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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
El dios y el diablo del teniente coronel
Miguel Molina
7 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
En diciembre de 1999, cuando el mundo era otro, escribí para la BBC una columna sobre el reciente ascenso de Hugo Chávez al poder.
 
Años después, en México, el nombre de Chávez se convirtió en sinónimo del diablo para quienes creyeron la propaganda del Partido Acción Nacional.
 
Quienes propagaron el rumor - infundado, como todos los rumores - de que el venezolano financiaba la campaña presidencial del candidato de la izquierda lograron infundir miedo a los incautos y desconfianza a los inocentes.
 
Chávez murió el martes como había vivido su vida política, envuelto en la controversia que lo hacía dios y demonio. La Historia lo juzgará. Pero tanto en Venezuela como en México sus dioses y sus demonios siguen vivos aunque sean distintos...
 
Esto fue lo que escribí hace trece años.
 
 
Antes de que la desgracia lloviera sobre la costa de Venezuela, una tarde oí -como miles- la voz del presidente Hugo Chávez advirtiendo a los venezolanos y al mundo que lo escuchaba: "…o están con dios o están con el diablo". Y por primera vez desde diciembre del año pasado no supe qué pensar cuando pensé en ese país de donde son algunos de mis amigos.
 
Al principio, pensaba que parte del problema venezolano era que todo parecía muy claro para todos. Los partidos políticos tradicionales parecían convencidos de que el sistema se mantendría más o menos intacto.
 
Hugo Chávez estaba convencido de que la política puede ser la continuación de la guerra por otros medios, y de que ganaría con votos lo que no pudo obtener con las armas. Y los venezolanos votaron, mucho, por el candidato que ofrecía mucho.
 
En cualquier otra democracia, un triunfo como el de Chávez habría sido objeto de reconocimiento y elogio. En cambio, no fueron pocos los que reaccionaron con alarma y sospecha. "Los pueblos se equivocan", me explicó una noche desde Caracas Mario Vargas Llosa, quien había advertido que el gobierno del teniente coronel podría terminar en una dictadura…
 
Es el mismo temor que tienen otros venezolanos, dentro y fuera de Venezuela. Es verdad que algunos se encogen de hombros y agradecen que el triunfo de Chávez los haya obligado a irse a vivir a Miami. Otros están alarmados, aunque no puedan precisar por qué. Hay quien tiene razones que parecen suficientes. Hay quien se limita a mover la cabeza.
 
"Yo le daría el beneficio de la duda", afirma Pilar Marrero, venezolana y columnista política del diario La Opinión de Los Ángeles, después de un suspiro que prefiero no interpretar. "Después de todo, tomó mucho tiempo para que Venezuela estuviera como está".
 
Hay que tomar en cuenta de que el referendum del día 15 - que de hecho le concedió a la Presidencia plenos poderes - es la cuarta votación que gana el teniente coronel en un año: los venezolanos lo eligieron presidente, los venezolanos aceptaron la creación de una Constituyente, los venezolanos llevaron una mayoría chavista a la Asamblea, y los venezolanos aprobaron la nueva Constitución.
 
Y en opinión de algunos venezolanos precisamente en la nueva Constitución se esconde uno de los mayores riesgos que pueden correr el gobierno y el país:
 
"Centraliza todo, le da demasiada participación al Estado", señala un colega en desacuerdo. "Entre las pocas cosas buenas que hicieron otros gobiernos está la descentralización, por ejemplo, que permitió una mayor participación de gobernadores y presidentes municipales en la vida de sus comunidades".
 
La nueva Carta Magna también concede amplios poderes al presidente para promover mandos militares, disuelve el Congreso y desaparece una de las cámaras, permite que los jueces sean electos por voto popular, y obliga al Estado a ofrecer educación gratuita, vivienda barata y servicio médico a los veintitrés millones de venezolanos.
 
Y, por si fuera poco, la nueva ley obliga a celebrar nuevas elecciones para prácticamente todos los puestos del país: trescientos treinta y tantos alcaldes, veintitrés gobernadores, ciento setenta y cinco diputados de la Asamblea Nacional, y un Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
 
El tono de la voz de Chávez me preocupó esa tarde en que lo oí plantear a su pueblo que el que no está con él está contra él, porque me parece divisiva y excluyente aunque sea sólo para una minoría que se opone a su gobierno.
 
Los venezolanos volverán a votar a finales de febrero o principios de marzo, y lo más seguro es que reelijan a Chávez y de hecho le den la autoridad para seguir en el puesto hasta 2006, y más tarde lo confirmen hasta 2013. Y no importa si se equivocan, porque para eso los pueblos son soberanos y ya no hay Nixon ni Kissinger que valgan.
 
Pero - no por lo que digan sus opositores ni por lo que expliquen los críticos ni por lo que alegan sus enemigos, sino por sus propias palabras - me pregunto qué va a pasar en Venezuela si el dios del teniente coronel se convierte en el diablo del señor presidente…