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Columnas y artículos de opinión
Nuevos modelos de universidad
Guillermo H. Zúñiga Martínez
2 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
Cuando Ana Ripoll ganó la elección para convertirse en la primera mujer que ha alcanzado el cargo de rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona, triunfó con amplio margen de votos superior, al 56%, al derrotar a su oponente, el catedrático de Fisiología Lluis Tort, quien sólo alcanzó el 43.91%. Ripoll es maestra de Arquitectura y Tecnología de Computadores en esa prestigiada casa de estudios.

Hace poco, la distinguida intelectual escribió un interesante trabajo a través del cual hace serias reflexiones sobre un nuevo modelo de universidad pública. Lo leí esperanzado en hallar las directrices concretas de su propuesta, pero únicamente encontré generalizaciones, mismas que atraen por la situación que atraviesan diversas universidades del viejo continente.

Reconoce que la actual estructura universitaria no dispone de instrumentos, ni de herramientas para abordar la regresión que padecen los presupuestos oficiales, lo que impide aumentar la oferta, calidad de la enseñanza y el vivo renglón de las investigaciones, aunados a la difusión cultural a que está obligada cualquier institución de educación superior.


Ripoll propone vincular la docencia a la investigación, mas no ofrece solución concreta alguna, porque se impone de manera clara la contratación de investigadores que presenten sus proyectos por medio de los cuales detallen sus propósitos, el tiempo que van a requerir para llevarlos a efecto y las cantidades de dinero que necesitan para lograr tan elevados fines, pues como ella misma lo sugiere, los actuales trabajadores no hacen nada que esté más allá de sus obligaciones.

También insiste en que las universidades tengan un sistema propio, alejado de las tareas meramente burocráticas, dado que se registran nombramientos que datan de muchos años y la productividad es insuficiente.

Por otra parte, recomienda que los profesores hablen y escriban el inglés para fortalecer la capacidad de los alumnos y enfrentarlos al mundo de la competencia laboral, porque ese idioma es básico para avanzar con mayor seguridad; falta poco para que también se recomiende la enseñanza y práctica del mandarín, pues es fácil observar la importancia que está alcanzando China en los diversos renglones económicos.


En sus reflexiones y en forma abierta plantea que muchas de las actividades universitarias se desarrollen con base en la firma de contratos para agilizar los programas internos. Da la impresión que las casas de estudios requieren explorar otras fuentes de financiamiento para que los gobiernos interesados en estos niveles dejen de soportar el peso que les abruma para impulsar la formación de los estudiantes.

De manera genérica, Ana Ripoll expresa que actualmente se impone el diseño de planes que permitan encontrar estrategias de gestión económica y políticas innovadoras que posibiliten a esas instituciones avanzar hacia la construcción de un “nuevo modelo sostenible de Universidad pública”.

Al leer estas propuestas, me parece que lo que se ha realizado aquí en Veracruz es digno de ponderarse, porque independientemente de críticas, señalamientos y juicios mal intencionados, la Universidad creada por el Doctor Javier Duarte de Ochoa es una realidad que se está imponiendo. Sus frutos, independientemente de algunas fallas subsanables, son claros, precisos y de una gran satisfacción, porque en efecto, miles de ciudadanos han encontrado en la filosofía y tendencias de la UPAV razones para vivir con ideales que han cambiado sus existencias, tanto en el seno familiar, como dentro de la sociedad en su conjunto.


El modelo educativo de la UPAV cuenta con reconocimientos muy importantes, entre los que destacan las apreciaciones y valoraciones que han vertido treinta clubes pertenecientes a la UNESCO, lo que da confianza para seguir laborando en favor de los ciudadanos, porque lo trascendental es contribuir fervientemente en la construcción de un paradigma que más temprano que tarde se va a imponer como solución a los problemas coyunturales que enfrentan distintas universidades en el mundo.

Cuando José Vasconcelos Calderón ocupó el cargo de Rector de la Universidad Nacional de México, (aún no era autónoma) emprendió, fuera de sus obligaciones cardinales, una férrea y vigorosa campaña para alfabetizar a mexicanos; los medios de aquella época elogiaron su trabajo porque lo más significativo es poner los cimientos y brindar las oportunidades para que, quien lo desee, estudie, mirando siempre hacia adelante.

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