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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
El esqueleto
Benjamín Garcimarrero
12 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
El caso del esqueleto, pasó a formar parte de los expedientes no resueltos de la Procuraduría del Estado.

Cuando los albañiles que hacían las mejoras en la Escuela Revolución, oyeron que sonaba hueco el piso, lo primero que pensaron es que habían dado con un tesoro; con cautela, el del pico empezó a remover la tierra y fue aflorando primero un fémur, luego el cúbito y el radio, hasta que entre persignadas y exorcismos acabaron por darse cuenta que eran huesos humanos.

Dieron aviso primero a la dirección de la escuela y luego vinieron las autoridades a investigar.


Aún no se ponían de moda las "siembras" de esqueletos como las de "El Encanto"; éste sin duda era un muerto serio, honesto, sin grillas ni partidos políticos, era todo un señor muerto y además decente... ¡como no!, estaba en la escuela; cuando menos tenía que ser ilustrado.

Todos empezaron a recordar que alguna vez habían oído ruidos en la noche, alguien como que caminaba o se quejaba en cuanto empezaba a anochecer, otros viejos ex-alumnos, dijeron que desde hace mucho tiempo habían visto flotar una figura espectral por los pasillos...y hasta cadenas reptantes habían oído.

El tesoro no podía estar lejos... sí, el "Tesoro de la Juventud" estaba en la biblioteca.


El olvido es una bendición cuando se trata de la historia propia, pero cuando se trata de esa cualidad que nos hace eternos, es una desgracia; y eso fué lo que ocurrió.

Se movilizó la Policía investigadora, el Ministerio Público, los peritos en criminalística llegaron después de varios meses a la misma conclusión que yo llegué el mismo día que apareció la noticia en el Diario: Era un esqueleto árido, olvidado en lo que alguna vez fué el viejo camposanto de la Iglesia del Calvario.

Las nuevas generaciones no recuerdan que hasta que nacieron las leyes de secularización de panteones, hacia finales del siglo antepasado, que los difuntos eran enterrados en los Atrios de las Iglesias, Campo Santo era su nombre y alguna vez, el espacio donde ahora palpita la escuela Revolución, fue precisamente fin y sepultura de muchos fieles difuntos.


Pongan atención al obscurecer, cuando las campanas de la Iglesia del Calvario anuncian el Ángelus con su tañer, verán en la penumbra los fuegos fatuos de las osamentas que aún están debajo de nuestros pies.