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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Los verdugos y las víctimas
Benjamín Garcimarrero
28 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Dos bandos destacaron esta semana con el caso de Florence Cassez; los verdugos y las víctimas.

Los verdugos encabezados por Felipe Calderón Hinojosa, que en su momento desempeñó la chambita de presidente y que por razones no reveladas por la censura, insistió y persistió por medio de su Procurador General de la República, para que armaran un escenario acusatorio en contra de la francesa y le imputaran entre otros delitos, el de secuestro, que la llevó a una sentencia de sesenta años de prisión.

Sentencia que no llegó a causar estado, esto es, que no quedó firme pues los defensores de Florence interpusieron juicio de amparo, etapa cuya resolución acaba de conocerse públicamente y que después de muchas peripecias legales, destacó los errores de procedimiento, al grado que viciaron las actuaciones, probanzas, testimonios, principio de presunción de inocencia, derechos humanos, reconocimiento de la nacionalidad y como consecuencia intervención de su embajada y cuantas cosas más.


Lo que alguna vez fue la guerra de los pasteles, ahora estaba por volverse la guerra de los biscochos.

El poder ejecutivo mexicano por medio de la Procuraduría, si hubieran hecho una paella, les hubiera salido arroz a la tumbada.

Cuando llegó el asunto a la Suprema Corte, los ministros se percataron de que el Ministerio Público, que es una dependencia del ejecutivo, así como los jueces que conocieron del asunto, habían sido sometidos a presión de instancias que, gracias a los cambios del gobierno federal, ya no ejercían influencia extrajudicial, así que rectificaron y entonces la Corte emitió una resolución en el sentido que debieron haber pronunciado siete años atrás.


Desafortunadamente quedó al descubierto el poder omnímodo del Tlatoani Felipe Calderón a quien la justicia le valió gorro pasándose por el arco del triunfo a Florence Cassez, a la Suprema y las víctimas. Echó a perder toda la historia institucional de la judicatura nacional; dicho sea de modo coloquial, “Una gota de caca echa a perder una olla de miel”,

El resultado es ahora, la desconfianza a la justicia, desconfianza a las autoridades, a la limpieza de los procedimientos judiciales, desconfianza a la instituciones, al poder constituido, al estado de derecho, al orden común, y al orden federal.

Para mayor desgracia la justicia se desplaza a la mano del particular, aparece el linchamiento, se recurre a la mafia, a la Iglesia que es otra mafia igual o peor, pero disfrazada.


Para los ciudadanos comunes, la seguridad se vuelve fe, la esperanza milagro y Norberto Rivera Carrera toma presencia de redentor.

En Francia Florence Cassez emula a Juana de Arco, a pesar de que nunca se definió si fue culpable o no. No existe una verdad jurídica que le acuse o le absuelva, está como al principio pero ya no se le puede enjuiciar.

Ahora les toca a los que se equivocaron. ¿Saldrán tan bien librados como ella? Pasaron la guerra de los pasteles y de los biscochos; ¿Vendrá ahora la guerra de los resobados?