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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Ausencia virtual
Benjamín Garcimarrero
18 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
La mesa estaba completamente llena de comensales; el viejo abuelo en la cabecera como era su costumbre, la abuela en su carácter de visita al lado derecho, lugar que ocasionalmente se le reserva cuando no tiene cosas más importantes que hacer, como ir a leer la Biblia, ese libro prototipo de perversiones y crímenes que empieza por un homicidio y un incesto.
 
En seguida el nieto más pequeño que aunque come solo y a su gusto, no deja de tener la insistencia y persistencia de la abuela a quien sirve de terapia semanal.
 
Luego un lugar vacío reservado para invitadas, de las que tienen el tino y habilidad para quebrantar el remanso familiar o funcionan de catalizador para poner paz en la rijosidad que se desata por un salero, o porque la ensalada quedó lejos, o porque se atragantó el más voraz de los presentes…
 
¿Presentes?; Pero que digo ¡Presentes!, quise decir ausentes, porque no hace más que sonar el teléfono celular, cuando todos, en un rápido y demencial gesto, respingan y se precipitan sobre ese enajenante aparatejo que transporta al que lo toma, a los más remotos confines siderales.
 
Aún recuerdo el Early Bird o Pájaro madrugador (sin albur) que fue el primer satélite comercial de comunicaciones, puesto en una órbita geo-sincrónica sobre el Atlántico el 6 de abril de 1965 y activado el 28 de junio de ese mismo año.
 
En este siglo XXI, el firmamento está surcado por cientos de satélites de comunicación comprados por empresas monopólicas como la de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, que cobra por cada llamada, o simplemente porque le vean el “pájaro madrugador”, que a esta hora ya debe tenerlo más trasnochado que cualquiera de las bastoneras del catorce.
 
Pero volviendo al relato de estos días feriados y continuando con los ausentes virtuales que ocupan un lugar en el espacio, más allá y en el extremo sur de la mesa, vuelve a sonar el Nextel, para todos es una llamada anónima que permanece una hora sin identificación hasta que terminada la comunicación, la recipiendaria del telefonema, con calma y parsimonia comenta: “Es fulanito que dice que se quiere suicidar” -¿Y qué le dijiste? – Ya le dije que lo haga y que así resuelve el problema, tanto de él como el nuestro. - ¡Bravo!, bien dicho, afirman en coro todo los convidados.
 
Las dos nietas en edad de injertarse un teléfono en cada oreja, que cuando no oyen voces, oyen música de esa que amenaza con dejarlas sordas a edad temprana y que mata neuronas por miríadas, han permanecido ausentes desde su arribo a la mesa.
 
La plática de los viejos, no tiene importante, es retrógrada, obsoleta, antigua, apolillada y muchos calificativos más con que pueden etiquetarse; los temas del día son la nacionalidad del Papa, su enemistad con Cristina Kirchner, no les interesa si la Iglesia corrió a los jesuitas de Brasil, Perú, Panamá, México y de otros países latinoamericanos, solo les interesa el apellido para poder hacer juego de palabras y albures procaces.
 
Nada saben de qué Napoleón afirmó que Los Jesuitas es una organización Militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un sólo hombre [El Superior General de los Jesuitas] El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos”.
 
Y ahora cabe preguntarse: ¿Hacia dónde va la cultura?... Seguramente hacia atrás. Y mucho de culpa la tienen los celulares.