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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
Cambalache
Jorge Arturo Rodríguez
7 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
 Sí que estamos cada día peor, no le veo mejoría a este mundo enfermo y quizás en fase terminal. Ni qué decir de nuestro país, da coraje referirse a lo mismo, puras penas, puras desgracias, puras chingaderas… Claro, tenemos que continuar, estamos vivos, y es lo que importa, seguir luchando aunque nos lleven los pingos…
 
No hace mucho una amiga me comentó que en estos tiempos casi todo indigna, el robo por impuestos, los impuestos mal aplicados, el robo en la calle, en el sueldo miserable de los empleados, robo a los campesinos, robo en el mal pago de sus cosechas, robo por todas partes… Muerte, angustia y desolación de madres que han perdido a sus hijos.... ¿Qué más quieren que nos indigne? ¿Su riqueza ilícita, su hambre de poder, la impunidad? Y no le faltaba razón; incluso hasta se quedó corta.
 
Recordé entonces un artículo de José Blanco, “La anomia”; les comparto unas líneas: “Políticos que roban; mercaderes que roban; banqueros que roban; líderes sindicales que roban y se vuelven multimillonarios; gasolineros que inventaron los litros de 800 mililitros; civiles que ordeñan los ductos de Pemex; directivos de Pemex que hacen negocios turbios; excedentes petroleros de los que nada se sabe; curas pederastas aquí, allá y acullá; traficantes de niñas y niños adolescentes integrados a la prostitución o a los mercados al menudeo de estupefacientes; impunidad sin límite en el Poder Judicial; civiles por millares que consumen energía eléctrica con “diablitos”; criminales encarcelados que continúan controlando el crimen desde sus celdas; secuestros y asesinatos de miles de inmigrantes centroamericanos; más de 3 mil “universidades” privadas, la inmensa mayoría de las cuales timan a los alumnos; partidos políticos que trabajan para su santo; guarderías infantiles que son graves amenazas para los niños; mineros que son tragados por la tierra para siempre y a los dueños no les pasa nada; gobernadores que se apropian de las arcas gubernamentales; trampas sin fin en los procesos electorales; soldados y policías entrenados para volverse parte del crimen organizado; empresas que tienen los instrumentos para eludir el pago de impuestos; desvergüenza y corrupción a manos llenas en los medios que manipulan a la sociedad; políticas económicas expresamente diseñadas para enriquecer más a los ricos y empobrecer más a los pobres; comunidades indígenas brutalmente discriminadas y escarnecidas. No alcanzan las páginas de La Jornada para enumerar los oprobios materia prima de la anomia a cuyo crecimiento no se le ve freno y que no puede conducir sino a revueltas sociales y a represión”.
 
Es triste cómo se nos va de las manos nuestro país. Y lo peor es que nos quedamos indiferentes. Parece que nos vale m…, inclusive disfrutamos de tanta inmundicia.
 
Lo digo con José Saramago: “No veo, sinceramente no veo (y me gustaría verlo para estar tranquilo) ningún motivo para ser optimista no sólo con respecto a la historia de nuestra especie, sino con respecto al espectáculo de un mundo que tiene capacidad (porque dispone de medios) para resolver no pocos problemas, desde el hambre hasta la educación (o la falta de ésta), pero que no los resuelve. ¿Y por qué no lo hace? Porque lo que importa es el lucro”.
 
Pos estamos mal, ¿no?
 
De cinismo y anexas
 
Creo que fue en 1934 cuando Enrique Santos Discepolo escribió el tango “Cambalache”, y me gusta escucharlo en voz de Joan Manuel Serrat: “Que el mundo fue y será una porquería/ ya lo sé.../ (¡En el quinientos seis/ y en el dos mil también!)./ Que siempre ha habido chorros, / maquiavelos y estafaos,/ contentos y amargaos,/valores y dublé.../ Pero que el siglo veinte/ es un despliegue/ de maldá insolente,/ya no hay quien lo niegue./ Vivimos revolcaos/ en un merengue/ y en un mismo lodo/ todos manoseaos.../ ¡Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor!.../ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!/ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ ¡Lo mismo un burro/ que un gran profesor!/ No hay aplazaos/ ni escalafón,/ los inmorales
nos han igualao./ Si uno vive en la impostura/ y otro roba en su ambición,/ ¡da lo mismo que sea cura,/ colchonero, rey de bastos,/ caradura o polizón!...”
 
Ojalá la escuchen. Entretanto, preguntó: ¿qué es eso de cumplir la ley?, ¿qué es eso de respetar y hacer cumplir la Constitución? ¿Acaso no nos mordemos la lengua? El que tenga oídos, oiga. O lo que es lo mismo, a quien le quede el saco que se lo pongo.
 
Por lo pronto, ahí se ven.
 
Hasta la próxima
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