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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
Yo legal, tú legal, ¿todos legales?
Jorge Arturo Rodríguez
26 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
En estos tiempos que corren, a veces muy precipitados, aunque en realidad somos nosotros mismos los acelerados, parece que las leyes mexicanas son a menudo violadas, aplicadas con favoritismos. Al menos hay esa percepción ahondada entre la sociedad. Las leyes, las normas, vaya, la justicia si no es ultrajada, mutilada, por lo menos es golpeada, rasguñada… ¿Alguien tiene otra apreciación? Claro que hay excepciones, y por ser excepciones, son las mínimas: la justicia a veces funciona. Bien. Y ya saben que la costumbre hace ley. Nos hemos acostumbrado a las injusticias, a quebrantar la ley, a hacerla a modo, y no es pareja con todos, pero así estamos acostumbrados. Que el mundo siga girando… ¿Hasta cuándo?

Sabemos que “cuando se habla de legalidad se hace referencia a la presencia de un sistema de leyes que debe ser cumplido y que otorga la aprobación a determinadas acciones, actos o circunstancias. La legalidad es, entonces, todo lo que se realice dentro del marco de la ley escrita y que tenga como consecuencia supuesta el respeto por las pautas de vida y coexistencia de una sociedad dependiendo de lo que cada una de ellas entienda por tal concepto”. (/www.definicionabc.com/derecho/legalidad). Lindo el asunto. El problema es que ya estamos contaminados.

Es un hecho que para ser libres hay que ser esclavos de la ley, como dijo Cicerón, quien también señaló que la ley suprema es el bien del pueblo. De acuerdo. Pero como dijo Montesquieu, la ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie. ¿En serio? ¿Qué pensaría Montesquieu si viviera ahora en nuestro país?


El escritor polaco Stanislaw Jerzy Lec fue certero: “Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla”. Ahí está la cuestión. Aparece enseguida la corrupción y la impunidad, cual cáncer, en nuestra sociedad.

En fin. Por eso me agradó escuchar el discurso de mi Gober Javier Duarte de Ochoa, el pasado 24 de febrero en la ceremonia del Día de la Bandera: “La legalidad es el único camino de Veracruz y de México, porque nuestra sociedad demanda acatar la ley, privilegiar el diálogo, abrir cauces para el debate maduro, responsable de las ideas y las propuestas, y no divisiones ni confrontaciones”.

Y luego añadió: “Libertad para alcanzar el desarrollo personal y el desenvolvimiento de nuestras capacidades, justicia para abatir pobreza y marginación con más oportunidades de educación, salud y empleo digno, y justicia para proteger las libertades y la tranquilidad de nuestra gente”.


Así es. Pero seamos parejos, ¿no? Porque nada destruye más el respeto por el Gobierno y por la ley de un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución, dijera Albert Einstein. Ejecutar las leyes, sí, pero todos coludos o todos rabones.

Unas palabras que me enviaron hace algún tiempo, dicen así: “Yo legal, tú legal, todos legales. ¡Reconstruimos nuestra comunidad!” Hacerlo es preciso.

Los días y los temas


Hablando del Día de la Bandera, el diputado Jorge Carvallo Delfín, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, expresó: “Ante los retos y desafíos que se nos presentan día con día, los veracruzanos, los servidores públicos del Congreso del Estado de Veracruz debemos ratificar el compromiso inalterable por brindar nuestro máximo esfuerzo y talento en favor de todos los veracruzanos siguiendo como ejemplo el sacrificio de hombres y mujeres, quienes guiados e inspirados por el lábaro patrio ofrendaron su vida y obra para hacer de nuestra patria una tierra de libertad y prosperidad”.

Y luego señaló: “Es por ello que al conmemorar el Día de la Bandera nacional no debemos, sino renovar nuestro compromiso con México y Veracruz, convocándoles a que desde cada una de nuestras responsabilidades sigamos haciendo de la entrega y el trabajo la mejor manera de contribuir a la grandeza de nuestro México”. De acuerdo. No nos quedemos con los brazos cruzados. Espero seamos parejos.

De cinismo y anexas


Por cierto, aunque pague la pena, estoy con Guy de Maupassant cuando dice que un beso legal nunca vale tanto como un beso robado.

Por lo pronto, ahí se ven.

Hasta la próxima
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