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Columnas y artículos de opinión
¿Y después del triunfo de Obama qué?
Helí Herrera Hernández
12 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELIHERRERA.es
 
Contra todos los pronósticos que le daban a Barack Obama una reducida o apretada victoria sobre su oponente el Republicano Mitt Romney, y en algunos medios, escasos por cierto, la derrota, el pasado 6 de noviembre gano de manera holgada tanto los votos ciudadanos como los votos electorales: 61 millones 713 mil 086 votos para él, contra 58 millones 510 150 para Romney, mientras que de los votos electorales Obama obtuvo 332 contra 206 del candidato Republicano.
 
La primera lectura de este triunfo del demócrata que se reelige para estar en la casa blanca hasta el año 2016 implica el cumplimiento de los compromisos públicos realizados en campaña, que giraron sobre cuatro ejes principales: a) reducción de impuestos para las clases medias y bajas de Estados Unidos, b) aumento de las tasas impositivas para los millonarios de aquel país, c) hacer asequibles los servicios de salud y educación para los grupos sociales más vulnerables así como para las minorías étnicas y d) impulsar una reforma migratoria que legalice la estancia de millones de indocumentados de diversas partes del mundo, y especialmente de poco más de 11 millones de mexicanos.
 
Estos fueron el imán que hicieron posible la victoria del hawaiano en las urnas y por ende, que cavaron la tumba, de nueva cuenta, de los republicanos que al siguiente día de la elección, mostraban su preocupación por su segunda derrota consecutiva en Estados, inclusive, que desde hace décadas eran ganados con suma facilidad por sus candidatos como Nuevo México, Oregon o Florida, y que hoy les dieron la espalda, entre otros, principalmente por el voto latino, habrá que apuntarlo.
 
En Efecto, Obama gana con el voto de los hispanos con una tendencia a su favor de casi el 75%, mientras que por Romney solo lo hicieron un 23 por ciento. Estados como Ohio, claves para cualquiera que aspire ser Presidente de Los Estados Unidos solo 17% se inclinó por el republicano cuando anteriormente votaban por ellos, aunque el caso más cruel para los compañeros del ultraconservador Tea Party fue perder Florida que era, hasta el pasado 6 de noviembre, un Estado que siempre le dio los triunfos a los republicanos como sucedió en la elección de George Bush y Al Gore, que a pesar de tener más votos ciudadanos el segundo, perdió la elección porque casi 5 días después de la elección, Florida inclinó la balanza para la reelección del texano.
 
Es precisamente este resultado el que ha puesto desde el siguiente día de la elección a los dirigentes del partido republicano, opositores permanentes a la reforma migratoria, a encontrar medios para reconciliarse con esta creciente minoría que los ha golpeado en las urnas y les ha quitado la presidencia de aquel país por dos ocasiones. La única alternativa viable que les queda es apoyar al presidente Obama y a los legisladores demócratas cuando estos presenten la iniciativa para legalizar a estos millones de latinos, so pena de colocarse ellos mismos la cuerda en el cuello y desbarrancarse si no la aprueban.
 
Especialistas en el tema prevén, precisamente por este escenario que se vive allá, que el siguiente año será aprovechado por Obama para cumplir la promesa hecha en campaña a esta primera minoría étnica en USA, para impulsar la REFORMA MIGRATORIA atorada por los lamentables acontecimientos sucedidos el 11 de septiembre de 2001 con el derribamiento de las torres gemelas de Nueva York.
 
La inercia de sobrevivencia de los republicanos hará que la apoyen y aprueben, beneficiando con ello a más de 11 millones de compatriotas que viven en la ilegalidad y acosados por una cada vez más creciente ola racista, impulsada precisamente por gobernadores republicanos.
 
Pero el reto principal que tendrá el reelegido presidente será encontrar las medidas que eviten que Estados Unidos entre en Recesión económica, que solo se podrá lograr si se ajustan automáticamente los presupuestos de ingresos y egresos a 650 mil millones de dólares (4.5% del Producto Interno Bruto), que entrará en vigor en enero si los demócratas en el Senado y los republicanos en la cámara de representantes no pactan urgentemente elevar el techo de endeudamiento de ese país.
 
En este supuesto, si se fracasa, Estados Unidos caerá en un precipicio fiscal que los organismos financieros internacionales calificaran como recesión, con los daños que le generara a su economía y, lamentablemente al mundo globalizado que generara cadenas de desempleados, caída de los mercados internos, cierre de industrias manufactureras y déficits comerciales. En pocas palabras: más hambruna y miseria en el planeta.
De allí que en su primer discurso de reelección el presidente Barack Obama les haya dicho a los líderes del Congreso que “el lunes siéntense a negociar para evitar el ajuste fiscal y así evitar que USA entre en recesión el próximo año". Insistiéndoles allí mismo que el no renunciará a subir los impuestos a los más ricos, como una forma de allegarse millonarios ingresos el gobierno.
 
La derrota de los republicanos en esta elección los coloca contra la pared, por eso Obama les precisó en ese primer discurso que, sacándose la pluma de su saco, "aquí tengo listo mi bolígrafo para firmar", no solo el ajuste fiscal que lleguen a convenir los líderes del Senado (de mayoría demócrata), y de la cámara de representantes (en manos de los republicanos), sino refiriéndose a otras leyes que le urgen a los norteamericanos, incluyendo, desde luego, la reforma migratoria.
 
Insisto, para los republicanos, es cuestión de sobrevivencia, es decir, de vida o muerte política.