icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
¿Ya no habrá prole, apá?
Jorge Arturo Rodríguez
6 de diciembre de 2012
alcalorpolitico.com
En verdad que México necesita, pero de ya, un cambio real que apunte hacia horizontes promisorios donde sea posible llegar –sin mentiras, ni simulaciones, ni violencia-, y ahí lo que hoy nos desgarra y desangra sea sanado y todos, sin excepción, vivamos y disfrutemos. Vaya, vivamos felices en un mundo feliz. ¿Es una utopía? ¿Será, Aldous Huxley?

En todo caso, a mí me gustaría, por lo pronto, que al político alemán Otto von Bismark no le asista la razón en aquellas palabras que dijo: “Cuando alguien dice estar de acuerdo, en principio, en hacer algo, quiere decir que no tiene la menor intención de hacerlo”. Lo digo por el Pacto por México, donde los participantes firmaron estar de acuerdo dizque pa’ mejorar las condiciones del país, pa’ sacar al buey de la barranca, pa’ acicatear –¿también acicalar?-las acciones anunciadas por nuestro nuevo Presidente Enrique Peña Nieto.

Hay abundantes problemas y situaciones lacerantes que el mundo está padeciendo, ni qué decir de un chingo de mexicanos. Hace unos días, la Organización de Naciones Unidas (ONU), nos recordó que más de mil millones de personas, o una séptima parte de la población mundial, viven en condición de pobreza, por lo que la erradicación de este flagelo sigue siendo el mayor reto que enfrenta la humanidad. Así de cruento el asunto.


La misma ONU, hace ya más días, señaló que en México la desigualdad social que enfrentan los indígenas es 11 veces más profunda que la de cualquier otro grupo social. Y dio cifras: el ingreso de los indígenas –cuando lo tienen- es 17 veces menor al de los capitalinos y 90 por ciento no tiene acceso a educación, salud, seguridad social, vivienda ni a servicios básicos. Incluso, la ONU mencionó que tarahumaras de Batopilas, Chihuahua, por ejemplo, viven peor que los africanos de Níger, el país con el menor índice de desarrollo humano en el mundo. ¡Sopas!

Mientras, aquí campantes todos. Entre los cinco ejes de gobierno que mencionó el Presidente EPN, está el de disminuir la desigualdad entre los mexicanos.

¿Quiere decir que en principio ya no habrá prole? ¿Ahora sí todos seremos o, mínimo, estaremos parejos? ¿Ante la ley? ¿Ante Dios? ¿O ante qué? Pero algo me dice que se trata de “disminuir” la desigualdad, no de anularla, desterrarla, abolirla, ¿verdad?


Así que otra vez, a esperar… Pero no con los brazos cruzados. “¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?” No, ya basta de eso… Mejor sigamos las palabras de Johann Wolfgang Goethe: “No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino”. Porque, finalmente, hay que aprender que gobernar es pactar; pero pactar no es ceder, dijera el psicólogo francés Gustavo Le Bon.

Ah, porque eso sí, buzos caperuzos, nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados, expresara Mahatma Gandhi. O lo que es lo mismo, hay que estar atentos, no nos durmamos y nos coman otra vez el mandado.

De cinismo y anexas


Con el reciente cambio de Gobierno Federal, otra vez me acordé del bellísimo minicuento de Augusto Monterroso –que nada tiene que ver con la política, pero ya saben como somos los mexicanitos de ingeniosos-: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Recordé también un artículo de Juan Pablo Duch, corresponsal de La Jornada, publicado el pasado 6 de noviembre, “La creciente oposición a Putin”, donde cita al escritor satírico ruso Mijail Saltykov-Schedrin: “Si me durmiera cien años y al despertar me preguntaran qué está pasando en Rusia, no dudaría en responder: unos se emborrachan y otros roban”. Cambiemos el nombre de Rusia por el México, ¿habrá alguna diferencia?

Por lo pronto, ahí se ven.


Hasta la próxima
[email protected]