 3 por ciento mensual; en tanto el banco cobra el 192 por ciento al año o 16 por ciento mensual, de manera que, con el dinero de los ahorradores, el banco hace un negocio de usura y se hincha de ganar dinero cobrando intereses sobre intereses sin que haya poder humano que los meta en cintura. Esta es la razón por la que ahora otra vez se esta organizando la sociedad agraviada para defenderse de estos aberrantes despojos. La lucha del barzón debe continuar y no será para no pagar, sino para ¡Pagar lo justo! Pero cuidado con grupúsculos que se hacen llamar ‘barzones’. Se trata de abusivos depredadores.
 
Bien, la semana pasada por un error involuntario no se publicó la conclusión del tema, misma que hoy encaja perfectamente por tratarse del mismo contenido. Quienes creen que por tener dinero son ricos, se equivocan. En todo caso son adinerados. La riqueza es otra cosa.
 
Aquí tiene lo que faltó de los entrevistados respecto a lo que es la riqueza. Un preso de cadena perpetua dijo: “Para mí la riqueza sería volver a caminar libre por las calles, irme de día de campo, liberarme de estas rejas; nada más grandioso que la libertad”. Enseguida le tocó al ciego: “Yo no cambiaría por nada del mundo la riqueza de ver la luz del sol y a la gente que quiero; sería maravilloso ver un atardecer y lo mismo un amanecer; poder ver el colorido de las flores, el mar y el cielo y todo lo que escucho que existe pero no veo”. Luego siguió el Sordo: “No habría riqueza más grande que escuchar el sonido del viento y escuchar cuando me hablan; sería enormemente rico si escuchara el canto de las aves y hasta el ruido del silencio”. Siguió el mudo quien al igual que el sordo con señas dijo: “Para mí la riqueza soñada sería poder decir a las personas cuánto las amo, cuanto disfruto su compañía y si pudiera gritar sería de alegría y de gratitud con palabras bonitas y amables”. Siguió el Inválido: “La riqueza es poder correr una mañana soleada o lluviosa y broncearme con los rayos del sol o mojarme con el agua que cae del cielo, pero sin depender de ayuda para ir de un lado a otro.
 
Quedaban solo dos. Una persona con una enfermedad terminal: “La riqueza no es otra que poder vivir un día más, la vida es hermosa cuando se aprecia en toda su magnitud”. Por último el Huérfano dijo: “Para mí no hay riqueza que se compare con poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos y mi familia”. O sea, el huérfano confirmaba que, la familia, es en todo el mundo la célula más importante de toda sociedad humana; es lo más valioso, es la base, la fuente de energía emocional y la razón de nuestra existencia. "No midas tu riqueza por el dinero que tienes, sino por aquellas cosas que no cambiarías por dinero". ¡Viva México señores!, Ajúa.