icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Campañas y electores, para tomar en cuenta
Francisco L. Carranco
3 de junio de 2013
alcalorpolitico.com
Las campañas políticas recién iniciadas en el estado de Veracruz, en busca del voto, traen muy activos a los candidatos que desde muy temprano empiezan sus recorridos por las ciudades tratando de posicionar una imagen y un relativo compromiso, aún, con los ciudadanos que también esperan ver y oír a los aspirantes.
 
Cada campaña tiene sus propias características y cada candidato enfrenta a una sociedad que siente muy alejada a las instituciones de las necesidades cotidianas, muchos de los candidatos saben eso y otros tantos, quizás los más, ignoran esas necesidades y sólo le apuestan a la euforia política para ganar la elección.
 
Muchos de los candidatos que están en la contienda por el voto ciudadano carecen de experiencia política, otros son aspirantes que, por alguna razón, heredaron la candidatura desconocen las problemáticas de los municipios y eso hace que las cosas se compliquen a la hora de que el ciudadano decide el voto.
 

La falta de discursos contundentes, hasta el momento, para atraer la atención del votante y, en consecuencia, su motivación para obtener la simpatía o, también, la antipatía del elector se traduce en observar las caminatas de los candidatos por calles en las colonias periféricas que rodean a las ciudades, la visita casa por casa para tocar la puerta a la que nunca se regresará y saludar a la población, no garantiza el voto.
 
El sufragio es un acto cargado de significados culturales, que refleja en su orientación costumbres, hábitos, preferencias, gustos y fobias políticas. Es decir, el voto también es resultado de un proceso sociocultural y político.
 
En este sentido, refleja al propio votante: su pasado, su presente y su futuro, elementos que ningún candidato ha puesto atención, las comitivas sólo salen cargando, de los comités de campaña, grandes cantidades de productos propagandistas, de siempre, camisetas, servilleteros, gorras y platos, vasos y mil cosas más, sin significado para todos aquellos que reciben la propaganda.
 

Algunos partidos, los más osados, dicen por ahí, desde este inicio de campaña están comprometiendo el voto ciudadano, es decir, para obligar el voto varios líderes de colonias piden al elector su credencial para votar a cambio de láminas, cemento o electrodomésticos, con ello aseguran el voto para el partido que otorgó el “beneficio” y en el peor de los casos la seguridad de que ese elector sin credencial no votará en contra.
 
Más marrullerías añejas aparecen y otras novedosas como las “estructuras paralelas” al partido, aparecerán para intentar asegurar el voto a favor del partido aun a pesar de los candidatos, en el caso de los diputados lo que importa es la mayoría en el Congreso, la forma es lo de menos, dicen que en el amor y la guerra todo se vale.
 
El elector también tiene sus características que algunos estudiosos han catalogado como tipología, por ejemplo, tomando en cuenta si viven en zonas urbanas o rurales; sexo, edad, nivel de estudios, ocupación y la forma habitual como ha votado el elector.
 

Es decir, la clasificación que tradicionalmente se hace de los electores, toma en consideración la orientación de su voto y las simpatías o antipatías políticas que se han formado los ciudadanos a través de los años. De esta forma, la segmentación habitual de mercados ha clasificado a los electores en cuatro categorías: El voto duro, el voto blando, el voto opositor y los indecisos.
 
Verá usted: el primero, se utiliza para describir a los electores que se identifican con lealtad con un determinado partido, siempre votarán por él independientemente de los candidatos que postulen o la circunstancia política que se viva en el momento. Quienes militan o simpatizan permanentemente con un partido político y mantienen ligas ideológicas fuertes son los que constituyen una parte importante de ese voto duro.
 
El segundo, el del voto blando, es aquel que tiene cierta simpatía e identidad con alguna sigla partidista, orientando su voto tradicionalmente por ese partido, sin embargo, el sufragio no es completamente seguro, ya que evalúa la coyuntura del momento, el tipo de candidatos postulados, así como el carácter y naturaleza de su oferta electoral.
 

El voto opositor, es el voto duro de los otros partidos. Los electores manifiestan su oposición o rechazo hacia el partido y los candidatos que postula. Estos electores difícilmente depositarán su confianza y su voto en el partido que rechazan.
 
Finalmente, el elector indeciso es aquel poco involucrado en la política, que no manifiesta identidad, simpatía o lealtad con ninguna fuerza partidista. Es un elector poco informado de los asuntos públicos y que, por igual, puede decidir votar por un partido u otro, o incluso, no votar.
 
Si tratáramos de cuantificar el número de electores que se ubican en cada una de las anteriores categorías, seguramente, encontraríamos que el voto duro tiende a decrecer, mientras que el voto blando, indeciso y opositor tienden a aumentar significativamente.
 

Suburbio 1
 
Este fenómeno, se presenta ante la crisis de legitimidad y credibilidad del sistema de partidos, así como producto de la crisis de la propia política y la evolución y “madurez” de los mismos ciudadanos. De hecho, el voto en sociedades con elecciones, muestra una alta volatilidad en sus lealtades político-electorales y una mayor tendencia hacia la personalización de la política.
 
[email protected]