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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
En la noche del insomnio silenciosa
Jorge Arturo Rodríguez
18 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
No nos hagamos ilusiones, vaya, no seamos ilusos, que no es lo mismo pero pal caso es igual. Sedientos que estamos de una vida mejor, que ya hasta espejismos vemos. No se lo crean todo, hay que remar aún más para llegar a buen puerto. Digo, al menos llegar y de ahí continuar por tierra pa’ avanzar… Aún es muy temprano para estar locos de contentos con este nuevo sexenio, como pa’ decir ahora sí ya la hicimos.

Percibo que aún está latente la violencia, la corrupción y la impunidad por todas partes, y lo peor que están agazapados, al acecho… En un descuido y hasta sin país nos quedamos. Hay que otorgar, sí, el beneficio de la duda, pero hay que estar alertas… No nos durmamos: despierta México.

Perdonad mi desliz de palabrerías, pero esta vez me dio insomnio –lo padezco a menudo- y pues, hay que joder al prójimo y al próximo, ¿no? Al menos que también permanezca despierto… Como los apóstoles que se quedaban dormidos, mientras Jesucristo oraba; luego venía a ellos y les recriminaba su debilidad de espíritu, o algo así. Creo que ustedes conocen ese pasaje bíblico.


El caso es que, para mitigar mi insomnio, me puse a loquear, dijera mi madre, y recordé al político y escritor irlandés Edmund Burke cuando dijo que el pueblo no renuncia nunca a sus libertades sino bajo el engaño de una ilusión. Ya ven. Porque debemos tener presente que la ilusión vale cuando la realidad la toma de la mano.

En fin, que uno de los consejos si tienes insomnio es, sencillamente: “¡Quédate despierto y disfrútalo!”, según Francesco Petrarca. Y por eso, andando en este barullo nocturno silencioso, leo que George Carlín escribió: “Estoy completamente a favor de la separación entre la iglesia y el estado. Mi idea es que estas dos instituciones nos han jodido bastante cada una por su cuenta, así que las dos juntas serían la muerte”.

El mismo dijo: “No entiendo por qué la prostitución es ilegal. Vender es legal. Tirar es legal. ¿Porqué vender sexo es ilegal entonces? Saben, ¿por qué debe ser ilegal vender algo que es perfectamente legal de todas formas? ¡No puedo seguir del todo la lógica del asunto! De todas las cosas que puedes hacer, darle a alguien un orgasmo es difícilmente la peor cosa del mundo. ¡En el ejército te dan una medalla por rociarle napalm a la gente! ¡En la vida civil te vas a la cárcel por darle a alguien un orgasmo!” Así está el mundo. Como se leía hace tiempo en los muros de las cárceles: “En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza”. (A. Jiménez, Picardía Mexicana).


Y como el mundo anda de la chingada, más en México ahora con tanta violencia y narco al acecho, fui a la Oficina de Personas Desaparecidas, pero no había nadie allí, dijera George Carlín.

En fin, si fueses a disparar a un mimo, ¿te haría falta silenciador? Eso me pregunto, ahora en la noche del insomnio silenciosa. Como alguien me preguntó: ¿Por qué no hacen los aviones con el mismo material que usan para hacer la caja negra?

Sí que estoy insomne, pero no zombi. Pero no me hagan caso, mis fans, solo es pa’ no fastidiarlos con la realidad, porque los hechos, aunque interesantes, son irrelevantes, ¿no? Es para dejar descansar un ratito a las autoridades y políticos, que hagan de las suyas y tengamos más material.


Pensemos: si un gato cae siempre de pie, y una tostada con mantequilla cae siempre por el lado en que está untada, ¿qué pasaría si le atas a un gato en la espalda una tostada con la mantequilla hacia arriba y luego lo tiras al aire?

Pero en fin, luego de sonarte las narices, no debes abrir tu pañuelo y ver que hay adentro, como si perlas y rubíes hubieran descendido de tu cerebro, dijera Giovanni Della Casa.

De cinismo y anexas


En el Madrid de la postguerra, Dámaso Alonso escribió el poema “Insomnio”: “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres/ (según las últimas estadísticas)./ A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo/ en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,/ y paso largas horas oyendo gemir al huracán,/ o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna/ y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando/ como un perro enfurecido, fluyendo como la leche/ de la ubre caliente de una gran vaca amarilla./ Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole/ por qué se pudre lentamente mi alma,/ por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta/ ciudad de Madrid,/ por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente/ en el mundo./ Dime, ¿que huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?/ ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,/ las tristes azucenas letales de tus noches?”

Por lo pronto, ahí se ven.

Hasta la próxima
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