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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
¡Al ladrón, al ladrón!... grita el ladrón
Arturo Reyes Isidoro
22 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
Y qué, ¿porque los del PAN pillaron a los del PRI preparándose para apoyar a que ganen sus candidatos utilizando recursos públicos ya resolvimos el anhelo de tener un sistema y un proceso democrático ejemplar?
 
¿En medio del escándalo que se dio e inició a mediados de la semana pasada, en donde quedan los ciudadanos y sus intereses?
 
Un argumento que leí el fin de semana pasada decía que en realidad el PAN ha hecho lo mismo que el PRI, nada más que a los tricolores los filmaron in fraganti, en el momento mismo en que planeaban el crimen.
 

Esto es, hasta con cierta dosis de cinismo, se sugería que todos pueden delinquir electoralmente siempre y cuando el contrario no los agarre con las manos en la masa y por lo tanto no se sepa o no se haga público. Menudo argumento.
 
Me quedó la impresión de que hasta para quien o quienes daban ese argumento, debería reconocerse y aplaudirse al que haga trampa y no se le descubra; verlo como una especie de gran mago Houdini y aplaudirle.
 
En realidad, denunciar que el PRI se preparaba para hacer trapa esta vez, tristemente, ya no es ninguna novedad. Hacer lo que hace, posiblemente desde su nacimiento, es consustancial a él. Lo trae en la sangre. Es su ADN. A eso debe su larga supervivencia, su resurgimiento que lo tiene de vuelta en el poder.
 

El día que el PRI trate de ganar una elección sin hacer trampa, limpia y democráticamente, ese día dejará de ser el PRI, ya nadie lo va a reconocer. Pero mientras tanto, no ha sabido refinar su método para hacer chanchullo. Se quedó en el pasado. Ya hoy es posible, lo acabamos de comprobar, que todo el mundo lo descubra.           
 
Ridículo y preocupante para los priistas, que ya están viejos, unos cronológicamente y otros prematuramente, porque ya no son capaces de detectar que al enemigo lo tienen adentro y que además en sus propias narices les están robando sus más preciados secretos para exhibirlos luego públicamente como un verdadero trofeo.
 
La verdad, yo todavía me preguntó por qué el PAN, esto es, la familia Yunes Linares-Márquez, los encueró a estas alturas del partido, es decir, porque no guardó el obús para mejores momentos o para momentos decisivos como por ejemplo los momentos definitorios de la elección.
 

Puede que el barco tricolor no se hunda por ahora, pero de que le pegaron y dañaron su línea de flotación, ni quién lo dude. De momento, quedó al garete. No supieron reaccionar adecuadamente y a tiempo, y reparar la nave y dejarla a punto para atravesar el océano infestado de tiburones azules, o más bien yunistas, no les va a ser fácil y les tomará tiempo.
 
Y el tiempo ya juega en su contra, con la amenaza de los Yunes de que tienen más evidencias (tal vez grabaciones, tal vez videos, tal vez documentos, tal vez fotos, vaya usted a saber) y que poco a poco las irán dando a conocer, lo que podría explicar porque quemaron ya un cartucho: porque tienen más y quién sabe de qué calibre. El buque priista sigue en riesgo.
 
Pero tampoco es ninguna novedad que en el PAN no cantan nada mal las rancheras. Es más, a veces afinan mejor que en el PRI e incluso, como lo vimos en los sexenios pasados, son peores o mejores (según se vea) que los del tricolor: peores porque no sólo se hacen trampas entre ellos mismos sino que llegan al grado del canibalismo y el mejor ejemplo lo tuvimos cuando se definieron las candidaturas al Senado en el pasado proceso electoral: estos mismos Yunes, muy vivos, se comieron vivos tanto a Julen Rementería del Puerto como a Víctor Alejandro Vázquez Cuevas, el famoso Pipo, quien se sigue dando de topes contra la pared, así lo sigue declarando, por haberlos llevado a las filas panistas.
 

Mejores, porque, ciertamente, saben robar la cartera limpiamente, sin que, en forma aparente, nadie se dé cuenta, a menos que alguien los denuncie que los vio, como hizo el mismo Pipo Vázquez Cuevas en febrero de 2011, cuando, dolido porque a juicio de él le arrebataron a la mala la candidatura al Senado que le correspondía, abrió la boca.
 
Dijo entonces que los Yunes y el ahora candidato panista a la alcaldía de Xalapa, Abel Cuevas Melo, funcionarios que tenían en sus manos el programa asistencial Oportunidades y la delegación de la Sedesol, habían hecho mal uso de los recursos asistenciales para beneficiarse electoralmente, de lo que ahora acusan al PRI.
 
El 22 de febrero de ese año, en conferencia de prensa, Vázquez Cuevas señaló que una de las principales causas de su inconformidad era la presunta intervención del titular del programa Oportunidades en la entidad en aquel entonces, Miguel Ángel Yunes Márquez, así como del delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Abel Cuevas Melo, quienes habían condicionado los beneficios de los programas federales y utilizado recursos de los mismos para beneficiar al ganador de la contienda, Fernando Yunes Márquez.
 

Entonces, no hubo grabación, ni filmación, ni filtración. Fue un señalamiento directo de un panista que había sido dirigente estatal contra otros panistas. Pipo aceptó en aquella ocasión que la utilización de los recursos para beneficiar “a ciertos candidatos”, sin duda dañaba la reputación de su partido.
 
“Es una elección interna, donde se jugó con armas externas, pero además con armas públicas, con recursos para abatir los índices de pobreza en el país y que estos dos delegados están utilizando para entrometerse en asuntos internos del partido. Sin duda esto influye en una mala imagen para Acción Nacional, por eso lo denunciamos”, expresó. Dijo que presentaría denuncia penal, aunque se ignora si lo hizo.
 
Tan tramposos, corruptos e impunes unos como los otros.
 

Por lo menos ahora, producto del escándalo, ya se cuidarán unos y otros de ser menos cochinos, menos trompudos, pero ninguno nos ofrece garantías de que jugarán limpio, con ética, con apego a la ley. ¿Creer verdaderamente en unos o en otros? Por lo menos, yo no.
 
Coincido con la Iglesia católica, con el presbítero José Juan Sánchez Jácome: iré a votar, no como borrego, ni por partido o sigla alguna. Escogeré a la persona que más me convenza en lo personal, porque la conozca o porque me den las mejores referencias de ella personas en quienes yo crea. ¿Y usted?