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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
Nuestra cruda realidad…
Jorge Arturo Rodríguez
21 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
La verdad es que ya no sabe uno si enojarse o entristecerse; sí encabronarse o preocuparse. Ya no sabe uno si llorar o reír. Ante tantas desigualdades e injusticias; ante tantas calamidades y torpezas; ante tantas y tantas prepotencias y bajezas… Ya no sabe uno si quedarse o mejor irse andando otros caminos que nos lleven a Roma (aunque ahí tampoco cantan mal las rancheras) y nos alejen de México.

El poeta Juan de Dios Peza escribió “Reír llorando”: El carnaval del mundo engaña tanto,/ que las vidas son breves mascaradas;/ aquí aprendemos a reír con llanto,/ y también a llorar con carcajadas”.

No sé ustedes, pero da coraje enterarse, ver y vivir tantas diferencias aquí mismito en nuestra patria querida; aquí en este país con abundante riqueza económica, natural, cultural y demás, pero no bien aprovechada y, mucho menos, distribuida. Los ejemplos abundan. Seguro estoy que conocen muchos casos. Yo sólo les comento que según un reporte de la actual Cámara Baja, de septiembre a diciembre de 2012 los diputados gastaron en boletos de avión un total de 2 millones 450 mil 199 pesos, y 788 mil 391 pesos en viáticos a los legisladores que realizaron los viajes a otros países. Sumado el gasto en pasajes aéreos y el correspondiente a viáticos, se registra un total de 3 millones 238 mil 590 pesos en 2012, correspondiente a la 62 Legislatura federal, del 1 de septiembre al 23 de diciembre del año pasado. (El Universal/19-02-2013). Ahí nada, pescadito.


Y, claro, nada nuevo bajo el sol. Seguro que “justifican” esos gastos. Así ha pasado siempre, no sólo con nuestros legisladores, también con nuestras autoridades y políticos. Y mientras, los demás nomás milando… Da coraje, ¿no?

Así es esto. Un amigo me comentaba que tenemos lo que tenemos porque así lo hemos permitido y lo seguimos permitiendo. Como el reciente caso del senador Niño Verde, José Emilio González, que lo detuvieron por andar manejando con sus tequilas, allá en la capirucha. Seguro que ya están enterados. ¿A poco no encabrona? No que no haya invitado, sino tanta prepotencia y, sobre todo, tanta flacidez de nuestras leyes y autoridades. Aunque, hay que decirlo, el programa para la aplicación del alcoholímetro funciona mucho mejor en el D. F. que en muchas otras partes. Ya han caído en El Torito, políticos y personalidades artísticas, a pesar de sus influencias: el priista Jesús Silva Herzog; el ex líder panista, Manuel Espino; el conductor de TV y radio Fabián Lavalle; el vocalista de Zoé, León Larregui, por mencionar algunos.

Del Niño Verde ya se encargaron los medios de comunicación y las redes sociales. En la sección de “Comentarios a Reforma”, por ejemplo, leo respecto al niño verde cuarentón que tuvo hambre y frío en El Torito: “Pues qué pensaba éste, ¡¿que iba a llegar a un hotel de 5 estrellas?!”; “¡Llévenlo a Alcohólicos Anónimos!”; “A la rorro niño…a la rorro ya…duérmase mi niño…duérmase mi sol…porque viene el alcoholímetro y se lo llevará…”; “Que promueva calefacción en el Torito para próximas visitas…o que lo pague”; “Se amparó porque no daban botana…”; “Pero lo que no tiene es vergüenza”.


El periodista Sergio Sarmiento comentó: “El que el senador González se encuentre en libertad en estos momentos es una pésima señal para un país que tiene que construir un estado de derecho en que las leyes se apliquen por igual a todos”. Ajá.

En fin, por eso estamos como estamos. Esa es nuestra cruda realidad. Ya lo dijo Sigmund Freud, la verdad al cien por ciento es tan rara como el alcohol al cien por ciento. Y Enrique Jardiel Poncela escribió que el pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en dinero. ¿A poco no?

De cinismo y anexas


Pero como dijo el escritor francés Pedro Marcos Gastón, Duque de Levis, la risa nos mantiene más razonables que el enojo. Así que mejor les cuento que una linda muchacha fue a una fiesta, y se tomó un par de copitas. Acabada la reunión fue a pasar un rato con un amigo que tenía, y luego se dirigió a su casa en su automóvil. En el trayecto se topó con la patrulla antialcohólica. El oficial encargado le pidió que bajara del vehículo y soplara en el alcoholímetro. Lo hizo la muchacha, y el patrullero examinó el resultado en el aparato. Le dice a la chica:

-Se echó usted dos ¿no es cierto?

-¡Ah caray! ¿Qué también eso sale en el aparatito?


Por lo pronto, ahí se ven.

Hasta la próxima
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