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Columnas y artículos de opinión
Alentadoras remembranzas
Guillermo H. Zúñiga Martínez
10 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
Hace unos días, hurgando entre los papeles y libros de mi vieja biblioteca, me encontré con una edición muy modesta pero sumamente importante porque un grupo de alumnos de la Escuela Normal Veracruzana nos pusimos de acuerdo y fundamos un órgano cultural. El primer trabajo que hicimos fue publicar una revista titulada Temachtiani. Este ejemplar del que hablo da cuenta perfectamente bien de que el comité se preocupó por conjugar la colaboración de catedráticos y la participación de alumnos. El editorial lo escribió un compañero nuestro llamado Luis Ajactle Hernández, oriundo de Zongolica, joven talentoso, cumplido, trabajador y el maestro Arnulfo Pérez Rivera nos dio la oportunidad de incluir un discurso que pronunció en la ceremonia que organizamos y que consistió en imponer a la generación de nuevo ingreso el nombre del preclaro educador Antonio Nadal Romero.

Este interesante órgano cultural también da cuenta de un texto firmado por María Elena Cortés Sagardi que desde entonces tenía una muy definida preocupación por los problemas psicológicos de los niños y los adolescentes. Consistió en una investigación sobre la salud mental de los jóvenes. El maestro, orador y ahora distinguido médico naturista en Chihuahua, Manlio Fabio Tapia Camacho, nos regaló un escrito inédito, al cual se le tituló “Del Color del Arte” y otro con el nombre de “Una Lágrima de Mujer”.

También invitamos al maestro Francisco Galván Rivera, quien impartía la cátedra de Pedagogía. Estaba muy joven en aquel entonces. Accedió a que se propalara un panegírico que había dedicado al general Juan de la Luz Enríquez en el 70 aniversario de su muerte y también encontramos la colaboración de Ignacio Herrera sobre El Eros Pedagógico, quien con toda elegancia citaba a Francisco Larroyo cuando afirmó que: “El amor del educador es un amor al servicio de la elevación cultural del mundo”.


En el documento que me ocupa también toma parte la maestra Graciela Miguel Aco, con un ensayo sobre “El Estudio Dirigido” como un planteamiento técnico de la Enseñanza. Es interesante recordar que el maestro Carlos Manuel Vargas Sánchez le dijo públicamente a tan estimada maestra que ya no era dueña de sí misma, porque pertenecía a la docencia y a las nuevas generaciones y la invitaba a que siguiera por ese camino.

También me encantó encontrar una exposición muy interesante sobre el maestro Carlos Arturo Carrillo Gastaldi porque los alumnos de aquella época lo leíamos con admiración abierta ya que recordábamos lo que sobre él decía don Darío Rebolledo: “Cuando se trataba del cumplimiento del deber, el maestro Carrillo tenía el carácter de bronco; pero cuando se le ofendía tenia el alma de un niño, perdonaba a sus detractores”. El maestro cordobés sigue siendo honrado como el más grande pedagogo que haya nacido en suelo mexicano, fue un verdadero apóstol de la educación y, lo que no sabemos hasta la fecha, es dónde quedó una placa de mármol que se colocó por iniciativa del doctor Enrique Herrera Moreno -filósofo y pedagogo eminente-, en el salón de actos de la antigua Escuela Normal, porque así se le rindió un homenaje a esta figura enorme de Veracruz en la enseñanza, en la teoría y en la práctica pedagógicas.

Pablo López Almanza desarrolló un trabajo sobre la difícil misión de un maestro y aludía de manera muy clara al compromiso de los normalistas sobre el servicio social, que había nacido en el año de 1963, ponencia que presenté junto con Francisco Alfonso Avilés en el Congreso Sobre Educación Rural organizado por la Dirección General de Educación Popular, y los ideales de Pablo eran muy limpios porque se trataba de un joven humilde que había llegado de una comunidad rural a la Escuela Normal Veracruzana, y en una de sus más hermosas expresiones pedía gloria a la juventud normalista, especialmente a la Generación Vikingos, por la magna cruzada que tiende a rescatar al sector más sufrido pero el más querido y honrado de nuestro pueblo, su trabajo lo culminaba citando las palabras que había leído en la revista Siempre! cuando Antonio Vargas McDonald expresaba: “Que una de las formas de perpetuar el vicio es negando su existencia”.


También da cuenta de la colaboración de Carlos Morales González, a quien por cierto he perdido de vista porque ya no lo he saludado desde hace muchos años. Carlos escribió sobre Cualidades Fundamentales del Maestro y afirmó que debe ser tolerante y flexible pero sobre todo ser un ejemplo digno de ser imitado por sus alumnos.

Otro trabajo que incluye este órgano cultural es el discurso de un servidor, mismo que daré a conocer en mi próxima colaboración.

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