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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
La prensa, otra crisis más
Arturo Reyes Isidoro
17 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
La prensa, no es ninguna novedad decirlo, vive una crisis como pocas veces en el país y en el estado, ya víctima de la delincuencia organizada, ya de algunas autoridades.
 
Pero cada vez se acentúa otro peligro más, grave porque no sólo afecta a los propios actores de la prensa, sino, por extensión, a la sociedad misma, a los lectores.
 
Por cuestiones profesionales –revisión de boletines de prensa– constato día a día que los jóvenes egresados hoy día de las Facultades de Comunicación, con sus excepciones, no saben redactar.
 

No sólo no saben redactar sino, percibo, no saben usar bien las palabras porque no conocen bien su significado y las utilizaban equivocadamente, con la agravante de que ya nadie les revisa su material y el producto sale, como comúnmente se dice, de la chingada.
 
Y lo preocupante, porque se corre el riesgo de causar confusión o no ser claros y precisos en el mensaje que se pretende dar, es que se así se despacha el material.
 
Hay un vicio generalizado de redactar los boletines con una “entrada” (primer párrafo) con cita, esto es, con algún rollo del jefe o jefa, demagogia pura, que no dice nada y que, de entrada, no dice al lector qué.
 

Seis son las preguntas clásicas para dar forma periodística a un hecho, que quien redacta debe responder: qué ha sucedido, cuándo, dónde, cómo, por qué y quiénes son sus protagonistas.
 
Yo, un poco irreverente, me atrevo a agregar una más, que de todos modos no interfiere en las otras pero que el mercantilismo del periodismo de hoy le da uso diario: de a cómo.
 
Lo de las seis preguntas clásicas lo enseñaban los viejos maestros de periodismo, en especial los que nunca fueron a una Facultad pero que lo aprendieron en las redacciones de antaño y de ahí nos lo transmitieron.
 

Cuidar esas reglas, aplicarlas al pie de la letra era el ABC nuestro de cada día en nuestra etapa de formación. Yo me formé en las redacciones porque no tuve la fortuna de ir a una Facultad de Periodismo o de Comunicación, como fueron mis deseos de joven. Cursé otra carrera a falta de oportunidad, pero mi escuela de periodismo fue la redacción y con verdaderos maestros hechos en la práctica.
 
Pero los jóvenes de hoy, aspirantes a redactores, a reporteros y a periodistas, que no lo son aunque se proclamen así porque esa calidad se gana sólo con el tiempo y se demuestra con el trabajo profesional, ignoran, por lo que reflejan los trabajos de quienes han ido a parar a una oficina de prensa oficial, cómo redactar un buen boletín de prensa; aparte del de contenido y del sentido de las palabras, suman errores de dedo, ortográficos, de puntuación, sintácticos, cacofónicos y de jerarquización, por citar algunos aspectos.
 
En parte, o en mucho, eso refleja la mala preparación de los maestros y de la calidad de las escuelas donde hoy se forman y donde ya no hay casi profesionales que les enseñen a redactar decentemente.
 

Y no me cabe duda que en mucho, en casos determinados, eso influye en las derrotas de los candidatos a algún puesto de elección popular que los contratan y los tienen a su servicio, porque no saben transmitir el mensaje, un buen mensaje, impactante, con palabras convincentes, que las hay y muchas.
 
Lo mismo vale para muchas oficinas de gobierno y municipales, cuyos boletines salidos de sus oficinas de prensa son un verdadero galimatías y no logran ningún efecto positivo para los gobernantes.
 
Con una agravante: se ve que ni los mismos jefes de prensa y mucho menos los propios candidatos, las propias autoridades, tienen el cuidado de leer o de revisar lo que se va a decir que dicen ellos.
 

(Recuerdo que en sus años de principiante, y cuando hay ocasión para ello lo rememora, el colega Gustavo Cadena Mathey llegó con el que era su jefe y le entregó una nota periodística redactada. Cuando la vio, aquél hizo pedazos las hojas, las tiró a la basura y le dijo que eso no servía. Sacó un cigarro de mota y le hizo darle tres caladas al carrujo. Dejó que pasaran unos minutos y cuando vio que ya le habían hecho efecto, le dijo que ahora sí, necesitabas estar inspirado, chingada madre, ya vas a ver la nota que te va a salir. Pero ahora, ni siquiera eso.)
 
Un gobernante cuidadoso de este detalle, que recuerdo, fue Patricio Chirinos. Un boletín de un acto celebrado por la mañana, temprano, a veces se despachaba hasta las 11 de la noche, porque en el día no le daba tiempo de revisarlo hasta que se desocupaba por la noche.
 
Otro fue Fidel Herrera Beltrán, aunque en casos especiales, cuando él tenía interés especial en un tema, pedía ver lo que se había redactado y algunas veces de su puño y letra quitaba palabras o párrafos y hacía agregados o correcciones, o daba el visto bueno tal y como se le presentaba, pero lo revisaba.
 

Un político que hasta la fecha practica y cuida ese detalle es el ex candidato a gobernador del PAN y ex dirigente estatal del PRI, Miguel Ángel Yunes Linares, quien no sólo revisa los contenidos, e igual que Fidel corrige, cambia, agrega o quita, sino que incluso personalmente escoge la foto o las fotos que han de difundirse, con algo especial que lo distingue y tiene que reconocérsele: está pendiente, habla por teléfono con el interesado para confirmar que le llegó el material. Y sabe dar las gracias.
 
Un político con el que me formé en parte, también periodista, Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, Yayo Gutiérrez, fundador y director del Diario del Sur de Acayucan y de Política de Xalapa, solía repetir que orden dada y no vigilada valía para pura chingada. Creo que aplicaría para el caso del material de prensa oficial, en especial cuando se quiere dar, transmitir un mensaje importante.
 
Hoy veo que los actuales políticos, autoridades o candidatos, no le dan importancia a ese detalle, pienso que o porque no les interesa, o porque no tienen tiempo (aunque los políticos profesionales se tienen que dar tiempo), o porque de plano no saben por impreparación y porque nadie les enseñó o porque no quisieron aprender de sus mayores.
 

Lo cierto es que el de la redacción, constituye otro motivo de crisis del periodismo hoy día. Cuánta razón tiene Enrique Peña Nieto cuando su principal preocupación es la Reforma Educativa.