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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
De chile, de dulce y de manteca
Benjamín Garcimarrero
2 de junio de 2013
alcalorpolitico.com
Esa noche, al salir de su oficina el señor Skiper no sabía que hacer; su patrón que era como su propietario de atrás tiempo, le anunció que estaba por terminarse su gestión gubernamental y que los más seguro era que ya no repetirían en el puesto por más bicarbonato con limón que tomaran.
 
Tendrían pues que prepararse para no salir del presupuesto, así tuvieran que cambiarse de partido, de filosofía política, de religión o de ser necesario, hasta de sexo.
 
Consciente el Skiper de que no hay mal que dure tres años, con la excepción próxima de que para los ediles serán cuatro por tratarse de una maldición para el pueblo, aun así, su mayor preocupación era ¿Qué camiseta ponerse ahora?; ¿de qué color, con qué divisa?.
 

¿Sería bueno el de la sandía, verde por fuera, roja por dentro y blanca en medio?; ¿Acaso el color del cielo podría tener un mensaje angelical adobado con la extinción de la laicidad que tanto peleó Juárez?; ¿Le quedaría el amarillo huevo?, que no todo el huevo, por que la clara es clara y la yema es anaranjada y revuelto con chile agarra otro color.
 
Siendo una biblia chiquita aquella frase acertórica de que la reata se rompe por lo más delgado, él sabía que por muchas maromas y brincos que diera, acaso caería parado pero no más; así que decidió meterse al primer bar que encontró para mitigar la preocupación que lo embargaba, lo remataba y le ejecutaba la sentencia.
 
En sus calladas meditaciones con efluvios alcohólicos, se imaginaba acostándose cristiano y despertando musulmán, - es más fácil cambiar de Dios que de partido- se decía.
 

En otro instante se veía acostado en un quirófano del Seguro Social mientras una mantada de expertos cirujanos le hacía “La jarocha”, y luego le enseñaban en un frasco esterilizado sus atributos gestatorios, cercenados de su antiguo asentamiento.
 
Como ráfaga pasaba por su mente la interrogante: “¿Y si me dieran una notaría?” o dos sería mejor… Ya aunque sea un taxi que parece que hay menos que notarios.
 
¿Cómo me vería yo de edil encargado de parques y jardines, o de panteones,.. Me bastaría con tener la pluma con que se autoriza hacer una calle, un puente, un mercado…O el agua potable que deja gananciales quitándoles a los de las colonias depauperadas y darlas a los fraccionadores. ¡Me gusta esa posición!, no importa que deje de ser musulmán y me vuelva shintoista.
 

Pero que digo, que espíritu tan pequeño el mío, ¿Por qué no aspirar a cosas como la de Andrés Granier Melo y su encargado de finanzas Manuel Sáiz Pineda con eso resolvería los anhelos de mis próximas cuarenta y ocho generaciones.
 
Ora que mejor ejemplo que el de Elba Esther, no encuentro; -¿Y que irá a ser de mi patrón?- pensó Skiper, - Tan buen chapulín que ha sido, siempre versátil, útil para un zurcido o un descosido, amo de la cuerda floja, malabarista de altos vuelos que se acomoda hasta en el filo de un machete; con él, Maquiavelo hubiera hecho su tesis doctoral, Torquemada se la hubiera retorcido ante su sabiduría; San Agustín hubiera palidecido frente a sus perversiones. Pero que digo, el mismo Aristóteles le hubiera dicho maestro en el arte de la seducción Alejandrina.
 
En todas estas meditaciones estaba Skiper, cuando una mano desconocida lo movió y le dijo: Ya váyase porque vamos a cerrar.
 
  • Pero si estoy bien y completamente sobrio.-
  • Ah sí… ¿Entonces por qué está hablando en chino?
  • No es chino, es japonés y es que desde hoy me acabo de convertir al Shintoísmo.
  • No me importa su enfermedad, le aviso que vamos a cerrar.