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Columnas y artículos de opinión
Responsabilidades culturales
Guillermo H. Zúñiga Martínez
11 de mayo de 2013
alcalorpolitico.com
Existe una línea, de apreciación y valoración educativas, que tiene mucho que ver con la calidad de la enseñanza. Teóricos, periodistas, escritores creen, con la fuerza histórica que ostentan, que las instituciones mejor dotadas y preparadas son las que cuentan con catedráticos brillantes, bibliotecas ricas, laboratorios actualizados y presupuestos amplios para atender las necesidades escolares.
 
Ese criterio es generalizado, porque todo mundo califica la excelencia de la educación considerando la preparación, cumplimiento y responsabilidad de los mentores. Si se analizan de manera cuidadosa los libros de texto, los tratados pedagógicos, los avances en esta materia en los diversos países del mundo, así como los discursos preferentemente de grandes ideólogos y formadores de nuevas generaciones, se puede concluir que muy pocos, verdaderamente escasos han puesto su interés en la responsabilidad de los discípulos, en sus actitudes, hábitos, inclinaciones y fortalezas para incursionar –personalmente- en su verdadera formación.
 
Hace poco escuchaba los comentarios de Andrés Oppenheimer, que es autor del libro “¡Basta de Historias!”, donde expone criterios sobre asuntos educativos gracias a las entrevistas que ha conseguido no tan sólo con mandatarios nacionales, sino con titulares de ministerios educativos latinoamericanos, europeos y asiáticos. Si usted lo analiza y profundiza en su contenido se dará cuenta que, como periodista, es también un convencido de que la perfección de la educación, así como los aspectos sobresalientes en la formación de las nuevas generaciones radican casi exclusivamente en la capacidad y lucidez de los profesores. En México se duda de manera abierta de la preparación de los estudiantes de Oaxaca, Puebla, Guerrero y Michoacán en razón directa de que existen constantemente suspensiones de clases, no hay un trabajo en favor de los niños y los jóvenes, sino que los maestros se dedican principalmente a defender sus derechos, atribuciones, ingresos y beneficios sociales por lo cual esas entidades enfrentan muchos problemas y atrasos significativos, porque el descuidar las aulas y la atención directa a los alumnos es una verdadera irresponsabilidad en el ejercicio profesional.
 

Estas reflexiones están basadas en observaciones palmarias gracias a las cuales en el transcurso de los años, personas preocupadas por la evolución educativa hemos encontrado que si bien es cierto hay que insistir no tan sólo en la disposición académica, técnica y científica de los educadores, sino en su espíritu patriótico, en el amor que sienten por la transmisión de los conocimientos, por exaltar la posibilidad de evaluar la tranquilidad y sensibilidad con que instruyen a las nuevas promociones, también se debe hacer hincapié de manera prudente, pero asomándose siempre a una transformación de los conceptos educacionales, a la importancia que reviste el que cada discípulo -principalmente de enseñanza media superior y superior- precisa estar persuadido de que su valor formativo, su preparación académica, el dominio de los contenidos técnicos o científicos a los cuales se encuentra obligado a inclinarse, deben ser aspectos alcanzados individualmente mediante la organización de su tiempo, hábitos y costumbres para cumplir con los programas académicos de cada una de las carreras que cursa en universidades modernas.
 
De ninguna manera y por ningún motivo es conveniente dudar de la importancia que tiene el desempeño del deber magisterial. Admiro a mentores que sienten genuina emoción cuando hablan de los resultados que logran en la cátedra que imparten, cuando se dan cuenta de que influyen en la mentalidad y preparación de sus discípulos, eso es algo ejemplar y vigorosamente necesario en el cumplimiento del deber.
 
Creo que también es indispensable que todo asesor se preocupe por la formación de hábitos, la asimilación de conocimientos de los escolares, porque de esa manera estaría construyendo una revolución educativa dado que, si bien es cierto los alumnos necesitan de la sapiencia y voluntad de sus maestros para aprender, también es exacto que los partidarios de la pedagogía moderna deberían poner su interés personal en que cada estudiante acatara un horario inobjetable cotidianamente, para que por sí mismo, no tan sólo se asomara a los contenidos que obligan los programas de enseñanza en cada una de las materias, sino que las interpretara y enriqueciera de tal manera que las clases, que duran por lo general una hora, fueran engrandecidas todos los días por los estudiantes para poner en vigencia lo que se está encontrando en nuestra entidad al construir la concepción en los fines históricos de una nueva institución, como la Universidad Popular Autónoma de Veracruz que creó el Gobernador Javier Duarte de Ochoa, para beneficio del pueblo.
 

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