icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Hoja damasquina
Benjamín Garcimarrero
8 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
Dice la vieja canción de Agustín Lara: “Como dos puñales, de hoja damasquina…Tus ojazos negros, color de acerina”
 
Desde luego que se refería mediante un tropo poético a los ojos de la mujer a quien cantaba y no a sus perversiones, desvíos o preferencias sexuales como se ha dado en llamar con tantos tapujos a eso que en Veracruz es cotidiano y se profiere sin pelos en la lengua. (También sin albur).
 
La decisión de la Suprema Corte de Justicia, prohibiendo el uso de algunas palabras, fue para poner fin a una prolongada disputa (dije disputa), que entre dos periodistas poblanos de reconocida reputación, (cada uno con la suya) uno etiquetó al otro, públicamente de “puñal”, haciendo mención que en su periódico “solo escriben maricones”.
 
Tras un largo litigio en tribunales, el asunto llegó a la Corte quien resolvió que expresiones como esa no están protegidas por el derecho a la libertad de expresión, y merecen una sanción por el daño moral causado, sanción que se aplica mediante una fuerte indemnización para los afectados.
 
Debe sin embargo acreditarse que la manifestación es homofóbica, que contiene una fuerte descarga de odio y provoca rechazo hacia el grupo social y que a su vez implica discriminación, lo cual está prohibido en la Constitución y leyes que de ella nacen.
 
Este razonamiento que ya es una verdad jurídica que al parecer no tiene reversa, lo pronunciaron los Ministros de la Primera Sala de la Corte.
 
En la misma tesitura habrá que andar con tiento y respeto, cuando se hable del pajarito de Nicolás Maduro, que para empezar se le metió a la capilla donde oraba, luego se le paró en una viga y le chifló alguna extraña melodía de la que Maduro dedujo que era el espíritu (no muy santo) de Hugo Chávez que le exigía lo supliera en el gobierno de Venezuela. ¡Haga Usted el favor!
 
En el mismo tono, que irán a decir los jarochos tan albureros, ahora que a Jorge Mario Bergoglio, lo eligieron Sumo Pontífice. La Corte no podrá estar al pendiente de todas esas palabras de doble sentido, aunque habrá a quien le importe un bledo, excepto al que vea una jugosa indemnización que le quite lo pauperizado pero no la dignidad.
 
El calambur más famoso de la historia de la lengua española se atribuye a Don Francisco de Quevedo quien llamó "coja" a la reina doña Isabel de Borbón (coja realmente y a la que le enojaba mucho cualquier mofa hacia su discapacidad), primera esposa de Felipe IV de España; tras apostar el pago de una cena con sus amigotes a quienes el propio Quevedo dijo tener el valor de decirle a la reina, el insulto en la cara.
 
Compró Quevedo dos ramos de flores: uno de claveles blancos y otro de rosas rojas, y se presentó ante la reina en la plaza pública en la que se encontraba. Con una cortés reverencia, Quevedo extendió los brazos ofreciéndole a la reina Isabel de Borbón, los dos ramos de flores, uno sujeto en cada mano. A continuación Quevedo dijo a la reina: Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja. (Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es coja).
 
Otro calambur de Quevedo se encuentra en la narración de la boda de unos esclavos: “Ella esclava y él esclavo que quiere hincársele en medio. (Ella esclava y él es clavo que quiere hincársele en medio).
 
Es opinión difundida que el término calambur proviene del árabe kalembusu (palabra equívoca), o del italiano calamo burlare (bromear con la pluma).
 
Entre el gremio de los escritores, es frecuente que se usen calambures como seudónimos como por ejemplo: Felipe Lotas, Chema Pamundi, Simpe Luquín, Francisco Rupto, Aitor Tilla, Diego Norrea. Y muchos más.
 
Albur, es una palabra sintética que pretendía definir el calambur, pero como los idiomas son entes vivos que tienden a simplificarse, la cosa quedó en “albur” y le quitaron la maroma semántica.
 
Así la frase de cortesía: “A Dios vaya usted” se quedó en un simple adiós que también viaja hacia el desuso, ahora los muchachos dicen: Bayyyyy, Chao, Órale si y Ahí la ves.
 
En lo que ahora hay que fijarse, pues no tardan en llevar a tribunales, es el mensaje electoral que tienen los pajaritos como ocurrió en Venezuela.
 
Alguna vez la misma magia tuvieron las reliquias católicas para sostener un sistema de poder falaz, en la edad media… Y todavía viene por sus fueros.
 
Por eso no es bueno creer en el pájaro de Maduro, ya ni en el espíritu santo.