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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
El último fumador
Jorge Arturo Rodríguez
9 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
 Ya lo han señalado las autoridades responsables, que este año será de mucho incendio y de mucho calor. Vaya si lo creo, más si se considera que es un año donde aspirantes y suspirantes andan calientes en busca de alcaldías y curules aquí en nuestro lindo Veracruz. El calor político estará sabroso, y quizás más de uno saldrá raspado y hasta quemado.

Pero en fin. La titular de la Secretaría de Protección Civil estatal, Noemí Guzmán, acaba de hacer un llamado a la población para que extrememos precauciones y no tiremos colillas de cigarro sobre la carretera, debido a que es uno de los factores que propician incendios forestales. Expresó: “Queremos seguir haciendo un llamado a la población sobre todo a los que transitan con vehículos y que son fumadores para que nos apoyen en no tirar las colillas de cigarros encendidas, porque eso más las quemas que han sido controladas, pero algunas se han salido de control, es lo que nos ha dado esa incidencia”.

De acuerdo, procuremos cuidar nuestros bosques, nuestra biodiversidad, nuestras vidas, Pero creo que no sólo son los fumadores los causantes, cualquiera de nosotros encendemos un fósforo… Y sabemos lo que pasa… Tomemos conciencia. Un servidor fuma, no empecinadamente, pero tengo claro que hay lugares donde no debo hacerlo. Dijera el político italiano, Alessandro Pertini: “De los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno solo que se haya quejado de los no fumadores”.


Recordé entonces el cuento “El último fumador”, del escritor japonés Yasutaka Tsutsui, aparecido en su libro Hombres salmonela en el plantea porno, donde uno de sus personajes, escritor y fumador empedernido, ante el movimiento antitabaco que se fortalece en Japón, escribió para un revista un artículo en defensa de los fumadores. Toda proporción guardada, quizás tenga razón. Les comparto algunos fragmentos:

“La discriminación contra los fumadores parece haberse acentuado. Proviene de una combinación de extremismo y simpleza por parte de los no fumadores. Los activistas antitabaco muestran una falta total de comprensión, precisamente porque no fuman. La estomatitis se cura con el humo del tabaco. El tabaco también atenúa la irritación nerviosa. Al parecer, los no fumadores están sanos y gozan de un semblante saludable. Esto es así porque muchos de ellos practican deporte. Pero también sonríen por cualquier tontería. No piensan demasiado las cosas y su conversación es mortalmente aburrida. Los temas de sus conversaciones son superficiales. Su forma de pensar es imprecisa y vaga. A menudo se van por las ramas sin motivo aparente. Son incapaces de discutir cualquier tema en más de un nivel. Su razonamiento no es inductivo, sino deductivo. Por eso resultan tan previsibles y siempre se apresuran a llegar a conclusiones estereotipadas. Respecto al deporte, son capaces de charlar indefinidamente, aunque uno no muestre el más mínimo interés por el tema. Pero cuando se trata de filosofía o literatura, les entra sueño”. (…) “Y, claro, los no fumadores no pueden soportar las largas conversaciones, las conversaciones profundas y difíciles. Tan pronto acaban cualquier asunto, o ya saben lo que se supone que tienen que hacer se levantan y se van. No pueden estarse quietos. Si alguien los retiene se quedan mirando el reloj constantemente. Pero cuando están enfadados, simplemente siguen y siguen. Más aún, estos hombres y mujeres están locos por el sexo. Pero cuanto más cuidan de su salud más descuidan el cerebro, con el consiguiente perjuicio de su integridad lo cual resulta de lo más irónico. En suma, se tornan unos perfectos memos. Y ¿qué sentido tiene vivir una vida tan larga y saludable si no son más que zoquetes? Estos grandes grupos de viejos necios se convertirían en una carga para la minoría de jóvenes. ¿De verdad quieren seguir jugando al gateball hasta que lleguen a centenarios? El tabaco fue un descubrimiento increíble, que ha brindado a la gente una profundidad única. No obstante, hasta los periodistas se están pasando al carro de los antitabaco. ¿Pero qué es esto, hombre? Las oficinas de redacción de los periódicos deberían estar personificadas en las oscuras nubes de humo del tabaco. ¿Por qué los periódicos actuales son tan poco interesantes? ¡Porque las oficinas de redacción son demasiado impolutas!”

Por lo pronto, ahí se ven.


Hasta la próxima
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