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Columnas y artículos de opinión
Al Pie de la Letra
Los tres mosqueteros
Raymundo Jiménez
29 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Luego del desastre priista en las elecciones federales de julio de 2012 en Xalapa –comicios que perdieron los candidatos del PRI al Senado y a la Presidencia de la República, mientras que el ex procurador Reynaldo Escobar Pérez, postulado a la diputación, fue relegado hasta el tercer lugar de la votación–, los altos mandos del partido tricolor y de ambos palacios de gobierno (el municipal y estatal) acordaron designar casi a finales de diciembre pasado a Renato Alarcón Guevara, a la sazón secretario del Ayuntamiento capitalino, como delegado especial en funciones de presidente del comité local del Revolucionario Institucional, el cual permanecía acéfalo desde un mes antes tras la renuncia de la ex dirigente Diana Santiago Huesca presentada el 22 de noviembre.

La encomienda partidista sorprendió hasta al propio Alarcón, pues para sustituir a la señora Santiago Huesca se perfilaba originalmente a Michelle Servín González, quien por la labor social que viene desarrollando desde enero de 2011 en la Dirección del DIF municipal ha ido acumulando un extraordinario capital político que la convertían en la candidata idónea para asumir la dirigencia priista.

Sin embargo, por su plena identificación con el grupo político de la alcaldesa Elízabeth Morales, la cúpula del partido tricolor consideró que no era conveniente exponer a la funcionaria municipal, cuya principal encomienda sería realizar de manera urgente una operación cicatriz y reunificar a todas las corrientes priistas distanciadas, confrontadas, resentidas y lastimadas por el resultado adverso en el reciente proceso electoral federal.


Por eso, al descartarse a Michelle Servín se propuso a Renato Alarcón, que no es tan cercano a la alcaldesa como la directora del DIF municipal pero sí cuenta con su absoluta confianza. Tanta que, según han propalado sus detractores, Elízabeth aún le sigue encomendando de manera extraoficial algunas tareas que lo distraen de su actual función partidista; situación incómoda y riesgosa no sólo para él sino para la propia alcaldesa por los enemigos políticos que seguramente se multiplicarán conforme avance el proceso electoral municipal.

Lo cierto es que el hueco que dejó Alarcón Guevara en la Secretaría del Ayuntamiento de Xalapa bien lo puede llenar su sucesor Esaú Uscanga Méndez, quien hasta a mediados de diciembre pasado se venía desempeñando como secretario particular de la alcaldesa Morales, lo que hace suponer que también debe gozar de la total confianza de la munícipe.

Uscanga Méndez es hijo de Jorge Uscanga Escobar, ex presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, ex procurador general de Justicia del estado y ex subsecretario de Gobierno, entre muchos otros cargos públicos desempeñados desde los años setentas. También es hermano de la actual subsecretaria de Educación Media Superior y Superior de la SEV, Denisse Uscanga.


El nuevo secretario del Ayuntamiento xalapeño cuenta con estudios en políticas públicas, análisis político y derechos humanos y se ha desempeñado en diversos puestos dentro de la administración pública, entre los que destaca su labor como asesor en la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, así como otros cargos desempeñados en la Delegación Venustiano Carranza del Distrito Federal.

Elízabeth parece haber elegido buenos operadores políticos para la Secretaría, el DIF y el PRI municipal, pero debe confiar y cuidar que Esaú, Michelle y Renato, sus tres mosqueteros, se mantengan unidos y cumpliendo cada quien con la responsabilidad específica que les ha encomendado pero sin que nadie interfiera ni invada la esfera administrativa o política del otro.

Y es que la noche del viernes antepasado fueron convocados los dirigentes de los 254 comités seccionales del municipio de Xalapa a una cena, en la cual ciertamente se dieron algunas ausencias que aprovecharon los detractores de la alcaldesa Morales y del dirigente municipal priista para magnificar dicha situación.


Según las versiones que echaron a correr los enemigos de Elízabeth, el desaguisado ocurrió en un salón social ubicado en la esquina de las avenidas Xalapa y Ruiz Cortines. Y en parte se atribuyó a la intromisión de Michelle Servín en la organización de este evento que era eminentemente partidista y que, por ende, correspondía a Alarcón Guevara convocar.

Los malquerientes de la alcaldesa y de la directora del DIF municipal difundieron perversamente que de los 254 dirigentes seccionales no asistieron ni 100; sin embargo, los organizadores aseguran que asistieron 175 –en total 216 personas, incluyendo los miembros del Comité Directivo Municipal y algunos “colados”–, cifra que consideraron aceptable dado el día, la hora y la baja temperatura que se registró esa noche.

Sin embargo, tanto en el palacio municipal como en el comité local del PRI parecen tener un diagnóstico claro sobre la estructura priista en Xalapa y de lo que deben de operar para ganar las elecciones locales del 7 de julio próximo se dé o no la alianza electoral entre el PAN y PRD.


Y mientras se deciden las candidaturas a la presidencia municipal y a las dos diputaciones locales –de cuya definición y operación de las postulaciones dependerá también, en buena medida, que el PRI mantenga la cohesión y la inercia triunfadora que en los comicios locales mantiene desde 2007 (pues en 2004 sólo ganó la presidencia municipal con Ricardo Ahued Bardahuil), el dirigente Renato Alarcón se ha dado a la tarea de buscar acercamientos con los aspirantes priistas a la alcaldía y otras cabezas de grupos de poder con los cuales, por diversos motivos políticos y personales, se habían fracturado los más elementales puentes de comunicación.

Un tejido político fino que Alarcón Guevara sabe hacer porque desde hace tres sexenios conoce el oficio. Sólo necesita que lo dejen trabajar y que los mirones se coloquen respetuosamente atrás de la rayita.

EL LEGADO DE JMP


Aún sigue comentándose en los corrillos políticos y sociales el legado que dejó don Juan Maldonado Pereda, quien fue alcalde de Veracruz, dos veces diputado federal, subsecretario de Gobierno y secretario de Educación de Veracruz.

En el homenaje póstumo que se efectuó en la Sala de Cabildo del Ayuntamiento de Veracruz, uno de los oradores fue el abogado Antonio Vázquez Figueroa, quien fue designado por la familia del extinto político veracruzano.

“Juan sabía que el acuerdo nutre y que la inteligencia permite construir consensos desde la diferencia y el disenso. La política es, sobre todo, conciliación que no es sinónimo de debilidad, sino de fortaleza. Es inteligencia, el mejor antídoto contra el envanecimiento y la soberbia y es, sobre todo, responsabilidad: ante los demás y ante sí mismo”, se refirió Vázquez Figueroa, uno de los amigos más queridos de Don Juan.