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Columnas y artículos de opinión
La educación ejemplar
Guillermo H. Zúñiga Martínez
15 de junio de 2013
alcalorpolitico.com
Hay en Veracruz intelectuales y maestros que desde hace mucho tiempo lograron sembrar un prestigio cabal de su actividad. Para hablar con realidades, quiero comunicar a los que hacen el favor de leerme, que uno de los mentores más ilustres lo es Carlos Arturo Carrillo Gastaldi. Lo logró porque se dedicó exclusivamente a la enseñanza, además de investigar de manera profunda la didáctica; lo importante para él era que los niños entendieran perfectamente su pensamiento y asimilaran los conocimientos que les transmitía.
 
Carlos A. Carrillo fue un hombre muy sencillo, entregado a connotarse dentro del ambiente pedagógico; su vida la utilizaba para estudiar, aprender, investigar y enseñar a sus alumnos lo más preclaro del sistema educativo.
 
El director de la revista pedagógica México Intelectual que vino de Europa a estas tierras, don Enrique Conrado Rébsamen, dijo alguna vez que “Carrillo fue un ariete formidable contra el irracional empirismo de nuestro pasado pedagógico. Fue un benefactor de la escuela mexicana, a la que consagró su ser entero, y desgraciadamente se ha ido en edad temprana, cuando aún había mucho que esperar de sus luces, de sus actitudes, de su laboriosidad y de sus virtudes apostólicas”. Como es fácil advertir, estas palabras se pronuncian cuando Carrillo dejó de respirar, cuando murió en la ciudad de México, donde se dedicaba a trabajar pedagógicamente hablando, porque usted merece saber que de él no hubo fotografías obtenidas en vida, no dedicó ni un instante a esas acciones que ahora son tan comunes, y también debe apreciar que Rébsamen jamás lo elogió ni le dio un trabajo destacado, porque se tiene que conocer que en la Escuela Normal fundada en 1886, a Carlos A. Carrillo se le destinó solamente a enseñar a los jóvenes a escribir, en otras palabras le dieron la cátedra de ortografía para evitar que tuviera comunicación ideológica y pedagógica con sus alumnos.
 

Hay quienes han escrito que las palabras del europeo alejan toda sospecha de parcialidad y sintetizan la personalidad del malogrado educador mexicano y para Rébsamen era totalmente innecesario destacar que el activo cordobés había fustigado con tenacidad a los autores didácticos y que así podía encumbrar personalidades científicas, literarias o políticas.
 
Carrillo fue un apóstol, que estudió diversos idiomas y quiero decirle que ha sido de los que han tenido mayor correspondencia con pedagogos de su tiempo de toda Europa, Norteamérica y América Latina.
 
Se dedicó a destruir el pasado que tantos errores contenía en los asuntos educativos; además de ser ferviente defensor de las teorías pedagógicas, vivió de manera íntegra. No tuvo recursos de carácter económico porque se dedicaba a leer, estudiar y reflexionar sobre los asuntos que más lo preocuparon en su vida, que fue encontrar métodos y contenidos que hicieran muy sencilla la enseñanza, la reflexión y el pensamiento de los alumnos. Usted debe saber que sus artículos fueron estudiados en toda la república y que además influyó en pensadores extranjeros. Sus partidarios lo conocieron desde el año de 1891, porque estudiaban en la escuela normal que se había fundado en la ciudad de México en 1887 y al maestro veracruzano no le habían invitado a dar clases en el tercer año de la carrera. La verdad que allí descollaba, iniciaba a sus alumnos en estudios profesionales, le encantaba la educación y los orientaba a investigar en ciencias afines. Es claro saber que él se inició aquí en la Escuela Anexa a la Normal con el carácter de subdirector y cuando lo observaban los alumnos, se emocionaban porque lo veían hablar con los ayudantes, lo miraban leyendo porque jamás dejó un libro, además conversaba con los niños y les enseñaba a discutir, dudar y preguntar y todos se dieron cuenta que los amonestaba cuando no entendían las historietas, pero lo más importante era que los discípulos manifestaban en su semblante admiración, confianza y alegría.
 

No tan sólo cumplía con su trabajo los días entre semana, porque se atrevió a escribir una tabla de avisos para informar sobre los turnos para la práctica, además de la noticia de que los estudiantes deberían asistir cada tercer sábado a las conferencias sobre pedagogía práctica.
 
Esto significa que se interesaba por atender fundamentalmente a sus educandos y a quienes concurrían a la escuela porque se dedicaba a trabajar, a servir y a compartir sus experiencias y conocimientos con sus seguidores. Sin duda alguna, se convirtió en una autoridad, porque es el antecedente de quienes se dedican a trabajar dándole más importancia a sus tareas que a lo poco que reciben de salario.
 
Carlos A. Carrillo sigue siendo verdadero ejemplo y lección que se deben imitar en todo el país.
 

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