icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
El mal también come y tiene hambre
Jorge Arturo Rodríguez
21 de mayo de 2013
alcalorpolitico.com
En una nota periodística referente al ritual que realizaron los totonacos en el inicio de la Cumbre Tajín de este año: “En su idioma hablan al Viejo del monte. Recitan oraciones y explícitamente piden que no haya mal. Que no existan accidentes y que ellos cuidarán las instalaciones. ¿Y cuál es el mal?, se pregunta a la señora Guadalupe Lobato, durante la cena. “La envidia está muy dura y la juventud ya no quiere trabajar. No tienen fe, ¿verdad, compadre?” A lo que Tirzo Jiménez Vaquero abunda: “El mal también come y tiene hambre”.
 
¿Dónde no anda el mal? ¿En qué tiempos no ha existido el mal? Bien y mal, binomio siempre presente, en todos los confines de la tierra. Pero lejos de meternos donde no nos llaman, mucho menos en eso de la teología,  religiosidad y anexas, sabido es que estamos requetemal, pareciera que andamos en un callejón sin salida. La palabra harto manoseada es “crisis”. Crisis por todos lados, y no se vislumbran posibles soluciones. No hay varita mágica, lo sabemos, para enfrentar y vencer a las tantas crisis.
 
Observen tantito a su alrededor y se darán cuenta de los tantos conflictos que pululan, desde el hogar mismito, hasta en la realeza, vaya, hasta en las mejores familias.
 

En fin, mis queridos lectores y lectoras fans, por poner un ejemplo, ya saben que la canasta básica está por el espacio sideral y cada día que pasa la cosa se pone más difícil, sobre todo para los que menos tienen, cantaleta ésta que, ni modo, hay que seguir repitiendo… ¿O mejor optamos por morirnos?
 
Y ya saben también que la canasta básica es el conjunto de bienes y servicios indispensables para que una persona o una familia pueda cubrir sus necesidades a partir de su ingreso. ¡Ahí tá el detalle, chato! Esto suena ya un sueño guajiro, porque ni para los huevos alcanza, sobre todo, ¡otra vez!, para los que menos tienen.
 
Y fíjense nomás. Dice Enrique Jacoby, asesor regional sobre alimentación saludable y vida activa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que en México se vive una situación de alarma alimentaria, “se comen demasiados snacks (botanas) y en sólo 20 años se ha remplazado la comida tradicional”. O sea, es que ya sólo alcanza para la comida chatarra, ¿no? Porque las frutas, las verduras, el pollo y demás están… ¡Uuuf, uuuf y recontra uuuf!
Miren, el Banco Mundial hace unos días reveló que ocho de cada 10 mexicanos no lograron ascender al nivel socioeconómico superior al que se encontraban al comenzar el siglo. Y detalló “que en el periodo que va de 2000 a 2008, es decir, antes de la crisis que llevó a una recesión económica en 2009, sólo dos de cada 10 mexicanos lograron ascender a un nivel superior de ingreso; un universo muy reducido, de 2 por ciento de la población (o dos de cada 100) cayó a un nivel inferior de ingreso del que se encontraba al inicio del periodo. El hallazgo principal tiene que ver con la falta de movilidad: prácticamente ocho de cada 10 (el número preciso es 78 por ciento) permanecieron en el mismo nivel de ingreso” (La Jornada/15 de mayo/2013).

 
Ah, pero eso sí, los pinches huevos, el pollo, el tomate verde, el limón y demás siguen su comportamiento a la alza, o sea, se portan de la chingada y nomás no los hallamos a precios justos para los bolsillos.
 
Claro, de esta situación sólo se salvan los menos, es decir, los que más ganan y se hinchan de y en billullos, lo haigan obtenido como lo haigan obtenido. Se entiende, ¿no?
 
¿A dónde vamos a llegar? Porque dicen por ahí que apocalípticamente el hambre se extenderá… Quihubo, ¿qué hacemos? ¿Sólo una cruzada contra el hambre? ¿Con snacks (botanas)? ¿Con comida chatarra? Sí, y una Pepsi bien helodia…

 
De cinismo y anexas
 
Joseph E. Stiglitz, autor del libro El precio de la desigualdad, escribió: “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”. ¡Madres! Esa es la cuestión.
 
O como dijo Oscar Wilde, aconsejar economía a los pobres es a la vez grotesco e insultante. Es como aconsejar que coma menos al que se está muriendo de hambre.

 
Por lo pronto, ahí se ven.
 
Hasta la próxima
[email protected]