Mi sorpresiva entrevista con el exultante presidente del PRI, César Camacho Quiroz, comienza con el tema del fin de la sana distancia y la nueva cercanía o, más bien, fusión total entre Enrique Peña Nieto y su partido. A lo que me responde muy claro —y alguien diría que hasta impúdico— cuando dice: “Queremos acompañar a un gobierno que está empezando a cumplirle a los mexicanos; por eso queremos estar muy cerca del presidente sin confundir las fronteras entre partido y gobierno; queremos ser un partido moderno y sin simulaciones, por eso él tendrá un asiento en el Consejo Político Nacional y en la Comisión Política Permanente. Luego, al cuestionarlo de cómo le hará Peña Nieto para mantener la convocatoria al Pacto por México y a la vez asumir su liderazgo priísta echando sus cartas en la mesa, Camacho es también enfático: “Jugamos con cartas abiertas, confiando en que los otros partidos no tengan empacho en sentarse en una mesa donde no se están discutiendo temas partidarios, sino los temas del país: la reforma educativa, la reforma en telecomunicaciones, las prácticas monopólicas, la seguridad, la justicia y la democracia. Así que aquí no hay doble discurso, ni debe haber sorprendidos; es un solo discurso, congruente y para conseguir acuerdos”.

Más adelante, lo cuestiono sobre si el hecho de que hayan quitado los candados para poder discutir en el Congreso los temas espinosísimos del IVA a alimentos y medicinas y la inversión privada en Pemex no significa una renuncia a sus principios. Su respuesta me toma de sorpresa: “Más que una renuncia es una reafirmación; lo que nosotros queremos es que haya una reforma hacendaria integral, porque desde hace más de 40 años lo único que hemos hecho es remendar las finanzas públicas; ahora hay que meterle mano a la deuda, a los impuestos, al gasto, hay que revisar…” A ver, lo interrumpo asombrado, ¿estás hablando de darle un apretón de tuercas al modelo económico? “Efectivamente —me responde—, algo que cale hondo, porque lo que este país necesita son medidas radicales y lo que significa radical es que las cosas son de raíz. Así que vamos a hacer un cambio de raíz, porque el país lo está demandando, lo está exigiendo”. Ahora en la estupefacción le digo que eso es muy difícil de creer, sobre todo para quienes hemos propugnado por quitarle la totémica etiqueta de intocable a un modelo económico que lo único que ha producido son millones de nuevos pobres cada año. “Lo que creo —me dice— es que justamente, andar poniendo tótems o tabúes nos ha impedido una libre discusión de las ideas; eso significa que más nos vale tener planteamientos inteligentes concluyentes, estar dispuestos a cambiar…” Perdón, lo interrumpo —ya en el paroxismo— ¿te refieres a que en este país nos atreviéramos a ejercer la frase maldita, la frase proscrita de nuestro diccionario: “revisar el modelo económico”? “Yo creo que sí. Así de radical”.
Como comprenderán, aún no me repongo del shock.

Aunque unas horas después volví a alimentar mi capacidad de asombro con una ojeada a la lista de Forbes. Y no por el hecho de que nuestro señor Slim se acerque a sus primeros cien mil millones de dólares o porque El Chapo ya no figure; tampoco porque cuatro mexicanos se sumaron a la lista para un total de 15. No. Lo que estremece es que la fortuna sumada de nuestros héroes globales de la riqueza es 18% mayor a la del año pasado. Mientras que este país lleva años creciendo si acaso al 3%. Es decir, los pocos que tienen cada vez más, crecen seis veces más que los más que tienen cada vez menos.


Así que la reflexión es obligada. Con más de la mitad de la población, 60 millones de pobres, 20 millones de hambrientos, 8 millones de desempleados y 6 millones de ninis ¿seguiremos camino al suicidio colectivo como nación?

Por eso, quisiera creer que el PRI y Peña Nieto están de verdad decididos a transformar el destino. Que es algo así como revisar y cambiar un modelo económico que, por ahora, nos cancela el futuro.

@RicardoRocha_MX

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Periodista