En el asunto de la detención de la profesora de Elba Esther, ya se ha manifestado una parcialidad de la sociedad nacional. Se integraron de inmediato mesas de discusión; los analistas se atropellan para opinar sobre el hecho; líderes de organizaciones sindicales, tímidamente se acogen a la aplicación plena de la ley.

Algunos más, identifican lo del SNTE con lo del STPRM de la década de los ochenta. Pero nada es igual. Se trata de asuntos diferentes aunque, en el fondo, los agremiados sindicales son los que pierden, incluyendo a los jubilados quienes también tienen que pagar cuotas como si estuvieran en activo.


Voluble que es el tiempo y hace que la historia lo parezca.

Tratan de hacer comparaciones y buscan justificaciones, y los abogados, obligados con su deber y que por ello cobran, sacudirán los códigos, buscarán las leyes, y, finalmente, tratarán de encontrar en la violación de derechos humanos, el escape a la aplicación de la ley.

Y en este caso también hay víctimas; unos por obediencia, otros por interés y dinero. Algunos más por necesidad, que siempre se pega a los cacicazgos. Y por sobre ellos, la soberbia de quien ostenta el poder y se erige en dueño de destinos y vidas.


Elba Esther buscará ahora el martirologio. Se dirá perseguida por el gobierno. Arrojará culpas a los ajenos y santificará sus acciones, gustos, desprecios y arrogancia.

Como “líder” de los Maestros del SNTE, se creía con derecho a todo: a gastar dinero no ganado, a dos manos. Nada le fue suficiente. Siempre con ella había pendientes.

Y no quiso entender su papel en la historia de la educación en México. Más bien siempre la usó de pretexto para enriquecerse. Sus costales nunca se llenaban porque gastaba hasta en lo más superfluo, a contraflujo de las carencias del magisterio.


Carencias porque al sueldo flaco, hay que deducirle las cuotas para el diezmo a la “Maestra”; esa que se entronizó en el poder, como sus antecesores, como, seguramente, lo harán sus sucesores, como ella lo hizo, en una imagen que se repite una y otra vez en la historia del SNTE y otros sindicatos en el país, que siempre, bajo el pretexto de la libertad y democracia sindical, se cobijan a pillos y ladrones que saquean cuotas y medran con los puestos de trabajo.

Y le echará la culpa al gobierno porque ha sido llevada presa. Dirán sus corifeos que la llevaron a la cárcel por “defender” los derechos sindicales de los maestros de los que, mencionaba, ganaban $300.00 quincenales o $5,800.00 al mes. Pero sus gastos en USA no cuadran con esos salarios.

Pero no. Esta es otra estafa de Elba Esther. No le han bastado veintitantos años de gastar en sus demencias, el dinero de los agremiados. Y con cinismo argumenta, que no se quiere ir del sindicato, “hasta que los maestros la echen”, pero aunque la echen, no se va.


Allí está el dinero. De allí sacó para formar su partido político. Allí está el poder. Y no quiere dejarlo aunque la metan en la cárcel.

Tiene el recuerdo del asunto Cassez y asegura desde hoy: “Que ha sido maltratada; que está enferma <<”su doctor” pide desde ya, casualmente, que la hospitalicen>>; que violaron sus derechos humanos; que es una venganza política por no alinearse; que ella es una guerrera y adalid de la educación”; dirá de todo.

Y dirá muchas cosas más. Importa lo que diga la ley.


P.D. Ahora se sabrá la historia total de Elba Esther…

P.D. ¿Y los beneficiarios?