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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
El retorno del capricho
Benjamín Garcimarrero
31 de marzo de 2014
alcalorpolitico.com
Imagínese un grupo primitivo, que sobrevive como un conglomerado en el que no existen leyes escritas, pero que tiene que satisfacer necesidades elementales como al hambre y la sed; además necesita descansar, protegerse de los depredadores y conocer el entorno territorial en el que está asentado.
 
Si eso no fuera suficiente, también exige la caricia y el contacto con la piel ajena, sea peluda o lampiña; da lo mismo.
 
Empezarían por buscar un lugar cerca del agua, sea lago laguna o río; arboles con frutos que recolectar y animales que cazar, cuevas donde dormir y prójimo que rozar.
 

Tal parece, sin embargo, que en un grupo primitivo como ese, hace falta un líder inteligente y fuerte que ponga orden y sirva de guía y protección, mismo que por razón natural, no tarda en aparecer con esas cualidades.
 
Mientras no se agregan extraños, los demás conocen la voluntad del líder, si llegaran individuos distintos al grupo, hay que leerles la cartilla para que se ajusten al modelo de vida que puede ser todo lo caprichoso que el jerarca disponga.
 
Cuando se presenta la disputa por el dominio, que también es condición del género, aparece también la atomización del poder. Llámese Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo o Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial; PRI, PAN O PRD, Ortodoxos, Católicos o Protestantes; Judíos, Musulmanes o Budistas. Las clasificaciones, géneros y especies ahora son infinitas.
 

El caso es que por donde quiera que se les vea, tienen todos unos comunes denominadores… La riqueza, el poder y el placer que en una sola palabra es el animus chingandi.
 
Conforme va creciendo la población y diversificando las costumbres, nace la necesidad de cifrar el modo de ser y de hacer, así que aparece la escritura con las muchas maneras que consigna la historia: jeroglífica, ideográfica, fonética o electrónica, de tal suerte que solo a los débiles de mente se les ocurre dar un brinco atrás estableciendo los sistemas orales, olvidados en la niebla del tiempo y soterrando la inteligencia evolutiva de la norma. Equivale a poner la evolución histórica en el lecho de Procusto.
 
Según la mitología, Procusto tenía su casa en las colinas del Ática, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a acostarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a cercenar las partes de su cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si por el contrario era de menor longitud de la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarla. Otra versión afirma que nadie coincidía con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos camas, una exageradamente larga y otra exageradamente corta.
 

No se puede enmendar al cangrejo que está empeñado en caminar para atrás.
 
El engaño, la mentira, la religión, la ambición, la política, el autoelogio, la ignorancia y todas esas pasiones negativas que tienen nombre propio, son parte de la filigrana con que ahora se teje la madeja social. Y lo peor es que no hay para cuando se compongan porque la raza humana lo va a trasplantar a otra galaxia cuando llegue el momento.