icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
El arranque: lo medio, lo bueno, lo mejor
Rebeca Ramos Rella
10 de diciembre de 2012
alcalorpolitico.com
Se cumplió la fecha. Los priistas esperaron 12 años para regresar al poder de la República, desde Los Pinos, lugar del que fueron echados en la primera desafortunada alternancia azul y al que retornan, por otro infortunio azul. Para muchos, esta vuelta significa la derrota de la izquierda como opción viable, moderna y progresista de gobierno; para otros representa el gran derrumbe de la derecha que no pudo conservar el mando; para otros, es la regresión autoritaria; otros apáticos ya no opinan, pues prejuiciados del pasado vicioso priista, ya profetizan lo que viene; muchos dan el beneficio de la duda; muchos tienen esperanza. Pero nada habla más que los hechos, las decisiones, las señales.

La atención del país hizo parada cuando el Secretario de Gobernación anunció la designación del gabinete. Y es que las decisiones primeras de un Presidente y sus consecuencias, en mucho definirán el estilo, perfil y rumbo del país, con los nombres, la experiencia, formación y antecedentes en el servicio público que ostenten, los y las mejores, al punto de vista de quien los seleccionó.

El Presidente Peña Nieto había asegurado que no gobernaría con “los amigos”, sino con “los aliados”; dio a entender que su gobierno no sería de cuates, comadres y compadres. Ha nombrado en su mayoría, a economistas y a abogados; algunos jóvenes, con maestrías y doctorados de Universidades prestigiadas del extranjero, como si pensar en inglés, fuera garantía de resultados, pero hay que aceptar que a los mexicanos, en un malinchismo discreto, aún nos apantallan con el título de afuera, porque eso da cierto estatus sobre la media; lo externo pareciera ser todavía mejor que lo doméstico. La realidad es que el que es bueno, lo es, en cualquier aula, pero en fin.


También designó a varios de sus colaboradores del Estado de México; a 4 ex gobernadores, estratégicamente ubicados en áreas donde el oficio político profesional y el arte de la negociación, valdrán mucho para conciliar transformaciones, alianzas, acuerdos. En Energía, va Coldwell, político por decir muy maduro; tejerá la Reforma Energética con el sindicato poderosísimo y tratará de atemperar los ánimos de rijosos, que irracional e irresponsablemente hablan de “venta del patrimonio nacional”.

En Educación, Chuayffet cumple su sueño vasconcelista y reyesherolista y va directo a confrontar la dictadura sindical de su gran enemiga Gordillo; veremos muchos encontronazos entre estos dos, también muy antiguos personajes del Sistema y a la Reforma Educativa, rehén del bipolarismo. En Gobernación, el gran amigo de reconocido oficio, el Jefe de Gabinete que operará con facultades supraconstitucionales para garantizar gobernabilidad y seguridad nacional y en Agricultura, otro amigo, político-político, que no especialista en el rubro.

A una ex Jefa de Gobierno, interina por cierto, encumbrada desde la izquierda tradicional, luego posicionada por la “democrática”, con todas las mañas y posibilidades que eso implica, en Desarrollo Social, como para despresurizar al enardecido AMLO y su Morena, arrebatándoles, desde ya, la monopolización de la bandera de justicia social y el enfoque izquierdoso, aprovechando la carga de venganza que trae Robles contra los traidores que la exhibieron tal cual es. La gente no cambia, aunque puede evolucionar. Ya veremos si la nueva combatiente contra pobreza y desigualdades, abandona su ambición, la corrupción que mostró y su doble moral política y de género, en cargos anteriores.


Sin derrapar en la crítica, el análisis es objetivo. La cuota para las mejores, las mujeres, la cierran la nueva Secretaria de Salud, muy experta en lo suyo y con habilidades políticas tras su paso por el Congreso y, la otra Secretaria de Estado, que no es nada experta en su rubro, según su currículum, pero sí lo es, acorde al peso de su apellido y de su conocida e inolvidable familia, para la estratégica y sustancial cartera de Turismo.

Pocas mujeres, como siempre. Apenas el 12.5% del total, muy lejano al 50% y distante del 30% tolerable en el mundo moderno que apunta a la igualdad sustantiva, aún una aspiración en México.

El mensaje entre líneas del Presidente, es que los estereotipos sexistas imperan en los roles que ha encomendado a las mujeres de su gabinete. La salud, el desarrollo social, el turismo, son puestos para mujeres, nos quiere decir. El resto, sólo para hombres. La veta sensiblera, se les endosa, igual que la percepción de que basta con una amplia sonrisa femenina para aliviar a los pobres o para detonar liderazgo turístico. Esto me hace recordar aquella sorpresiva confesión: “Soy un hombre conservador”.


La Cancillería y “el posicionamiento del liderazgo de México en el mundo”, quedan en manos de un no diplomático de carrera; de un certificado en economía y finanzas, herencia del gobierno anterior. Haber soslayado a un miembro del Servicio Exterior mexicano para la SRE, nos señala que se priorizará la tecnocracia sobre la tradicional y muy reconocida vocación diplomática de México, que precisamente un economista sólo observa como mero protocolo y plana cortesía. En Medio Ambiente, tampoco va el experto, sino un músico, como si los desafíos de la sustentabilidad obligada, no fueran imperativos en este siglo del cambio climático.

El Procurador y sus subsecretarios, excelente. En Hacienda y en Economía se logran grandes aciertos. Van los especialistas a su hábitat. Del primer equipo, Peña nos apunta sus prioridades: la alta política que consense y la economía que haga crecer al país. Y la estabilidad que debe unirlas.

Lo demás, que no nos desencante. Si las y los bendecidos no saben, aprenderán. Esperemos sin graves yerros que lamentar. De cualquier forma, el gabinetazo que arranca ha dividido opiniones. Según la encuesta de BGC-Excélsior, el 40% de los mexicanos está de acuerdo con los palomeados; al 4% no le gustan algunos; el 14% está en desacuerdo; al 12% le da igual y el 30% ni los conoce o no contestó: Entonces al 60%, de una u otra forma no los convencieron. Quedaron en el medio. Pero la gente da el beneficio de la duda: “ya qué, ya están ahí…son los amigos…a ver si hacen algo”, se comenta en las mesas de disertación coloquial.


Algo que impactó, que llegó a la médula, fue el magnífico protocolo de transmisión de Poderes. En verdad que en México, somos acuciosos en la solemnidad nacionalista, en la sobriedad republicana. Ojalá así fuéramos de estrictos para todo, para servir a la Patria, como tanto se repite en esos actos.

Todo el detalle, desde la entrega de la Insignia Nacional a la medianoche; la pulcritud altiva de las escoltas; los rostros de los dos Presidentes; fue muy emotivo. Más cuando el mero día, el ex Presidente pudo volver a entrar al Recinto de San Lázaro, 6 años después y esta vez para entregar la Banda Presidencial y, más cuando el Presidente entrante, sin mayor obstáculo, forcejeos ni mentadas, pudo subir a la tribuna de la Nación, a recibirla. Hace varios años que no veíamos esa ceremonia, así de tersa y así de respetuosa, en una Sesión del Congreso General, digamos menos violenta, menos rupestre. Ya no fue el enfrentamiento del mercado de rencores y vísceras; fue la civilidad democrática.

Y aún más sólidas las entrelíneas de los discursos del Secretario de la Defensa Nacional y del de Marina, frente a la tropa y mandos y del Jefe Supremo. Parecía que la colosal Bandera Nacional del Campo Marte ondeaba más vigorosa que otros años. Daba gusto observar a los enemigos de la elección; a los adversarios históricos; a todos los colores ideológicos de México, en primera fila, estremecidos por la pulcritud de la lealtad y fortaleza de las fuerzas armadas, los genuinos héroes y heroínas del país, que se baten la vida, todos los días, para que México siga siendo un país gobernable, soberano, libre. Seguro que a algunos les dio vergüenza tanta convicción.


En ese despliegue de lealtad y disciplina, lo bueno es que ya sabemos que los criminales, no pasarán, pero, esperemos que tampoco pasen, los corruptos, los simuladores, los obstructores de las reformas, los vengativos, los dobles caras, los intereses partidistas por encima del interés general. Ya veremos.

Luego los 5 más las 13: los Ejes de campaña, ya convertidos en Ejes de Gobierno y las 13 primeras decisiones, lanzadas desde Palacio Nacional. La ley, el orden y la unidad dentro de la pluralidad. La Presidencia democrática como la catapulta del cambio que México votó y los principios rectores: la justicia y la paz; la inclusión, la educación, la prosperidad, la responsabilidad global.

El gobierno que quiere ser eficaz y de primera, decide: crear el Programa Nacional de Prevención del Delito.; desistir de la controversia constitucional sobre la Ley General de Víctimas y se publique tal como fue aprobada por el Congreso; contar con un solo Código Penal y otro de Procedimientos Penales, únicos y de aplicación nacional; poner en práctica la Cruzada Nacional contra el Hambre; crear el Programa de Seguro de Vida para Jefas de Familia; modificar y ampliar el Programa 70 y Más, para que todos los mexicanos mayores de 65 años reciban una pensión; reformar el Artículo 3º. Constitucional y la Ley General de Educación; acelerar la propuesta del Programa Nacional de Infraestructura y Transporte 2012-2018; impulsar los trenes de pasajeros para conectar ciudades; garantizar el derecho de acceso a la banda ancha y un conjunto de reformas para generar mayor competencia en telefonía, servicios de datos, televisión y radio; promover el proyecto de Ley Nacional de Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública y el Paquete Económico 2013, con un cero déficit presupuestal, así como emitir el decreto de Austeridad y Disciplina Presupuestal en el ejercicio del gasto público.


Decisiones ambiciosas, dirigidas a los sectores productivos y sociales que demandan reformas, mejoras, modernización. Destacan el imperativo contra el delito y también contra la pobreza multidimensional, lo bueno y esperemos, lo efectivo. También, los toques de centralización en justicia y en gasto público, para menguar la atomización de esfuerzos de seguridad, en estados y municipios; para tener más control y vigilancia sobre los dineros públicos en las entidades. Señores gobernadores, ya hay Presidente priista.

Y derrumbando las profecías de los pesimistas y de los malos perdedores, el Presidente se estrenó además, con un acto histórico; lo mejor para el país y lo impensable para extremosos y rijosos. Logró conciliar con las fuerzas políticas, para firmar, juntos, el Pacto por México.

Un momento que concretó el fin del estancamiento y de los acuerdos fundamentales; el final de kilómetros de palabras y reflexiones, kilos de tinta escrita, miles de horas de redacción, que analistas, pensadores, políticos, columnistas y editorialistas, académicos dedicamos para llamar, clamar por el gran pacto nacional, el gran acuerdo vital, para destrabar al país de la confrontación política de 12 años; para insertarlo en la modernidad democrática que reclaman ardorosamente, los pobres, los desempleados, los jóvenes sin futuro, los niños expuestos a drogas, las mujeres sometidas a la violencia y a la discriminación, el campo descapitalizado y los indígenas, los empresarios, la planta productiva, ni tanto y menos, competitiva.


Por fin y eso es lo mejor, abandonaron el estandarte de la Generación del NO y estamparon su caligrafía personal, en un documento amplísimo, plural, fecundo en acuerdos, certero en proyección de desarrollo y crecimiento, más justo y equitativo en lo social.

La riqueza de la esencia de la pluralidad representativa del México de este siglo, finalmente quedó concentrada en 34 páginas y en 95 acuerdos. Hasta definieron su método de trabajo, fechas y metas. Se lucieron.

Un aplauso al PAN, al PRD, al PRI y al Gobierno de la República, que sellan así, por lo menos su voluntad para hacer avanzar a México; que sorprenden y ratifican que les llegó la madurez y responsabilidad políticas. Que la gente no se equivocó si les dio su voto a cada cual.


Habrá que analizar a fondo este magno acuerdo nacional. Y aunque persista la desconfianza social sobre su buena intención, por lo menos hoy, México ya cuenta con un índice de acciones fundamentales, que consensaron los partidos y el gobierno, que esperemos, salven tropiezos y desavenencias en el Congreso y en el interior de sus partidos, como recién atestiguamos. Y ojalá, sobrevivan la discordia de los procesos electorales que vienen.

Los firmantes han alcanzado el punto medio de las coincidencias y exigimos que desde ese centro aristotélico, se pongan a trabajar, aceleren con rumbo, con talento y con patriotismo.

Este es el cambio que México esperaba y que votó en tercios. No hubo mayorías absolutas para nadie. El mandato ciudadano de las urnas en julio pasado, fue éste. Acordar juntos o nos hundimos todos. Esto apenas comienza. Es el arranque.


[email protected]