icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Propuesta de nueva garantía dentro de los derechos humanos
Benjamín Garcimarrero
15 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
PRIMER EJEMPLO: Rosquizurda, compañera de Vetusto Senilo, fueron a ver a un competente abogado con el ánimo de que interviniera para que le pagaran los daños consistentes en una raspadura de pintura que le hizo con la puerta de su carro, otro empleado que se le estacionó junto en su lugar de trabajo.
 
Ella no vio el suceso, solo adivinó quién había sido y desde luego el presunto malhechor negó haber estado en el momento, lugar y modo que le imputaban. La “víctima” no tenía más que un testigo que era el disque cuidador y lavador del estacionamiento, quien le había ido con el chisme pero desde luego no quería comprometerse a declarar en contra del que dañó la pintura a la portezuela.
 
Le explicó el letrado que no era a gusto del testigo, sino que al ser señalado tenía que comparecer “ad chalecum”. No, - dijeron- no queremos molestarlo, que tal si dice que no vio nada.
 

- Aleccionen a otro testigo.
 
- Pero como cree, nosotros somos personas honestas, no podemos hacer eso.
 
- ¡Ah!, entonces el deshonesto soy yo – dijo el consultado – O sea que tengo que inventar un testigo y quizá hasta hacer tráfico de influencia para que les compongan la abolladura; ¿Verdad?; Pues me van a perdonar para ya se pueden ir mucho rumbo a Chihuahua a un baile.
 

SEGUNDO EJEMPLO: Porquirio, se encontró con un amigo influyente en una reunión y le pidió intervenir porque a su hijo, en un pleito callejero multitudinario, le achacaron haber dejado tuerto a uno de los contendientes.
 
Puso su cara de palo y le recordó a Porquirio que él, era el primero en despotricar contra la corrupción y el uso de la amistad para litigar a su favor, pero no reparaba en nada para pedir frías y brincarse la ley cuando se trataba de su engendro. También lo mandó a inflar burros por donde le hallara modo.
 
TERCER EJEMPLO: Un periodista connotado, de esos que pelan un jabalí con la lengua y destrozan honores por orden de adulterios, tuvo necesidad de pedir chiche para que su asunto se inclinara a su favor. Lo logró mediante compadrazgos y ni tardo ni perezoso, en su siguiente artículo hizo cera y pabilo de la justicia, que a él le constaba podía torcerse a su favor.
 

En fin los casos y los ejemplos pueden llenar bosques enteros de papel reciclado y dar motivo de enjuiciamiento para la administración pública, púdica, púbica o impúdica.
 
Pero viendo que suele ser como el ombligo, que todo el mundo tiene uno pero nadie lo menciona; me propongo sugerir que la corrupción sea elevada a la categoría de Garantía Individual dentro del inventario de los derechos humanos, ahora que está de moda ponerle parches a la Constitución General de la República, se trata de que todo mundo tenga derecho a ser deshonesto y se convierta en una de las prerrogativas más exigente de respeto, como lo es ahora el derecho al chisme (transparencia), a la libertad individual (infidelidad) y que lo sancione el Congreso y la mismísima Iglesia que tiene casi dos mil años de corrupción ininterrumpida y lucro inmoderado.
 
            Asimismo que se haga una oración alusiva a la bendita corrupción y se eleve a los altares al Santo más corrupto de los que se tenga noticia como pudo haber sido Marcial Maciel y sus desfundados legionarios y pongan de corifeos a quienes lo solaparon, incluyendo al último inquisidor nacional.
 

Tomás Moro a quien la Iglesia hizo Santo, después de haber sido Abogado, político y mártir, no cantaba mal las rancheras junto con su mancuerna, Juan Fisher; también hecho Santo. Ambos por no dejarse corromper fueron condenados a muerte. Merecido lo tendrían.
 
El Derecho a la corrupción es algo que funciona de hecho pero aún no está en el catálogo de los derechos humanos ni de las garantías individuales a pesar de que lo usan los abogados, periodistas, médicos, ingenieros, funcionarios, presidentes, secretarios, policías, agentes de tránsito, ediles, curas, monjas, comerciantes, partidos políticos, senadores, diputados, gobernadores, traficantes, artistas, burócratas, empleados, Papas, etc. etc. Con honrosas excepciones.
 
Una disculpa para los que no se mencionan pero que de seguro tienen lo suyo.
 

Y al grito de ¡Corruptos del mundo, UNIOS!, Guardemos un minuto de silencio para los que se dicen honestos.