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Columnas y artículos de opinión
Adolfo Suárez González
Eduardo de la Torre Jaramillo
28 de marzo de 2014
alcalorpolitico.com
La muerte del presidente español de la transición política, el símbolo que en vida se llamó Adolfo Suárez, para mí como para muchos mexicanos nos trae a la memoria nuestra transición política, tan cercana y tan alejada al mismo tiempo.
 
En alguna ocasión, mi amigo Ramón Cotarelo ese sabio español, quien fue asesor político de Adolfo Suárez, me comentó “sabéis como llegó Adolfo a ser el presidente de España”, le contesté que no, que había leído casi todo sobre la transición pero ese pasaje no lo tenía registrado; y me dijo cuándo “Adolfo fue director de TVE, le dijo al Rey Juan Carlos, quiero ser presidente”.
 
Adolfo Suárez fue un integrante del gobierno franquista, gobernador civil en Ávila; director de RTV; Ministro Secretario General  del Movimiento, y después fue presidente del gobierno apoyado por su amigo el Rey Juan Carlos; prácticamente un desconocido para la mayoría de españoles, tenía 43 años de edad cuando fue presidente, y quien dijo alguna vez “la política debe ser el ejercicio más noble que puede desarrollar un ser humano”. Es pertinente mencionar que el Rey Juan Carlos le había pedido desmontar el régimen franquista, y así lo hizo, -fue un demócrata en toda la extensión de la palabra-.
 

Fue un político que reunió a los falangistas “conversos”, a los liberales, a los socialdemócratas, a los democristianos; quien se ganó el respeto del líder del Partido Comunista, Santiago Carrillo; además del propio Partido Socialista Obrero Español, comandado por el otrora joven Felipe González.
 
Paradójicamente, la transición política española tuvo una ruta jurídica exitosa, primero la Ley de Reforma Política en 1976, posteriormente las Cortes emanadas de la primera elección democrática diseñan la nueva Constitución Política Española, y en ese momento fue el primer presidente electo bajo las siglas de la Unión de Centro Democrático (UCD), agrupación política que aglutinó a los barones políticos de distintas ideologías como los socialdemócratas, los liberales, y los democratacristianos, reconoció el triunfo de la oposición en los municipios del país. Si bien, construyó nuevos aliados, los anteriores se empezaron a alejar de él, como el ejército y la Iglesia Católica, particularmente cuando decidió legalizar al Partidos Comunista; además de perder paulatinamente el apoyo de la Corona, quien no veía que Adolfo Suárez resolviera la situación española.
 
Suárez fue un político extraordinario, que cuando propuso la Ley de Reforma Política citó un poema de Antonio Machado, y cuando dimitió al gobierno español en 1981, afirmó en parte de su discurso: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”; un político con la ética de la responsabilidad, que prefirió renunciar él, a dañar a la naciente democracia española, su renuncia al poder político es algo extraordinario al pretender reconstruir España después de toda la carga de la historia sobre la Guerra Civil.
 

Un político que después fundó el Partido de Centro Democrático y Social, el cual le permitió ser diputado de las Cortes en 1982, 1986 y 1989 por un distrito de Madrid; empero en 1991 dimite a la presidencia de ese partido, a su curul y se retira de la vida política. Era la segunda vez que renunciaba a una parte del poder político, eso no lo hace ningún hombre de poder, y renuncia diciendo “la gente me quiere pero no me vota”.
 
El éxito de la transición política española se le debe a tres figuras centrales: al rey Juan Carlos, a Adolfo Suárez y a Torcuato Fernández, éste último el cerebro de la transición y mentor político de Suárez; al recordar toda la bibliografía que hay de esa transición, desde un Guillermo O’Donell en los cuatro tomos clásicos de las transiciones, pasando por Josep Colomer, en su famosa “La transición a la democracia. El modelo español” o quizá el mejor libro de análisis político contemporáneo, que es el de Javier Cercas “Anatomía de un instante”, el cual es sobre el intento de golpe de Estado en 1981 realizado por el Teniente Antonio Tejero; allí el momento más importante en la vida política de Adolfo Suárez es cuando no se tira al suelo, argumentando “porque soy el Presidente”, quizá ese es una acción de mayor libertad política de Adolfo Suárez, y de consolidarse como un estadista, quien arriesga su vida por defender a las instituciones políticas, como era el caso de las Cortes Españolas, y el de la propia presidencia del gobierno español, y sobre todo, el de la transición política en su conjunto.
 
Debo reconocer que en uno de mis viajes a Madrid, el día 18 de junio de 2008 compré el diario “El País” y en la foto de portada estaba el Rey Juan Carlos abrazando a Adolfo Suárez, el primero fue hasta la casa del segundo para hacerle entrega del Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro; memorable por lo triste que fue esa entrega; se le quedó mirando Adolfo Suárez y le dijo “Y tú ¿quién eres?”, pregunta que fue producto de la enfermedad de Alzheimer que padecía; y de inmediato el Rey Juan Carlos le dijo: “Adolfo, soy tú amigo, el Rey”.
 

Finalmente, recordar a este mítico político contemporáneo para mí fue un inspirador político para México; además, es tener todos los recuerdos de que después de estudiar mi primera Maestría en España, regresé con el ímpetu de hacer la transición política en México; intento que en 1995 Manuel Camacho Solís propuso con esa misma visión modélica que fue la transición española, y de la cual convocó a crear un Partido de Centro Democrático, instituto político que lo fuimos creando desde 1997, lo logramos pero perdimos el registro en nuestra primera incursión en el año 2000, donde la dirigencia nacional no quiso apostar por una alianza electoral con el PAN ni con el PRD. Por este pasaje histórico personal y de uno de los muchos intentos de impulsar la democracia en México y en Veracruz, es necesario hacer una serie de foros para debatir: ¿dónde quedó nuestra primera alternancia? o inclusive hasta ¿dónde quedó el Estado mexicano?; esa debe ser nuestra tarea política y ciudadana, e impulsar una especie de Grupo San Ángel-Xalapa para al menos retomar el proyecto político de la alternancia en Veracruz.