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Columnas y artículos de opinión
Lectura Política
El buen gobierno en Tuxpan
Ezequiel Castañeda Nevárez
3 de julio de 2013
alcalorpolitico.com
Hace apenas unos días El Universal, el gran Diario de México, dio a conocer los resultados de las encuestas que realizó en los municipios de Veracruz, Tuxpan y Boca el Río, ante la proximidad de las elecciones que se habrán de realizar el próximo fin de semana para renovar diputados locales y ayuntamientos en la entidad. Los resultados obtenidos indican que en Veracruz y en Tuxpan existe una clara ventaja para los candidatos del PRI y que en Boca del Río hay prácticamente un empate técnico.
 
En Tuxpan, según los datos de la citada encuesta, la ventaja del PRI es abrumadora, al duplicar las cifras de su más cercano competidor, el PAN, que tiene tan solo el 18.4 % de las preferencias electorales y el resto de los partidos no alcanzan un porcentaje significativo, lo que indica que no habrá cambios sustanciales en estos pronósticos y que el triunfo prácticamente corresponde a los candidatos del PRI, Raúl Ruiz y Gaby Arango.
 
La pregunta es obligada para el caso de Tuxpan es, si nos remontamos a la elección de hace 3 años, que dio el triunfo a los candidatos del PRI, aunque con ventaja mucho menor de la que ahora se perfila ¿Qué se ha hecho en estos tres años para que la decisión o la preferencia de los electores se haya incrementado tanto para el PRI? la respuesta se reduce a dos palabras: BUEN GOBIERNO.
 

Hace casi 3 años la distancia entre el gobierno municipal y los ciudadanos era total; la malquerencia de aquellos hacia este era brutal, plenamente correspondidos, por cierto, por el munícipe en esa enemistad. En ese entonces, todo apuntaba que el PRI sería derrotado por el llamado “voto de castigo” en contra de Juan Ramón Gánem; sin embargo, la campaña electoral del candidato del PRI, Alberto Silva, dejó muy en claro que entre él y el entonces representante de la autoridad municipal no había nada en común y que no solo eso sino que existían claras diferencias entre ambos que marcaban muy bien su deslinde; Juan Ramón también dejó muy en claro que Silva no era su candidato, de manera que los electores reconocieron esas diferencias y dieron su voto a Silva Ramos.
 
En aquél entonces la animadversión popular también obedecía al resultado de una palabra: gobierno, solo que precedida esta de una calificación reprobatoria: francamente, la percepción de la ciudadanía indicaba que había un muy mal gobierno.
 
Se dice, con razón, que no hay pueblos subdesarrollados o desarrollados sino que hay pueblos bien o mal gobernados y que los gobiernos son juzgados por su desempeño en los rubros que son de mayor interés para la población; corresponde a los gobernantes la lectura correcta sobre los intereses de los ciudadanos y la atención correspondiente con acciones de gobierno.
 

Un buen gobierno no se construye de la noche a la mañana, no es cosa fácil, como tampoco la corrección de un mal gobierno es cosa de días o semanas, mucho menos cuando le preceden décadas de muy malos gobiernos, montados en la lógica única del enriquecimiento y el abuso como ha sido el caso de Tuxpan. El viraje necesario en estos casos no puede ser súbito; sin embargo, esta administración municipal, de la cual no se esperaba gran cosa, hay que decirlo, supo interpretar el sentir de la población y actuar en consecuencia para merecer el ser considerado un buen gobierno. El resultado salta a la vista: en primer lugar, la calidez, la cercanía del Presidente municipal con la gente; su trato personal, la atención a sus peticiones, el afecto mutuo de los niños y del alcalde y muchas otras acciones que se suman a una impresionante obra pública con cientos de calles pavimentadas, guarniciones, banquetas, lo mismo en colonias populares que en el centro de la ciudad; obras de calidad que no ameritan contribución adicional alguna de parte de los patronatos ni de los beneficiarios; atención y apoyo a escuelas y a la educación como nunca antes; domos, computadoras, becas, viajes de estudio, caminos rurales, acceso a las parcelas, apoyo a programas productivos en el campo y en la ciudad, atención a personas con discapacidad, al deporte, a la salud, a las iglesias de todos los credos, la seguridad pública y un sin fin de etcéteras que los ciudadanos reconocen otorgando una alta calificación al que consideran un buen gobierno municipal. Por consecuencia, esta calificación beneficia a los candidatos del partido en el gobierno municipal, porque es lógico que los ciudadanos aprueben con su voto la continuidad de lo que consideran un buen gobierno y que se alejen de la posibilidad de algún experimento distinto que puede o no resultar. Esa es la cuestión.