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Columnas y artículos de opinión
La mirada de los otros
De los medios y las corazonadas
Tomás Rodríguez Pazos
17 de junio de 2013
alcalorpolitico.com
En general, los medios son para los mexicanos un filtro maligno. Tratan a nuestros auditorios y lectores como si fueran depósitos carentes de discernimiento y conciencia. De la vida política recibimos, casi siempre, el anuncio del cambio: “se remediará lo que no se ha hecho en 30 años”, “no se permitirán violaciones ni abusos contra la ley”; a los pocos días o meses nos enteramos de todo lo contrario: las obras no se ajustan a los presupuestos y las deudas públicas --hoy, las de los estados y municipios-- ponen en riesgo los sueldos de los trabajadores, las pensiones y los pagos a proveedores. ¿Qué hacían los medios entonces?
 
Pero los medios no distorsionan únicamente la realidad política, puesto que las concesionarias o permisionarias son empresas; salvo excepciones, utilizan sus programas y anuncios para inducir a la audiencia a formas de vida, cuyos valores representativos son el poder, el dinero, la competencia, la “buena suerte·, la moda, el consumo en todas sus expresiones. Tan fuerte es su influjo, que los problemas relevantes del país: seguridad, empleo, aplicación indistinta de la ley, distribución equitativa de la riqueza, solidaridad y justicia con los que menos tienen, quedan de lado. Las necesidades creadas por los medios obnubilan al individuo, a la familia y a los grupos sociales.
 
Hace algunos días, el autor de las “corazonadas” de este periódico digital, escribió: “Para ejercer la libertad de expresión no se necesita permiso del gobierno sino voluntad, decisión y tener todo bien puesto”. Por supuesto, existe el derecho a la expresión y a la información para todos los mexicanos. Pero, ¿Cómo la ejercen gran parte de los medios nacionales, estatales y locales? Aunque la corazonada sea el gran ideal consagrado constitucionalmente, ¿Cuántos lo ejercen responsablemente, y cuántos lo exigen como un derecho ciudadano?
 

Ejemplos de lo que afirmamos:
 
  • Sólo algunos periódicos, revistas y radiodifusoras nacionales investigan y documentan sus notas. Gran parte de los reporteros, comentaristas y articulistas se conforman con los comunicados oficiales. Prueba fehaciente es una cadena de periódicos nacionales que reproduce una sección sobre las entidades federales con sus boletines de prensa.
  • El número y tiempo de los anuncios de las televisoras abiertas y las cadenas de radio no están regulados de manera alguna. ¿Qué el respeto al auditorio y a sus derechos no son de interés público?
  • El tipo de programas y noticieros nacionales y locales de la Tv abierta --a la que la mayoría de mexicanos tiene acceso-- se concentra en los delitos, los accidentes y los escándalos de las “estrellas” o de los políticos caídos en desgracia”.
  • Los argumentos o esquemas de los programas televisivos siguen siendo los mismos de hace cincuenta años: con “refritos” que todavía la gente digiere. ¿O es tan pobre la capacidad argumentativa de televisa y TV azteca o es tan simple nuestra cultura popular? Ahora, la gente vota para determinar con quien se queda el héroe y la heroína, ¡Qué gran cambio! Mientras la SEP y la CNTE discuten sobre la evaluación y calidad educativas.
 
Creo que la corazonada de nuestro autor, queda allí como un ideal a perseguir y a exigir, para quienes se interesen por la vida pública de este nuestro país.