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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Reforma educativa: confianza y esperanza
Miguel Molina
10 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Uno diría que es cuestión de confianza: la educación es demasiado importante como para dejarla en manos de los profesores, pero también es demasiado importante como para dejarla en manos del gobierno.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación es una de las organizaciones más importantes del Continente, disfruta de una cuota política en el Congreso, es padre putativo de un partido, maneja miles de millones de pesos de cuotas y agrupa a un millón y medio de profesores. En los últimos treinta y nueve años ha tenido dos líderes y mala imagen en los medios y en parte de la opinión pública.

El gobierno es nuevo. Muchos sostienen que representa al viejo sistema porque sus integrantes tienen experiencia en el poder. Pero el sistema, nuevo o viejo, necesita tiempo para ajustarse a la realidad política de que sesenta de cada cien mexicanos votaron por otras opciones. Como cada seis años, hay esperanza pero hay desconfianza.


El gobierno propone una reforma que centralizará nuevamente la educación nacional, establecerá exámenes de admisión a nuevos profesores (y pondrá fin a las plazas hereditarias), evaluará a los profesores que ya son, y reorganizará el sistema después de un censo que muestre quién trabaja dónde y quién hace qué y cuánto gana.

Pero hay más. Uno ha buscado. Hay, hasta donde Google y la paciencia permiten, ocho propuestas que buscan reformar el sistema educativo de México.

Ricardo Monreal, diputado de Movimiento Ciudadano, y Roxana Luna Porquillo, del Partido de la Revolución Democrática, propusieron en septiembre que las universidades autónomas y otras que reciban fondos del gobierno ofrezcan educación gratuita.


Lucila Garfias Gutiérrez, de Nueva Alianza, propone que la educación superior sea considerada como un bien social y un derecho humano. Martha Edith Vital Vera, del Partido Verde Ecologista de México, propone que la educación media superior sea obligatoria.

Fernando Cuéllar Reyes, del PRD, quiere ofrecer becas de entre quinientos y setecientos pesos mensuales a estudiantes de alto rendimiento en preparatoria. Según la propuesta, la suma (poco más de diecisiete mil millones de pesos) representa la cuarta parte del presupuesto para educación media superior.

Dora María Guadalupe Talamante, de Nueva Alianza, propone que el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación diseñe y coordine la evaluación del Sistema Educativo Nacional con todas sus mayúsculas, y que los resultados de esa evaluación sean vinculantes para los tres niveles de gobierno.


José Enrique Doger, del Partido Revolucionario Institucional, y Verónica Juárez Piña, del PRD, proponen que el acceso inalámbrico a internet sea un derecho garantizado por el Estado.

Ninguna de esas propuestas tiene posibilidades de pasar por el momento, y mucho menos la que obligue a los gobiernos a acatar recomendaciones de un órgano evaluatorio.

En la lógica de la nueva administración primero hay que centralizar para evaluar qué cambió en los últimos doce años y determinar qué tendrá que cambiar en los años que vienen, porque (Hesse dixit) para nacer hay que destruir un mundo...


Y ese mundo tendría que cambiar mucho porque la educación es cosa de todos, y porque se necesita una política consistente que vaya más allá de los sexenios y muy por encima de los partidos.

Desde que Víctor Bravo Ahuja fue secretario de Educación de Luis Echeverría entre 1970 y 1976 (con la excepción de Reyes Tamez Guerra, que duró en el puesto los seis años de Vicente Fox), ha habido quince secretarios de Educación que no tuvieron tiempo ni fuerza política para hacer que México se integrara a las grandes transformaciones de su tiempo.

El caso es que la confianza en el sindicato es poca y la confianza en las autoridades -hasta donde van- también. Lo que más se teme es que el SNTE vuelva a ser lo que fue durante los años del priato, o que trate de seguir siendo lo que fue en la docena panista.


Pero esta vez, como otras, se trata de leer con cuidado lo que se propone, de ver con más atención lo que dicen los medios, y de averiguar qué piensan todos.

Sobre todo, se trata de recuperar la confianza para mantener viva la esperanza en un sistema que ha fallado pero del que tanto depende...