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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
No convertir la verdad en mercancía
Arturo Reyes Isidoro
21 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
El 6 de abril de 2006, en unos días más hará hace 7 años, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, participó como arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en la cena mensual de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas.
 
El pasado 13 de marzo, el diario mexicano Reforma rescató el texto que pronunció entonces y con la firma del propio Bergoglio como Colaborador Invitado lo publicó con el propósito, dijo el periódico, de dar a conocer de cerca el pensamiento del nuevo Pontífice.
 
Realmente es un texto valiosísimo, reflexivo para quienes ejercemos el apasionante oficio del periodismo, hoy con muchos riesgos cuando se quiere ejercer, hasta donde se puede y es posible, responsablemente, esto es, apegado a la verdad o lo más cerca de la verdad, pues los amagos, las amenazas o las agresiones directas o indirectas por decirla, por publicarla, por difundirla, tristemente son un pan nuestro de cada día.
 
Precisamente un apartado, el segundo, lo dedicó el hoy Papa Francisco a la Verdad. ¿Qué dijo tan honorable hombre acerca de ella y su importancia en nuestro oficio? Copio textualmente:
 
 “Los periodistas se presentan siempre ante la sociedad como ‘buscadores de la verdad’. Quien ama y busca la verdad no permite que se la convierta en mercancía y no deja que se la tergiverse o se la oculte. Además, quien realmente se interesa por la verdad está siempre atento a las reacciones de quienes reciben la información, procura el diálogo, el punto de vista diferente. El que busca la verdad es humilde; sabe que es difícil hallarla y sabe también que es más difícil encontrarla cuando uno la busca en soledad. La verdad se encuentra con otros. La verdad se anuncia con otros. Así como falsificar la verdad nos aísla, nos separa, nos enfrenta; buscarla nos une, nos acerca, nos aproxima; y encontrarla nos llena de alegría y nos hermana”.
 
Cuánta carga de verdad contienen sus palabras. La verdad, como bien lo dice, implica necesariamente al otro, pero no al corifeo, sino al que tiene, al que da un “punto de vista diferente”; es decir, opino, la verdad se da, se halla en la pluralidad y la pluralidad implica el diálogo. “La verdad se encuentra con otros. La verdad se anuncia con otros”. Pero, vuelvo con mi opinión, para sacarla a la luz hay que saber escuchar como lo hizo el propio Bergoglio quien con toda humildad escuchó a su colega brasileño Claudio Hummes cuando le dijo que no se olvidara de los pobres, al ser elegido como Papa, y en ese momento se le vino a la mente la idea de adoptar el nombre de Francisco (Prosa aprisa del 19/03/13, “Un hombre sabio que sabe escuchar”).
 
Son palabras para asimilar en lo más profundo de nuestra conciencia como periodistas, si es que nos creemos que lo somos o aspiramos a serlo realmente, en toda la extensión de la palabra. La verdad, digo yo, es inherente a nosotros mismos. Como la libertad, que depende de nosotros si la ejercemos o no, la verdad, la buscamos y la decimos también dependiendo de nosotros, aunque a otros no les guste que uno la diga, que a lo largo de la historia y de la humanidad siempre ha habido quien la trate de inhibir.
 
En aquélla fecha, el entonces cardenal Bergoglio apuntó que resulta casi un lugar común decir que los medios de comunicación han achicado el mundo y nos han acercado unos a otros, ante lo que expresó: “Esta proximidad puede ayudar a crecer o a desorientar. Los medios pueden recrear las cosas, informándonos sobre la realidad para ayudarnos en el discernimiento de nuestras opciones y decisiones, o pueden crear por el contrario simulaciones virtuales, ilusiones, fantasías y ficciones que también nos mueven a opciones de vida”.
 
Agregó al respecto: “Cuando las imágenes y las informaciones tienen como único objetivo inducir al consumo o manipular a la gente para aprovecharse de ella, estamos destruyendo la projimidad, alejándonos unos de otros. Esta sensación se tiene muchas veces ante el bombardeo de imágenes seductoras y de noticias desesperanzadoras que nos dejan conmocionados e impotentes para hacer algo positivo. Nos ponen en el lugar de espectadores, no de prójimos. El dolor y la injusticia presentados con una estética desintegradora instala en la sociedad la desesperanza de poder descubrir la verdad y de poder hacer el bien en común”.

Dijo más, por ejemplo que ser comunicador no es meramente una función. “Va más allá. Se enraiza en ese ámbito de la interioridad donde se gesta el proyecto de vida y se despliega a lo largo del camino de la existencia”.
 
Manifestó que en el ámbito de la comunicación social se van gestando transformaciones culturales donde las sociedades construyen gran parte de su futuro. “De ahí que toda la atención que pongamos en la calidad de la comunicación es poca. No se trata sólo de eficacia, de rating o cantidad de ejemplares vendidos. Es mucho más lo que está en juego. En este mundo que llamamos ‘de la comunicación’ se siembra para un futuro venturoso de comunión o un futuro trágico de desencuentros y rupturas”.
 
El hoy jerarca de la Iglesia en la Tierra, vinculó con una gran maestría el bien con la verdad. “Sin duda la publicación de algunas verdades puede generar reacciones y conflictos no menores, pero el buen comunicador no actúa para generar ese conflicto o esa reacción, sino para ser fiel a su vocación y a su conciencia. Impulsado por la verdad y el bien encontrará con idoneidad profesional las palabras y los gestos que permitan decir lo que hay que decir de la manera más cuidadosa y eficaz. El comunicador de la verdad parcial, que opta por la parte a costilla del todo, no construye. No es necesario apartarse de la verdad para destacar lo bueno que hay en las personas. Hasta en las situaciones más conflictivas y dolorosas hay un bien para rescatar. La verdad es bondadosa y nos impulsa hacia el bien. El periodista que busca la verdad busca también lo que es bueno. Es tal la unión que existe entre verdad y bien que podemos afirmar que una verdad no bondadosa es, en el fondo, una bondad no verdadera”.
 
Jorge Mario Bergoglio, como cardenal, sin duda era muy interesante. Hoy como Papa nos continúa sorprendiendo. Sus palabras son muy sugestivas. Yo me quedo con ellas. La verdad, sin duda alguna. La verdad, al costo que sea. Sólo la verdad, opino, nos hará mejores.