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Columnas y artículos de opinión
Elecciones libres para Xalapa
Uriel Flores Aguayo
14 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
La democracia supone elecciones periódicas, legales y creíbles; sin ellas todo es puro cuento. Se trata de una de las condiciones básicas y universales para que se viva en democracia; es asumir que la fuente esencial del ejercicio del poder son los votos, que, estos, deben ser libres, limpios y conscientes. Lo que vaya en sentido contrario a este acto y procedimiento es autoritario e impositivo, además de ilegitimo. Sin embargo, tanto en el conjunto del país y en el estado, incluyendo a nuestro municipio, las elecciones libres siguen siendo mas una aspiración que una realidad, con competencias inequitativas y abusivas, de donde surgen autoridades formales, sin fuerza y sin autoridad moral y política. Los aspirantes arropados por el poder violan las leyes de la materia, hacen precampañas disfrazadas, derrochan recursos públicos y se anuncian como corruptos y corruptores. El que viola la ley para ganar una elección también la violara cuando gobierne (mal), es un fraude anticipado.

Las elecciones a la Veracruzana y Xalapeña cuestan mucho dinero, implican grandes movilizaciones humanas y materiales, suscitan cierto nivel de debates y plantean, pocas veces, las posibilidades de las alternancias; casi siempre, por tradición y orden del poder, se ratifica la misma sigla y los mismos estilos de gobierno. Nuestras elecciones deberían ser -no lo son- una fiesta cívica, la fiesta de la ciudadanía y las ideas, donde se presentaran los mejores, los honestos y capaces como candidatos; donde los electores potenciales tuvieran opciones de donde escoger, valorando trayectorias y meritos; donde abundara la información y la libertad para emitir el sufragio; estaríamos ante elecciones virtuosas, casi ideales. Nuestra realidad es muy diferente: los órganos arbitrales son parciales y dependientes, destacando los grados de ignominia del Tribunal local, los aparatos públicos de todos los niveles son facciosos y abusivos, las elites son complacientes con procesos irregulares; lo peor, se condiciona todo a la población y se le explota en sus necesidades elementales. Esa son nuestras elecciones, donde todavía hay que luchar por su limpieza; de hecho, no se enfrenta a un partido sino a todo el aparato público, en un escenario de ataques, burlas e intimidaciones tal como en un país bananero.

Con eso, contra eso, hay que seguir participando, en las condiciones más adversas, no hay otra alternativa pacifica que produzca resultados concretos en materia de gestoría, voz pública y, en ciertas coyunturas, acceso real al poder local. Por supuesto con realismo y valor, con el estomago bien amarrado, con los pies en la tierra, dispuestos a soportar de todo, tanto ataques como traiciones de caricatura. En estos momentos el ambiente político del Estado se ha venido nublando, pareciera que se ha dado la orden, fundamentalista, de ganar como sea, al costo de lo que sea; en esa ruta, que puede ser peligrosa y contraproducente para el grupo en el poder, se manda con efectos reivindicadores al ex gobernador Herrera, quien puede creer que goza de alta popularidad y que va a cobrar las facturas de rigor pero se puede llevar una desagradable sorpresa. Esos afanes continuistas, con simple lógica de poder, han resultado muy costosos para Veracruz, no tienen ya mayor sentido; ojala el grupo en el poder local entendiera las bondades del pluralismo y los equilibrios, es más sano para el estado.


En Xalapa, pasa más o menos lo mismo, se ha sostenido un sistema clientelar, caótico y corrupto que frena toda posibilidad de desarrollo, que tiene a un ciudad en la suciedad y sin mayores posibilidades de evolución civilizada y democrática; se le apuesta más al partidismo y a la frivolidad que al compromiso austero y eficaz; nada va a cambiar si se mantiene este sistema corporativo y de simulación; estamos pagando y lo haremos por muchos años un supuesto saneamiento, estamos pagando las facturas con los grupos de interés, estamos pagando los desatinos de políticos de medio pelo e improvisados. No lo merecemos, hay que darnos las condiciones para que se supere esa situación; la coalición opositora es un buen camino, representa la posibilidad real de la alternancia, que permita despartidizar, oxigenar la vida pública y hacer del servicio público una virtud. La democracia es, en su sentido clásico y universal, el Gobierno del pueblo, por lo tanto, hagámoslo realidad en Xalapa: que gobierne el pueblo, la sociedad y los ciudadanos. Que Xalapa sea un municipio democrático, libre, informado, solidario, donde sea un verdadero orgullo vivir, con expectativas y realizaciones. No mas políticos fachosos y mediocres, no mas imposiciones del poder político y del dinero.

Recadito: lo ideal es que se premie la honestidad, el trabajo y el estudio.

Xalapa, Veracruz., a 14 de Febrero del 2013.


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