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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
El pensamiento filosófico: camino hacia una calidad de vida
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
28 de mayo de 2013
alcalorpolitico.com
Voy a terminar esta serie de artículos en los que he expuesto las razones de varios pensadores que explican por qué es de vital importancia que las ciencias humanísticas, y especialmente la filosofía, vuelvan a ser incorporadas al currículo educativo, con una temeraria síntesis de la propuesta de la UNESCO. Y digo temeraria porque el documento que ha publicado, llamado Filosofía, una escuela de libertad, comprende unas 300 páginas, y en él hace una brillante, minuciosa y profunda justificación del tema.
 
Desde la misma introducción, su entonces director general, Koïchiro Matsuura, marca las bases de la importancia del tema: « ¿Qué puede ser la enseñanza de la filosofía, sino la de la libertad y de la razón crítica? En efecto, la filosofía implica el ejercicio de la libertad gracias a la reflexión. Se trata, por ende, de juzgar sobre la base de la razón y no de expresar meras opiniones, no solo de saber sino también de comprender el sentido y los principios del saber, de actuar para desarrollar el sentido crítico, baluarte por excelencia contra toda forma de pasión doctrinaria». (p.IX)
 
Por eso la UNESCO, se hace eco a estas demandas de quienes sí piensan con una perspectiva humana y están convencidos que la educación es importantísima para nuestra propia salvación como especie. Dice Moufida Goucha, Jefa de la Sección Seguridad Humana, Democracia y Filosofía: «La filosofía –puesto que esa es su sustancia y todo su propósito– incita e invita a un cuestionamiento abierto. Permite liberar y ofrecer salidas a los jóvenes espíritus, llamados a ser los pensadores y los actores de un mañana que está más cercano de lo que se cree. La enseñanza de la filosofía y su práctica merecen no solo ampliarse, sino también renovarse para que se restablezca la noción de responsabilidad y para que cada individuo pueda una vez más “ensimismarse completamente en el pensamiento”, como lo decía Hegel, para enfrentarse a los prejuicios y a las dominaciones de toda índole»(17).
 

La preocupación de la UNESCO es la misma de cientos, de miles de pensadores, de intelectuales, de maestros comprometidos con el presente y el futuro de los niños y jóvenes, de los adultos y del planeta entero. Si no reorientamos el rumbo de nuestro pensamiento, si no hacemos frente, desde y con el mismo poder con el que la inteligencia de los dominadores del mundo nos ha puesto de cabeza, estaremos construyendo cada día un mundo peor: cada vez más injusto, cada vez más sucio e inhabitable, cada día más insensible a las debilidades y limitaciones ajenas, cada día más alejado del humanismo y de la solidaridad, cada día más entregado a las manos de quienes detentan el poder de las mentes, de las conciencias y de los bolsillos; a escala mundial, pueblos cada día más victimizados por los países poderosos y, a escala doméstica, ciudadanos y grupos abusados por partidos políticos, corporaciones o individuos que, con su prepotencia, sojuzgan sus voluntades, conculcan sus derechos y se apoderan de su presente y de su futuro, de sus bienes y de sus conciencias, de sus instituciones y de los procesos sociales. Con el agravante de que tienden a reproducirse incestuosamente, entre ellos mismos, en perjuicio del ciudadano de a pie y de las agrupaciones civiles que defienden la naturaleza, a las minorías, a los migrantes, a los desplazados, a los indefensos y proletarizados. Como señala el inglés Peter J. King: «Es raro que los dictadores opriman a toda la población”, (pero) persuaden, en efecto, a una fracción de la misma a colaborar en oprimir al resto, y lo hacen generalmente con argumentos falaces y con tesis mediocres pero seductoras». (“Filosofía: Una responsabilidad Cósmica”, dossier del Correo de la UNESCO. 15/XI/ 12).
 
Así pues, de acuerdo con la UNESCO, la enseñanza de la filosofía en la escuela, en todos los niveles, desde preescolar hasta la universidad, tiene una justificación amplia y definitiva. Por eso, dice el documento: «En el plano cognitivo, la práctica desarrolla la capacidad de análisis necesaria para comprender el mundo que nos rodea, para aprehender y para someter a la crítica los volúmenes cada vez mayores de información que tenemos a nuestra disposición o que nos bombardea. En el plano de la identidad, la persona implicada en la práctica desarrolla una concepción de sí misma como sujeto pensante, capaz de dar sentido a lo cotidiano y de fundamentar sus pensamientos con la razón, como ciudadano autónomo y activo, más que como simple consumidor sometido al mundo en el que vive.

En el plano de las relaciones sociales, la persona implicada aprende a pensar y a dialogar con los demás, a deliberar en común, en vez de confrontarse al prójimo, ese prójimo que se percibe demasiado a menudo como un obstáculo o una amenaza» (180).
 

En su mensaje con motivo del Día Mundial de la Filosofía 2012, Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, dijo: «La filosofía tiene el poder de cambiar el mundo, pues está dotada de esa capacidad de transformarnos, dando mayor peso a nuestras indignaciones ante la injusticia (...), más convicción para defender la dignidad humana».
 
México tiene suscritos los acuerdos de todos los organismos de la ONU y, entre ellos, se encuentra precisamente lo estipulado por la UNESCO que, en su Declaración de París a favor de la Filosofía, de 1995, ya sentenciaba: «La enseñanza de la filosofía debe mantenerse o ampliarse donde ya existe, implantarse donde aún no existe y ser nombrada explícitamente con la palabra “filosofía”, recordando también que debe ser impartida por profesores cualificados e instruidos específicamente a tal efecto y no estar supeditada a ninguna consideración económica, técnica, religiosa, política o ideológica».
 
Si el mensaje y el compromiso son claros, ¿por qué tanta desidia y lentitud en tomar las decisiones que urgen? ¿A qué intereses, si no es al de los educandos, responden los funcionarios educativos?
AME*

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